ANJELICA HUSTON EN LAS BRUJAS (1990)

Adaptada de la novela para chicos de Roald Dahl, fue la última gran película de Nicolas Roeg (Venecia Rojo Shocking). Un niño intenta escapar del aquelarre convertido en un ratoncito; la hija de John Huston, que se hace llamar acá La Gran Alta Bruja, es una de las mejores caricaturas de carne y hueso, divertida y aterradora a la vez, que haya dado este sugénero brujeril.

MARGARET HAMILTON EN EL MAGO DE OZ (1939)

El superclásico de Victor Fleming basado en el libro de L. Frank Baum casi no necesita presentación; tampoco la más icónica de las brujas hollywoodenses, La Bruja Mala del Oeste, con su cara verde arveja y la rasposa voz con la que amenazaba a Dorothy (y a su perro).

BARBARA STEELE EN LA MASCARA DEL DEMONIO (1960)

En el hipnótico prólogo de la obra maestra del italiano Mario Bava, Steele es condenada a muerte en un artefacto de tortura medieval. Dos siglos después, esta criatura demoníaca y sexual regresa para vengarse de los descendientes de sus asesinos. Sexo, violencia, satanismo y un personaje magnético –que tiene el poder de matar pero también de devolver a la vida– como no existen en el cine que se hace hoy en casi ningún lugar del mundo.

CHER/MICHELLE PFEIFFER/SUSAN SARANDON EN LAS BRUJAS DE EASTWICK (1987)

Hay cien escenas para recordar en esta polémica adaptación de la novela de John Updike dirigida por George “Mad Max” Miller, sobre tres mujeres que, casi sin quererlo, descubren sus poderes sobrenaturales tras conocer a un hombre carismático y diabólico (Jack Nicholson) que llega a un pequeño pueblo de Nueva Inglaterra y sacude sus aburridas vidas suburbanas.

VERONICA LAKE EN ME CASE CON UNA BRUJA (1942)

“Ningún hombre puede resistirse a ella”, decía el eslogan de esta película dirigida por el francés René Clair y coprotagonizada por Fredric March. La rubia platinada interpretaba a una bruja de Salem que jura venganza contra los hombres que los quemaron a ella y a su padre en la hoguera. Por supuesto, se enamora del tipo al que debería liquidar (March), pero por el camino nos hechiza a todos, dentro y fuera de la pantalla.