Viernes, 8 de enero de 2016 | Hoy
SANTA FE › ESPECTACULAR FUGA Y TIROTEO EN SANTA FE DE LOS MáS BUSCADOS DEL PAíS
La violenta cacería de 500 efectivos sobre
los Lanatta y Víctor Schillaci, entre
Coronda y los campos de San Carlos Sud
Por Luis Bastús
Al undécimo día de búsqueda y anuncios fallidos sobre la suerte de los tres fugitivos del penal de General Alvear, condenados por el triple crimen de General Rodríguez, la liebre no saltó en Ranchos ni en Quilmes, sino en la pampa gringa de Santa Fe, y a balazo limpio y cacería incierta por los maizales y taperas que abundan en un diámetro de 40 kilómetros con epicentro en la intersección de los departamentos Las Colonias, San Jerónimo y La Capital. Christian y Martín Lanatta, y Víctor Schillaci irrumpieron ayer en el centro de la provincia con dos francos enfrentamientos contra patrullas de Gendarmería. Así balearon con un fusil automático liviano (FAL) a dos efectivos, uno de los cuales estaba grave, y continuaron la fuga repostando vehículos hasta continuar a pie según creen sus perseguidores y perderse en la noche de los campos, quizás cercados, pero todavía inalcanzables para más de 500 hombres y tres helicópteros que los buscaron más allá de la caída del sol.
La acción empezó temprano, y haría las delicias de la televisión a lo largo de una jornada larga. Cuando la atención todavía estaba centrada en la hipótesis de que los prófugos ya hubieran saltado a Paraguay, Gendarmería tuvo el dato de que el trío aguantaba en una casa abandonada en las afueras de Coronda. El juez federal Sergio Torres libró la orden de allanamiento y medio centenar de gendarmes rodeó y copó una vivienda en ruinas. Erraron el blanco, porque los fugitivos estaban en un galpón contiguo. Luego comprobarían que allí habían pernoctado, a juzgar por restos de comida, un calentador y botellas de agua que encontraron. También encontraron en el galpón la Renault Kangoo que le habían robado a la ex suegra de Schillaci la semana pasada en la provincia de Buenos Aires. Cuando casi todos se habían alejado, uno divisó a tres hombres en un lote de soja lindero. Pero vestían como policías, y se identificaron como tales. Por sorpresa, uno de ellos -suponen que Schillaci, que es instructor de tiro- apuntó con el FAL y le atravesó un brazo a un gendarme. El herido tiene 44 años, rosarino, y su vida no corría peligro.
Los delincuentes los redujeron, les robaron las armas y la camioneta VW Amarok, y partieron raudos hacia el oeste. Si su objetivo era seguir por ruta 11, allí resolvieron cambiar los planes.
Gendarmería también movió sus piezas, pero todavía sin dar aviso al Ministerio de Seguridad provincial, cuyo titular, Maximiliano Pullaro, reprocharía luego y en privado esa actitud de la fuerza federal, dependiente de la ministra Patricia Bullrich. Esta iba a volar hacia el teatro de operaciones cuando parecía que la cacería daría sus frutos, pero al final, en vista de los resultados, desistió.
Los fugitivos cambiaron de vehículo en el trayecto. En algún lugar del trayecto se hicieron de una Citröen Berlingo y continuaron la fuga así, adentrándose por caminos rurales del departamento San Gerónimo. Atravesaron el pueblo de Gessler y siguieron hacia el norte por la ruta provincial nº 6. Faltaba un rato para las diez de la mañana. En el cruce con un camino rural, 4 kilómetros antes de llegar a San Carlos Sud -170 kilómetros al norte de Rosario, los esperaba un retén de gendarmes preparados para lo que fuera. La Berlingo no se detuvo, y de uno y otro bando se cruzaron los disparos.
El gendarme Walter Aguirre, bonaerense de 31 años, fue blanco de un disparo de FAL en el pecho. Anoche estaba grave en el hospital Cullen, de Santa Fe.
Los fugitivos sortearon el obstáculo y siguieron con los impactos de bala en la carrocería del utilitario. Lo abandonaron en un camino rural entre San Carlos Norte y San Agustín, y se les perdió el rastro.
Recién entonces Bullrich ordenó avisar al gobierno de Miguel Lifschitz lo que estaba sucediendo.
La zona, amén de las arboledas que salpican aquí y allá el damero de caminos de tierra que conducen a docenas de chacras, pocas con residentes y muchas con taperas, es un mar verde de soja y maíz encañado. Los perseguidores suponían anoche que si los fugitivos todavía continuaban juntos, quizás se habrían guarecido entre las vigorosas plantaciones del maíz bien regado por lluvias, que por estos días ya supera el metro y medio de altura.
No se informó si algún baqueano y cazador de liebres haya ofrecido sus galgos para encontrar con certeza lo que 500 efectivos y tres helicópteros no pudieron en toda la tarde.
Mientras tanto, en el rectángulo formado por Coronda, Gessler, las rutas 6, 19 y 11 no se habló de otra cosa. Las calles de pueblos chicos como San Agustín, Matilde y San Carlos Norte, se tornaron desiertas por varias horas. El jefe comunal de la primera localidad, de 500 habitantes, directamente recomendó a sus vecinos que permanecieran en sus hogares. En cambio, quedó la preocupación por la población rural de la zona, que quedó a merced de la noche y de tres prófugos armados y dispuestos a todo.
Los helicópteros revolotearon los maizales, taperas y cascos de chacra sin divisar a los Lanatta y a Schillaci. Dijeron que hacia las dos de la tarde, una avioneta pareció que iba a aterrizar en las afueras de San Agustín y que levantó vuelo y siguió de largo. No se precisó si pudo haber sido el rescate que esperaban los fugitivos o un aeroaplicador fumigando lotes de soja, tal vez.
La búsqueda había disminuido al cierre de esta edición. Quedaba en el tintero la afirmación del fiscal Jorge Di Lello, que llegó a aseverar su sospecha de que "los tres prófugos tienen el soporte de una organización criminal de la provincia de Santa Fe que les permite manejarse o evadir sin ser recapturados". Desde el Ministerio de Seguridad, un funcionario lo escuchó y masculló su bronca. Había sido un día muy largo, y la pampa gringa seguía siendo un misterio ya oscuro.
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