Mar 03.04.2007
rosario

SANTA FE

"El agua demora en bajar y la gente ya perdió la paciencia"

Lo dijo ayer uno de los líderes del piquete que protagonizaron
vecinos del barrio Chalet, uno de los más afectados. Ayer hubo
cortes en el acceso al puente que une Santa Fe y Santo Tomé.

› Por Juan Carlos Tizziani

desde Santa Fe

Los piquetes se han convertido en el grito de los inundados. Cientos de santafesinos del cordón oeste salieron a cortar avenidas y rutas en demanda de asistencia y amparo. Muchos, sobreviven en los techos de sus casas inundadas con hasta un metro de agua para protegerse de robos y saqueos, mientras que otros optaron por improvisar algún campamento en zonas más altas. Ayer, unos 300 vecinos del barrio Chalet bloquearon el acceso al puente Carretero entre Santa Fe y Santo Tomé, donde hasta instalaron una carpa y una olla popular. "La situación está cada vez más grave porque el agua no baja y la gente se pone más violenta", dijo uno de los líderes de la protesta. Chalet es el barrio más bajo, en algunos lugares, tiene hasta un metro y medio de agua, aunque -a seis días de la crisis- el agua ya es un líquido marrón nauseabundo donde flotan la basura y los desechos. Santa Fe quedó prácticamente aislada después de un día y una noche en la que los cortes se multiplicaron también en el norte de la ciudad (cinco piquetes sobre la avenida Peñaloza), en el acceso a la autopista Santa Fe-Rosario (en Perón e Iturraspe, aunque éste se levantó después), en Santo Tomé (seis sobre la ruta 11 que coincide con las avenidas Luján y Ricchieri) y en la ruta 19 (a la altura de las vías). Un cerrojo que se estrecha, sobre todo de noche cuando crece la demanda de alimentos y la zona inundada es una boca de lobos, sin luz y a la buena de Dios.

Los vecinos del barrio Chalet ya habían cortado el acceso al puente Carretero -la única vía segura para ingresar a la capital santafesina-, pero ayer al mediodía estaban decididos a instalarse sobre la ruta 11 hasta que alguien escuche sus reclamos. A media tarde ya habían tendido una carpa entre la banquina y la calzada. "La situación está más grave porque el agua no baja y la gente se pone más violenta", dijo José Ravello que lideraba al grupo. Eran unas 300 personas, aunque el número de manifestantes variaba con el ir y venir. "Queremos que los funcionarios vengan y vean lo que pasa en el barrio. Sabemos que el gobernador Obeid no se va a acercar, pero que mande al intendente (Martín Balbarrey) o algún otro para que vea como vive la gente". En la lista de demandas figuraba la asistencia médica y baños químicos para los vecinos que improvisaron una carpa en las banquinas de la ruta porque "no puede ser que hagan sus necesidades a cualquier lado", insistió Ravello. "Eso es lo que pedimos, que baje algún funcionario y el corte se levanta", aseguraron.

A las tres de la tarde, la fila de vehículos se extendía más de 500 metros. El piquete dejaba pasar ambulancias, vehículos de la Gendarmería y la Policía, algunos ómnibus de larga distancia y los micros interubanos que cubren Santa Fe y Santo Tomé. Hasta que alrededor de las cuatro, la presión se descomprimió cuando el tránsito fue derivado por la autopista Santa Fe-Rosario que unas horas antes había estado cortada por el agua en la zona de La Tatenguita y la noche anterior por un piquete en Iturraspe y Perón. Pero a la tarde se habilitó una mano y por allí se derivó el tránsito liviano y pesado.

"La gente está indignada por este espectáculo que dan los políticos. Hoy (por anoche) vence el plazo para el cierre de listas de candidatos y nadie viene. No hay asistencia de ningún tipo. Nos quisieron conformar con un sándwich y una manzana que nos trajo Prefectura, pero los que están arriba de los techos no reciben nada", dijo Gabriela Pena, otra de las mujeres del corte.

A pocas cuadras del corte, otro vecino seguía agregando carteles en el piso alto de su casa, que está a 30 metros de la ruta, rodeada de agua. Ya había escrito "2003, Alvarez; 2007, Balbarrey". Una confirmación de que las heridas de la catástrofe del 29 de abril de 2003 -cuando el intendente era Marcelo Alvarez- se reabrieron ahora, cuatro años después. El hombre (de 65 años) encontró un vehículo para canalizar su protesta: los carteles en su balcón. Y le puso la firma. "Yo me llamo Domingo Silva", dijo desde la distancia, en un mar de tristeza y bronca.

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