Domingo, 27 de mayo de 2007 | Hoy
SANTA FE › LA INSEGURIDAD GOLPEA DURO EN LA CIUDAD CAPITAL
Primero fueron los padres que protestaron no enviando sus
hijos a clases, luego el transporte público que cambió los
recorridos, y ahora las ambulancias no entran en varios barrios.
Desde Santa Fe
La crisis de inseguridad volvió a golpear a los santafesinos. Ya en las escuelas, los padres sorprendieron al no enviar a sus hijos a clases, hartos de asaltos y robos a docentes y alumnos. Después, los choferes del servicio de transporte urbano -cuando no están en huelga, como este fin de semana- decidieron esquivar los barrios violentos, cansados del vandalismo y los piedrazos. El jueves siguieron los trabajadores públicos con paros simbólicos de una hora por turno que se sintió mucho en los hospitales en demanda de seguridad. Y ahora, son los médicos y enfermeros de las ambulancias del Servicio de Emergencia de la provincia que no ingresarán a la zona roja -el cordón oeste y el norte de la ciudad- si no es con custodia policial. El detonante fue un feroz ataque al chofer, al enfermero y a un médico de una ambulancia, a quien le rompieron la cabeza con una tabla. "Esto es cada vez más grave. Cada vez, peor. No vamos a esperar a que maten a compañero para advertir sobre la situación que se vive en Santa Fe", denunció uno de los delegados del gremio estatal UPCN en el sistema de emergencia 107, Héctor Reible.
"La situación en la zona marginal de Santa Fe es dramática. Hay mucha gente que vive allí no porque le guste sino porque no tiene otra alternativa. Sabemos que es así. Pero a veces nos llaman a los barrios, pero no por un servicio de emergencia sino para robarnos nuestras pertenencias particulares: la radio, todo lo que sea de valor. Nos llaman y después nos ponen un revólver en la cabeza y nos sacan todo", afirmó Reible.
Ya en abril, UPCN se hizo eco de los reiterados reclamos de los trabajadores del Servicio de Emergencias 107 por las agresiones físicas y verbales que padecían en los barrios. El gobierno respondió con una vieja receta: envió patrullas policiales para que custodien a las ambulancias, pero cuando se apaga la luz mediática "volvemos a lo mismo", dijo otro de los delegados sindicales, Mario Sviatek.
"Lamentablemente, la situación no se ha modificado desde abril. Por eso, tomamos la decisión de no ingresar a las denominadas zonas rojas sin el acompañamiento policial. Mientras esté garantizada la custodia policial nosotros vamos a ingresar a los barrios para hacer los servicios; de lo contrario, no lo haremos".
-¿Y cuales son esos barrios?
-Hoy es prácticamente la mitad de la ciudad. Concretamente podemos decir: Santa Rosa de Lima, San Agustín, Guadalupe Oeste, Don Bosco, Acería. Pero, en definitiva, es toda la zona oeste y norte de la ciudad -explicó Sviatek.
Para Reible los llamados de atención son permanentes. "Nosotros, venimos alertando sobre la inseguridad desde hace muchísimo tiempo, pero parece que nadie escucha, que hasta que no maten a uno de nosotros nadie va a hacer nada. Bueno, en estos días le rompieron la cabeza de un palazo al médico de una ambulancia y le pegaron al chofer y al enfermero y todo siguió igual. El médico es un hombre contratado y que ni siquiera tenía seguro, así que lo curaron en el hospital (José María Cullen) de un tajo de 10 centímetros en la cabeza y se fue a su casa. Y no pasó nada.
-¿Hay algún patrón de conducta en los barrios violentos?
-No, no hay ningún patrón. La ambulancia llega a un lugar, ellos consideran que se demoró mucho y te pegan. Por ahí, no están en sus cabales, aparentemente por la droga, pero no hay ningún patrón.
Sviatek advirtió sobre fallas en la custodia. "Hay que tratar ser más eficiente en el trabajo coordinado con los móviles policiales, en lo que nosotros llamamos 'el punto de encuentro'. En las avenidas trasversales, se estableció un punto de encuentro para ingresar a los barrios con custodia policial. Pero ¿qué sucede ahí? Generalmente cuando la ambulancia llega a ese punto de encuentro acordado con el Comando Radioeléctrico o con la comisaría de la zona, a la hora fijada, el móvil policial no se encuentra. Esperamos 10 o 15 minutos y muchas veces el móvil no aparece y cuando llega lo hace con 20 minutos de retraso a lo acordado. Entonces, ya transcurrieron 40 o 50 minutos desde que se llamó la ambulancia y es lógico que los familiares reaccionen ante una emergencia, así que esto genera situaciones de violencias tanto física como verbal".
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