Domingo, 13 de diciembre de 2015 | Hoy
SANTA FE › LIFSCHITZ EN UN CONTEXTO DE BUENAS CONDICIONES PARA GOBERNAR.
Juró como el tercer gobernador socialista de Santa Fe, al término de su mandato habrá transcurrido más de un década de gestión del partido de la rosa. Las condiciones para que resulte una gestión progresista dependen más que nada del mismo mandatario.
Por Pablo Feldman
Miguel Lifschitz juró como el tercer gobernador socialista de la provincia de Santa Fe, con lo cual al término de su mandato habrá transcurrido más de un década de gestión del partido de la rosa. ¿Por qué empezar por el final? Precisamente porque el discurso de asunción del nuevo gobernador sugiere la concreción de un ciclo cuyo final o prosecución depende de los próximos cuatro años. Así ocurrió en la principal ciudad de la provincia, y la bisagra del tercer mandato lo extendió a otros tres, enfrentando Mónica Fein un desafío similar al que tuvo Hermes Binner en el comienzo del milenio. El contexto ahora es diferente, sin dudas mejor, al punto que el flamante ministro de Economía de la Nación, Alfonso Prat Gay dijo el mismo día en que asumió que "Argentina esta en buenas condiciones". En el primer día de gestión, el gobernador estuvo ayer en la residencia de Olivos, ML fue distinguido integrando la mesa de la conferencia de prensa posterior al asado junto al presidente y los gobernadores de Buenos Aires, Salta y Mendoza. No fue una casualidad: Un socialista, un peronista, una del Pro y un radical. La foto fue más importante que la seguidilla de preguntas y respuestas, y la foto de los 24 gobernadores mucho más que la conversación en una mesa dispuesta de tal modo que hubiera sólo camaradería.
Ya de regreso en Santa Fe, pasado el día viernes de gran emoción personal y festejos tal como él mismo lo ha dicho y el encuentro con el presidente, ML debe abocarse a los problemas impostergables de la provincia. Lo dijo en su discurso ante la Asamblea Legislativa, el tema del narcotráfico como factor definitivo del crecimiento del delito no admite dudas ni postergaciones. Así lo entiende el gobernador y su ministro que garantizando la continuidad de las fuerzas federales en la provincia fue acordado por Patricia Bullrich y Maximiliano Pullaro, antes de asumir ambos consiguió la prórroga de la "emergencia en seguridad" por parte de la Legislatura por espacio de un año más. Lapso suficiente en el que deberían dar frutos los nuevos programas de control del delito, adecentamiento policial y activación del Poder Judicial.
Nada de lo que haga ML en las otras áreas en las que ya ha demostrado solvencia de gestión tendrá valor si no se encamina la solución del flagelo que más preocupa a los santafesinos, que ha visto fracasar a ministros y desfilar jefes policiales como nunca en la década anterior. Para ello, como el propio mandatario lo ha expresado es necesario el concurso de las fuerzas federales y un cambio de actitud en la justicia provincial, difícil de imaginar sin cambios de nombres y metodologías en los despachos oficiales.
El combate contra delito es importante, pero más aun lo es erradicar la impunidad. Y si bien no es resorte exclusivo del Poder Ejecutivo, las señales que emita, los primeros pasos serán fundamentales. Los jueces, en muchos casos "hacen la plancha" porque el contexto se lo permite. Una acción decidida del Ministerio Público y el respaldo desde el gobierno a quienes quieren hacer las cosas bien debería obrar como "despertador" para muchos auxiliares de las justicia en todos los niveles.
En su discurso, ML destaco la necesidad del diálogo aún estando en mayoría en la Cámara de Diputados y a resguardo de una mayoría que no es especial en el Senado parece una definición acorde con el mapa político de la provincia, más allá de que Miguel Del Sel sigue llorando por los rincones y sugiriendo que no le ganaron la elección, o que el equilibrista de Rafaela, ni lerdo ni peresozo, ya tomó la bara y pasea por la cuerda entre el kirchenirsmo y el antikirchnerismo, por ahora dentro del PJ en una incipiente agrupación que bien podría llamarse "perotismo".
El plan de obras, el equilibrio territorial, el compromiso de austeridad y otros enunciados son reconocidos, pero de cara a los tiempos que han empezado la promesa de un gobierno "bien progresista" además de cívico y social, es la más relevante de todas. Como se dijo en los primeros párrafos, Santa Fe tendrá como lo tuvo Rosario en los '90 la extraordinaria oportunidad de destacarse por sus políticas en Salud, Educación, Cultura e inclusión social.
Para ello debería recuperar la mística fundacional, asumir riesgos y aceptar desafíos. Nadie dice que vaya a ser una tarea sencilla, pero el contexto y la praxis política que se vislumbra en la nación deberían oficiar como "motivadores". Más allá de la compleja construcción del Frente Progresista, de los apuros de algunos dirigentes de lo que queda de la UCR por sumarse a "Cambiemos", algunos nombres del gabinete, su historia, sus orígenes, aparecen como un antídoto que podrá probar su efectividad a la hora de las asignaciones presupuestarias, el orden de prioridades y la consecuencia en los principios. "Va a ser un gobierno bien progresista", dijo Lifschitz. Las condiciones son las más propicias, que así resulte depende más que nada de él mismo.
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