SANTA FE › DESPUéS DE LOS DUROS REPROCHES DE LOS ORGANISMOS, REMOVIERON A MARíA BRESSA DE DERECHOS HUMANOS
Tras la reunión con la Comisión de Derechos y Garantías, donde se pidió la renuncia de la funcionaria que pretendía ampliar la contención a represores, el gobernador decidió reemplazarla por Rosa Acosta, una persona de su confianza.
› Por Juan Carlos Tizziani
La comisión de Derechos y Garantías de la Cámara de Diputados no alcanzó ayer a pedirle explicaciones a la secretaria de Derechos Humanos de la provincia, María Bressa por su propuesta de ofrecer asistencia psicológica a genocidas. El repudio de militantes de Hijos y víctimas del terrorismo de Estado hizo estallar la política de derechos humanos de Hermes Binner, porque no sólo exigieron la renuncia de Bressa en su propia cara; también acusaron al ministro de Justicia y Derechos Humanos, Héctor Superti y a los sectores del gobierno que "hicieron lobby y la avalaron" para que ocupara el cargo. "Acá no hay ambivalencia ni medio pelo: o se está de un lado o se está del otro. Entonces, no sólo tiene que renunciar la doctora Bressa, también debería ser seriamente cuestionado su superior y quién avaló su nombramiento", disparó uno de los querellantes. Un directo para Superti. Tres horas después, el ministro anunció la remoción de Bressa y su reemplazo por una abogada de confianza de Binner, Rosa Acosta, quien a su vez dejará su cargo en la Casa Gris la Secretaría de Desjudicialización de Conflictos Interpersonales en manos de la desplazada. Un enroque político con título rimbombante: "Reestucturación en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos", que habrá que ver si alcanza para repechar el primer fracaso de Binner en un área muy sensible: la falta de política frente a la impunidad.
La comisión de Derechos y Garantías había convocado a Bressa y el ex diputado Oscar Blando designado hace dos semanas al frente de los programas de Derechos Humanos del gobierno para que expliquen el plan de protección a testigos y víctimas de delitos de lesa humanidad que se diseñaba en la Casa Gris. Pero la propuesta de Bressa para brindar asistencia psicológica a verdugos alteró la agenda.
La reunión comenzó entonces con una exposición de Blando, que se esmeró durante 20 minutos por explicar el nuevo programa del gobierno. Pero la intentona se desplomó en segundos. "Nosotros teníamos entendido que la doctora Bressa no iba a estar acá", lo cruzó la abogada Nadia Schujman, de la agrupación Hijos de Rosario. "Nosotros no vamos a discutir políticas con la doctora Bressa luego de sus declaraciones. Creemos que tiene que renunciar. La única manera que quede claro que este gobierno no avala los dichos de la señora es que renuncie, sino no podremos discutir más políticas con la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia. Quedará claro que esta es la concepción de este gobierno. Si es así, nosotros no tenemos nada que discutir con ustedes. Nosotros esperábamos otra cosa, porque si no, ni siquiera hubiéramos venido", advirtió Schujman.
Bressa ensayó un descargo tibio. "Lo único que voy a decir es que nunca aboné a la teoría de los dos demonios, en mi vida. Quienes me conocen y pueden rastrear lo poco que hice, porque tampoco hice grandes cosas, verán quién soy yo, qué hice yo y dónde estuve parada, siempre. Yo no abono la teoría de los dos demonios. Desgraciadamente, no fui clara para explicarlo. Es todo lo que puedo decir. Me siento mal si alguien se sintió mal. Pero no pido disculpas porque no es una cosa que hice adrede ni a propósito. Simplemente, a lo mejor, comuniqué mal", dijo Bressa. Ya sonaba a despedida.
Otra abogada de Hijos de Santa Fe metió más presión. "Creemos que el único gesto del gobierno de la provincia tiene que ser la renuncia de la actual secretaria de Derechos Humanos, dijo Lucila Puyol. Su colega, Lucas Ciarnello insistió en el planteo: "Hasta tanto no se rectifique la política del Poder Ejecutivo y la única forma de hacerlo es a través de la renuncia de la doctora Bressa, no nos vamos a sentar a discutir", agregó.
La situación era tan tensa que hasta los diputados del Frente Progresista enmudecieron. Ninguno de ellos jugó una sola palabra en defensa de Bressa: Inés Bertero optó por una retirada estratégica y el jefe del bloque, Raúl Lamberto, sólo agachó la cabeza.
Bressa estaba al borde del llanto. La ola de repudios había comenzado con Daniel García, quien denunció un centro clandestino en Rincón, donde estuvo secuestrado junto con su esposa, Alba Sánchez, durante la dictadura. Ayer, Alba estaba sentada a su lado. "Doctora Bressa: sus declaraciones en el diario no dejan lugar a equívocos", dijo García, mientras señalaba un ejemplar de Rosario/12 del martes. "Ya transcurrieron más de 24 horas y se tiene que haber dado cuenta de la barbaridad que dijo. Entonces, tengo que hacerle un pedido: cuando salga de acá, vuelva a su despacho, presente su renuncia y ¡váyase!".
Pero García también apuntó más arriba. "La responsabilidad de esto excede a la doctora Bressa dijo. Yo tengo 24 años en la administración pública y nadie hace nada si el superior no lo sabe. Esto va más allá de la doctora Bressa".
La reunión terminó entre silencios y voces bajas que Bressa aprovechó para salir lo más rápido que pudo. Tres horas después, apareció en la Casa Gris. Eran casi las dos de la tarde. "¿Cuál es su situación?", le preguntó Rosario/12 cuando ingresaba al despacho de Binner. Bressa contestó con un portazo que retumbó en el primer piso. El secretario del ministro de Gobierno, Antonio Bonfatti, trató de disimular el golpe. Fue su último acto como secretaria de Derechos Humanos de la provincia. Adentro, la esperaban Bonfatti y Superti. Binner ya había hablado por teléfono con Acosta: "¿Quéres ser secretaria de Derechos Humanos?", le había preguntado el gobernador. "Vos sabés que yo siempre quise ese cargo", le contestó su amiga.
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