El tercer episodio del ciclo estuvo a cargo de quien en su debut como director –con Palermo Hollywood (2004)– retratara tan bien el Palermo de hace una década. Eduardo Pinto y los platenses Valentín y los Volcanes se reunieron en Berazategui para registrar Los chicos de Orense en el encantador Parque Pereyra Iraola. “Fue un experiencia espontánea, un retrato en un espacio alterado por el arte, donde se vincula naturaleza, música y la mirada de un director”, dice Eduardo, que además de decenas de videoclips en su currículum, supo tener su propia banda de rock. Para resolver estéticamente la propuesta del plano secuencia, el director optó por colocar espejos en los troncos de los árboles: “Pensé que me darían un desdoblamiento de planos, generando un montaje interno y variaciones de perspectiva. Un espejo en un espacio natural como el bosque genera una sensación mágica, misteriosa”. Y resultó: el sonido orgánico de Valentín pareciera desprenderse de la imagen de los músicos reproducidas en los cristales y mezclarse con los pájaros, el viento y las hojas.