SANTA FE › REVELACIONES EN EL JUICIO POR EL ATAQUE DURANTE LA DICTADURA A LA CASA DE CASTELLI 4531.
Es la casa donde el 11 de febrero de 1977 asesinaron a Enrique Cortassa, a su esposa embarazada a término, Blanca Zapata y a la compañera de ambos, Cristina Ruiz de Ziccardi. Ahora se sabe que uno de los chicos se salvó porque estaba de visita en otra vivienda.
› Por Juan Carlos Tizziani
Desde Santa Fe.
Los jueces del Tribunal Oral de Santa Fe caminaron esta semana por las mismas calles de tierra y pavimento del barrio Piquete Las Flores, en el norte de la ciudad, donde el Ejército desplegó sus "acciones bélicas", el 11 de febrero de 1977. Un supuesto "enfrentamiento" en el que cayeron "abatidas dos subversivas de Montoneros", según la propaganda de la dictadura. El jueves, dos testigos en el juicio por la megacausa, Susana y Luis Villalba, ratificaron en el lugar de los hechos la otra historia. El ataque a la casa de Castelli 4531 fue una masacre que le costó la vida a Enrique Cortassa (secuestrado y desaparecido desde entonces), a su esposa embarazada a término, Blanca Zapata ("descerebrada" y en "coma profundo" por un balazo en la frente que agonizó hasta el 23 de febrero) y a la compañera de ambos, Cristina Ruiz de Ziccardi (que murió de otro disparo en la cabeza). Sobrevivieron los tres chicos: Paula Cortassa de un año (que es María Carolina Guallane), Ramón Ziccardi, de 5 y su hermanito Hernán, de un año y cuatro meses. Luis y Susana relataron el bombardeo a la casa de los Cortassa, cómo sacaron "caminando" y "a los golpes" a Enrique y en "una camilla" a Blanca, el tiempo que ampararon a Carolina y el saqueo militar a sus vecinos. La reconstrucción de la memoria reveló otro hecho desconocido: el vecino de la esquina, Martín Molinas, que será convocado a testimoniar en la audiencia del jueves, dijo que Ramón Ziccardi estaba en su casa en el momento del ataque. Luis ya comentó que Cortassa salió a buscar a "Moncho", pero no lo vio regresar con el niño. Ahora, Molinas agregó que el mayor de los Ziccardi había ido a jugar a su casa con su hijo Claudio y eso lo salvó.
Susana y Luis vivían en Pasaje Boedo 4509, enfrente del patio trasero de los Cortassa, que entonces cerraba con tejido de alambre. El ingreso a la casa de Enrique y Blanca era por Castelli 4531, pero el terreno llegaba hasta la calle de atrás. Desde allí, los Villalba vieron aquel ataque del Ejército. No hubo resistencia ni disparos desde el interior de la casa. Susana y Luis ya contaron esa secuencia del terror varias veces: la primera, en 1998, ante el colega de El Litoral, José Luis Pagés. Después, en el Juzgado Federal, que entonces estaba a cargo de Víctor Brusa, hoy condenado por delitos de lesa humanidad. En noviembre del año pasado, cuando les tocó declarar en el juicio por la megacausa y el jueves, en la inspección judicial en el barrio, que es la primera en casi 40 años.
La masacre de la calle Castelli recién comenzó a investigarse en 1998, pero pasaron 18 años para que llegara a juicio, en el que ahora hay tres imputados: el ex juez de Menores Luis Vera Candioti, el coronel Carlos Enrique Pavón -ambos por la "supresión de identidad" de Carolina- y el ex coordinador del Area 212 Juan Calixto Perizzotti por los "homicidios" de Enrique Cortassa, Blanca Zapata y Cristina Ruiz de Ziccardi. Los otros autores mediatos quedaron impunes: el ex jefe del Area 212 Juan Orlando Rolón y el ex subjefe del Destacamento de Inteligencia Militar 122 Jorge Roberto Diab, ya fallecidos.
Pero en otra causa que investiga a los autores materiales de la masacre de Ituzaingó y Las Heras, el 19 de enero de 1977, donde mataron al líder de la columna Santa Fe, Osvaldo Pascual Ziccardi (esposo de Cristina Ruiz y padre de Ramón y Hernán) está preso un ex cabo del Ejército Luis Alfredo Gómez por su "directa intervención en el procedimiento". En su legajo, Gómez mencionó tres "acciones bélicas" en las que participó como cuadro del Comando de Artillería 121 al mando de Rolón y suboficial del Grupo de Empleo Inmediato (GEI): una es Ituzaingó y Las Heras y la otra, en "la zona de la curva de Rosses (sic) integrando el GEI del Comando de Artillería". Según el fiscal Walter Rodríguez, este segundo operativo sería el del 11 de febrero de 1977, en la casa de calle Castelli 4531, que "está a pocas cuadras de la curva de Rosses" y le costó la vida a Cristina Ruiz de Ziccardi, Blanca Zapata -que falleció doce días después en el hospital Piloto-, desapareció Enrique Cortassa y fue "apropiada la menor Paula Cortassa, hechos que conforma el objeto procesal de otra causa", explicó.
Los Villalba señalaron todos los lugares que recorrieron los jueces del Tribunal, Ricardo Vásquez, Beatriz Caballero de Barabani y Omar Digerónimo. "Los testigos -dijo el fiscal Martín Suárez Faisal- ratificaron lo que habían dicho en la audiencia" de noviembre, pero "ahora indicaron dónde habían sucedido los hechos. Y eso es muy importante. Mostraron cuál era la casa de (otro vecino, Mariano) Maciel, que fue la primera que bombardearon. Dónde vivía la vecina de los Cortassa (Blanca Giuliano) que señaló al Ejército la casa que buscaban y cómo ellos recibieron a Carolina".
La casa de los Cortassa fue atacada por los dos flancos: la entrada de Castelli y el patio trasero de Pasaje Boedo, donde los Villalba vieron cómo un hombre de civil tiró una granada. Susana dijo que el represor tenía un fusil en la mano.
Luis había podido llegar a su casa por el patio de su tío, Angel Arias, quien vivía en la esquina, en Pasaje Boedo 4507 y también fue detenido. "Angel era uno de esos hombres que hablan fuerte y ese día salió a la calle y gritó: "¿Ustedes creen que con bombas van a arreglar todo?". Luis dijo que Angel estuvo preso "cuatro meses", su tía le llevaba la comida a la seccional 14ª, que está en el barrio, los policías la recibían, pero resulta que "mi tío estaba en la Guardia de Infantería Reforzada".
En frente de Arias, cruzando la esquina de Pasaje Boedo y Aguado, vivía Martín Molinas, que el jueves reveló que el mayor de los chicos Ziccardi estaba en su casa en el momento del ataque. "El Monchito venía todos los días a jugar a mi casa, con mi hijo Claudio. Se quedaba, tomaba la leche, se la pasaba acá", dijo Molinas.
-Entonces, ¿el chiquito estaba en su casa? -insistió Rosario/12.
-Si, con mi señora y mi hijo. Yo llegué más tarde, cuando ya había pasado todo. Me dejaron entrar porque les dije que vivía en la esquina -contestó. "Después, vinieron a buscar al nene", posiblemente policías.
El abogado de Abuelas de Plaza de Mayo, Santiago Bereciartúa, ponderó la inspección del jueves porque el relato de Susana y Luis Villalba "robusteció totalmente el testimonio" de ambos. "Ellos pudieron señalar las distancias y la valoración de los hechos. Por ejemplo, señalaron dónde estaba esta persona (que operaba de civil) que tiró la granada adentro de la casa. Por lo que pudimos ver, Luis estaba a muy corta distancia. Y lo mismo, cuando dice haber visto a Blanca Zapata que la sacaban en una camilla, él se acercó a muy corta distancia. Y eso es muy importante. No es lo mismo que una persona diga que vio algo a que se haya acercado a un metro y medio y ver cómo estaba físicamente". Luis y Susana dijeron que Blanca estaba viva.
La inspección "nos dio una referencia de que los hechos ocurrieron como lo cuentan los testigos", dijo Bereciartúa. "Es muy importante venir al lugar, presenciar y ver las distancia y la contundencia con la que repiten todo lo que dijeron en la audiencia, porque tienen un recuerdo vivo de lo que pasó y porque no hay otra forma de que los hechos hayan sucedido de otra manera a la que ellos los relatan", concluyó el abogado.
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