Dom 03.06.2012
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> EL EXTRAORDINARIO DISCO Y LAS RAíCES MUSICALES DE LAURIE

Doctor Blues

› Por Claudio Kleiman

“Estoy extasiado, ya podría morir feliz”, dice Hugh Laurie, comentando en off un gesto que le hace Allen Toussaint con ambos pulgares hacia arriba. Toussaint celebra su interpretación de “Tipitina”, que cierra el concierto realizado en Latrobe’s, un boliche ubicado en una casa bastante destruida del French Quarter, el barrio bohemio de Nueva Orleáns. “Es un gran momento, que te cambia la vida”, agrega. La escena puede verse en el DVD que acompaña la edición especial de Let Them Talk, el laureado álbum debut de Laurie, que incluye un documental con ese concierto. También lo muestra recorriendo la ciudad en bicicleta, deteniéndose en algunos lugares célebres relacionados con su historia musical, como la increíble disquería Euclid Records, “un templo”, según sus las palabras. Hugh Laurie: Down by The River sigue al protagonista través de un viaje –tanto literal como figurativamente– hacia el centro de la tierra del blues. La escena, así como el subtítulo del film, “A Celebration of New Orleáns Blues”, dice mucho acerca de los intereses, obsesiones y pasiones musicales de este actor-músico-escritor, en el orden que prefieran.

Allen Toussaint es un legendario compositor, productor y arreglador, cuya carrera se remonta a los años ’50 y está íntimamente entrelazada con la historia del r&b de Nueva Orleáns, desde sus producciones para artistas como Ernie K-Doe, Art y Aaron Neville, Irma Thomas y Lee Dorsey, hasta composiciones que han sido cubiertas por grupos de la “invasión británica”, como Yardbirds, Hollies, Who y Rolling Stones. Para Laurie, contar con la aprobación de Toussaint –que arregló y condujo la sección de vientos–, más el respaldo que significa la aparición de luminarias de “Crescent City” como Irma Thomas –“la Reina del Soul de Nueva Orleáns”– y Dr. John, significa la culminación de un sueño, una peregrinación hacia “mi Jerusalem”. En Nueva Orleáns se puede rastrear el origen del jazz, el blues, y muchos de sus derivados, como el soul, el r&b, el cajun, el zydeco, el funk y el rock’n’roll, bajo la influencia de las colonizaciones francesa y española, y el tráfico de esclavos haitianos que trajeron la cultura créole. Es una ciudad que Hugh define como “mágica y misteriosa”, ampliando esta idea para describirla como “el lugar más romántico de la Tierra”. Y explica: “Desde aquí, el blues viajó por el Mississippi a través del Delta, donde Robert Johnson se hizo conocido, de allí hasta Memphis, y luego hacia las grandes ciudades industriales del norte, como Chicago y Detroit. La música fue cambiando a lo largo del viaje, electrificándose, convirtiéndose en rhythm & blues, soul, funk, rock. Pero todo empezó aquí”.

Con su álbum Let Them Talk, Laurie se encarga de desafiar dos preconceptos ampliamente difundidos: el primero es que los actores no pueden ser músicos (“he quebrado una regla cardinal –dice él–, se supone que los actores deben actuar y los músicos hacer música”). El segundo es que los blancos –especialmente uno que, como él, ha nacido en Oxford, Inglaterra–, no pueden cantar los blues. Según Hugh, desde que descubrió –cuando tenía unos 10 años– esa brecha entre la tercera menor y la tercera mayor que caracteriza el sonido del blues, entró en “la Tierra de las Maravillas. Desde entonces, los blues me han hecho reír, llorar, bailar y... bueno, esto es una charla familiar, así que no puedo decirte todas las cosas que los blues me pueden hacer realizar”. Obviamente que los británicos ya han demostrado ampliamente que pueden hacer suya esta forma musical, empezando por nombres como John Mayall, Eric Clapton y los Rolling Stones. Pero mientras que éstos tomaban su inspiración fundamentalmente en el blues eléctrico de Chicago de la posguerra, nuestro Dr. House ubica su música en un territorio mítico situado mucho más atrás en el tiempo, entre las décadas del 20 y el 40, allí donde se entrelazan las primeras formas del blues, el folk y el jazz, y confluyen nombres como Louis Armstrong, Jelly Roll Morton, Clarence Williams, Bessie Smith y Professor Longhair, quienes fueron los responsables de popularizar algunos de los temas que interpreta.

Para que los periodistas –o los oyentes inquietos– no tengan que investigar demasiado, el mismo Laurie se encarga de resumir sus influencias en el librito que acompaña el disco. Entre los guitarristas, menciona a Charley Patton, Leadbelly (que fue amnistiado ¡dos veces! de sendas condenas a cadena perpetua, al cantar sus canciones frente a los gobernadores de Texas y Louisiana, los estados donde había sido encarcelado), Skip James, Scrapper Blackwell, “todos los Blinds” (Lemmon Jefferson, Blake, Willie Johnson, Willie McTell), Son House, Lightnin’ Hopkins, Bo Diddley y Muddy Waters. La lista de pianistas (su principal instrumento) es aún más extensa, incluye a Pete Johnson, Albert Ammons, Meade Lux Lewis, Roosevelt Sykes, Leroy Carr, Jelly Roll Morton, Champion Jack Dupree, Tuts Washington, Willie “The Lion” Smith, Otis Spann, Memphis Slim, Pinetop Perkins, Professor Longhair, James Booker, Allen Toussaint y Dr. John. Entre los cantantes, dice que la suya es “una gran lista con sólo dos nombres”, Ray Charles y Bessie Smith.

Como puede apreciarse, Laurie no es un advenedizo recién llegado a la música desde la actuación, sino que su conocimiento enciclopédico refleja la búsqueda de toda una vida. Por eso no sorprende que hacia el final del concierto Hugh resuma sus propios sentimientos diciendo: “Bueno, aquí estoy, y tengo que pellizcarme a mí mismo. Estoy en la ciudad de Nueva Orleáns, haciendo una actuación con Allen Toussaint, Irma Thomas y Tom Jones, tocando ‘Tipitina’, con todos ellos, en el French Quarter. No se vuelve más bueno que esto. Quizás así sea como es el paraíso”.

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