SANTA FE › SIETE DíAS EN LA CIUDAD.
La administración socialista volvió a las tensiones con el gobierno nacional por el narcotráfico. Los antecedentes del tironeo con el kirchnerismo y los vueltos que creen estar pagando. Fuera del poder, la lucha por el partido desató una ola de afiliaciones en el PJ Rosario. El rechazo a Macri y el temor a cierta dirigencia peronista impulsan el fenómeno.
› Por Leo Ricciardino
Los gobiernos pasan, el estigma sobre Rosario y la provincia queda. Podría ser un eslogan para la administración del Frente Progresista, Cívico y Social. Las tensiones que desarrolló el gobierno de Antonio Bonfatti con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner por el narcotráfico en la provincia se reeditan ahora en el gobierno de Mauricio Macri con la administración de Miguel Lifschitz. Hay matices y diferencias no tan sutiles.
La administración kirchnerista le puso preso a un jefe policial al socialismo, Bonfatti creyó siempre que el fiscal Juan Murray era más un militante que un hombre de la Justicia, y éste a su vez desconfió desde el inicio del sancocho jurídico que estaban haciendo desde Santa Fe con la causa Los Monos. Dicho sea de paso, este trámite judicial terminó como lo había anticipado el fiscal federal: con pocas pruebas, un juicio abreviado con penas menores, con un juez como Juan Carlos Vienna al borde del jury y con un prófugo que sigue poniendo en ridículo a todos.
El socialismo creyó que su gobierno no valía más nada cuando vio en aquel momento la tapa de Página/12 anunciando que la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) había detenido al comisario Hugo Tognoli. Denunciaron una operación de prensa, pero el ex jefe de Policía nombrado por Hermes Binner aún sigue tras las rejas y acumuló una causa más por la que ya está condenado.
El hecho fue recordado por Elisa Carrió hace pocos días, cuando atacó sin escrúpulos a Bonfatti después del ridículo en el que quedó el gobierno de Cambiemos, durante lo que duró el sainete de la recaptura de los Hermanos Lanatta y Víctor Schillaci en tierras santafesinas.
La diputada socialista Alicia Ciciliani pretendió hacer una síntesis tras el ataque público de Lilita Carrió: "¿Qué diferencia hay entre esto que hace Carrió y lo que hizo en su momento El Cuervo Larroque que nos llamó narcosocialistas?", se preguntó públicamente la legisladora al desarrollar la teoría de que no hubo errores propios en este delicado asunto.
A la vista, sin embargo hay una diferencia. El gobierno anterior marcó políticamente un grosero error de la administración del FPCyS al nombrar a un jefe que protegía narcos y que dejó a la policía auto regularse hasta caer en una espiral de connivencia intolerable. Mientras que el gobierno actual intenta disimular en el ataque a la provincia sus propios errores operativos en la recaptura de los prófugos de General Alvear. Y de paso, cobrar algunos vueltos.
La relación del socialismo con el grupo Clarín, siempre fue tirante y enigmática. El propio Bonfatti lo sintió en carne propia en una de las últimas entrevistas que concedió como gobernador en los estudios de TN. El mandatario no la pasó nada bien llegado el punto de tocar el tema narcotráfico, con las repreguntas de los periodistas tenían el filo de un estilete y no le concedían una tregua en el ping pong al que lo estaban sometiendo. Y ahora esta situación planteada por el mismo grupo periodístico poniendo al aire no sólo una entrevista con el prófugo Monchi Cantero, sino también apoyándola con un informe que transformó al barrio Las Flores, poco menos que en Sinaloa.
"No se van a llevar a Santa Fe por delante", bramó Lifschitz sumamente dolido por lo que considera una operación en su contra y hasta se acordó de la cantidad de DNU que firmó Mauricio Macri desde el inicio de su gestión, un tema sobre el que no se había expedido aún el gobernador.
Entre la dirigencia del PS piensan dos cosas: la primera es que Clarín aún no les perdona (y quizás nunca lo haga) el hecho de haber votado la Ley de Medios. Y la otra cuestión pasa por los recelos que había generado en su momento la candidatura nacional de Binner, que entorpecía el camino hacia alianzas de cualquier tipo para imponerse el kirchnerismo en las elecciones. No dejan de agregarle el resquemor que generó también el triunfo de Lifschitz sobre Del Sel por sólo 1.500 votos. En definitiva, el frente Cambiemos no confía en el socialismo.
El escenario puedo ponerse aún más complicado si el radicalismo provincial empieza a tomar partido por el frente nacional en lugar de hacerlo por el frente provincial que también integra. La interna del FP en la provincia estará sin dudas impulsada por el gobierno nacional, que ya ha demostrado mayor entusiasmo por la figura del intendente José Corral que por el gobernador Lifschitz.
El PJ está de moda
A todo esto, el peronismo en la nación y en la provincia está más preocupado en su futuro inmediato que por la suerte de los oficialismos a los que deberá enfrentar el año próximo. El desbande fue tan grande que los grupos van y vienen detrás del menor atisbo de conducción política. Pero los jefes esperan, pacientes, y no quieren precipitarse.
Por eso Sergio Massa se apuró a sacarse de arriba el nombramiento que le dio como jefe de la oposición el presidente Macri en Davos. Lo propuso a José Manuel de la Sota para el cargo. Pero la jugada ya quedó al descubierto y ahora lo cargan a Massa diciendo que abrió la unidad básica Davos. Los gobernadores hicieron un paso importante en la reunión de San Juan a la que apoyó fervorosamente Omar Perotti. Como siempre, si de paciencia se trata, nunca hay que descartar a Daniel Scioli, que envió a su hermano Pepe al cónclave de los mandatarios peronistas.
En tanto, en la provincia la cautela se puede palpar en cada definición. El ex ministro Agustín Rossi sabe que el kirchnerismo ha fidelizado un porcentaje de votos y así está dispuesto a hacerlo valer ante aquellos que se apuran por jubilarlo junto a los dirigentes que se identificaron sin medias tintas con el gobierno anterior. "Perdimos en todas las zonas rurales de Santa Fe, pero hay un porcentaje muy importante de voto kirchnerista en las grandes ciudades", dice Rossi para informarle a Perotti que de esa manera llegó al 30 por ciento como candidato a gobernador.
Nadie se engaña con la plaza de Martín Sabbatella en Rosario, pero no dejan de entusiasmarse con la cantidad de gente que había allí: mucho independiente de clase media que está identificado con el kirchnerismo, pero que sobre todo se define por su oposición al gobierno de Macri. Esta misma sensación es la que se ha plasmado en la ola de afiliaciones que se dio en las últimas semanas en el PJ Rosario. A un ritmo de unas 60 fichas completadas por día promedio, en lo que va de enero hay casi dos mil afiliados más al peronismo sólo en la ciudad. Los concurrentes manifiestan dos cosas claras al completar el trámite: La necesidad de participar para que el partido no caiga en manos de cualquiera y el rechazo al gobierno de Cambiemos.
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