Lunes, 11 de febrero de 2008 | Hoy
DEPORTES › CENTRAL EMPATO CON BOCA EN ARROYITO
Tras un primer tiempo sin peso ofensivo, y pese a ir en desventaja, el equipo de Madelón logró superar al xeneize en el juego. Después del empate marcado por el Kily hasta lo pudo ganar, pero Caranta tapó todas.
Por Alejo Diz
1 Central: Alvarez (6); Danelón (-), Ribonetto (7), Raldes (6), Papa (5); Costa (5), Borzani (6), Messera (5), González (6); Arzuaga (4), Vizcarra (5). DT: Leonardo Madelón
1 Boca: Caranta (7); Maidana (5), Cáceres (5), Paletta (5), Morel Rodríguez (6); Alvaro González (5), Battaglia (6), Cardozo (5); Riquelme (6); Palacio (6), Palermo (5). DT: Carlos Ischia.
Goles: ST: 27m Palacio (B) y 40m González (C).
Cambios: PT: 14m Espinosa por Danelón (C). ST: 15m Zelaya por Arzuaga (C), 28m Chavez por Alvaro González y Boselli por Palacio (B), 30m Damián Díaz por Messera (C), 39m Datolo por Cardozo (B),
Arbitro: Federico Beligoy
Cancha: Central
La luz de Juan Riquelme fue apenas un destello, que hizo daño, pero sólo un poco. Ocurrió que Boca fue eso, una ráfaga de inspiración de su diez. Entonces Central, que demoró 45 minutos en advertir el desgano de la estrella de la tarde, se hizo cargo del protagonismo, no con mucho fútbol, pero derrochando deseos suficientes para animar una tarde abundante de emociones, esas que se dan sólo cuando la redonda está en juego. Es que el canaya, que iba perdiendo a falta de un poco más de cuarto de hora, se fue con gusto amargo, a sensación de meta no alcanzada, más aún luego de ver las facilidades que ofreció el rival. El empate fue injusto, pero pudo haber sido derrota si Cristian González no sorprendiera con un zurdazo al ángulo, y victoria si Caranta no sacara una extraordinaria volea de Costa sobre el final.
A las 17 las expectativas daban cuenta de que un empate no sería un flaco debut. A las 18, ya con el primer tiempo agotado, eran muchos lo que se preguntaban si no había que arriesgar un poco más para aprovechar la inexpresión deportiva del adversario. A las 19, en cambio, los hinchas dejaban el Gigante preguntándose cómo se les escapó la victoria.
Riquelme jugó al trote, no con muchas ganas, llevando a su equipo a un deterioro funcional que no podía romper Palacio con sus corridas, y menos aún Palermo con su potencia. Ante ello Central ofrecía a un Messera corriendo para los costados, un Costa contenido quizá por algún apunte táctico y un Arzuaga lidiando contra su malogrado físico. Pero también con un Borzani de despliegue tenaz, un Vizcarra de entrega continua y un Ribonetto luciendo como patrón de estancia en su propia área, allí donde pretendían jugar las estrellas xeneizes.
Por todo esto, el primer tiempo fue un sostenido e intrascendente reparto de pelota, escenario que suponía mayor preocupación en los talentos visitantes que en los voluntariosos locales. Pero para el segundo tiempo hubo un cambio, y ello estuvo motorizado en el deseo mostrado por los auriazules.
Como primer variante, Central empezó a probar desde afuera del área, principalmente con la zurda del Kily, quien chocó con Caranta y cierta carencia de puntería. Al generar sensación de riesgo con lo propuesto por González, los pibes se desprendieron de algunos prejuicios, se animaron un poco más, como Vizcarra, que sacó una mediavuelta dentro del área que encontró su remate chocando en el segundo palo. Y como Zelaya, que probó su derecha con otro tiro desde afuera del área que se perdió muy cerca de poste derecho de Caranta. Hasta que Riquelme encandiló el Gigante con un toque magistral a Palacio, a quien dejó sólo frente a Alvarez para que marcara el gol con gambeta abierta.
Con esa sola acción Riquelme generó tanta injusticia en el marcador que Central reaccionó con determinación, volcando el juego al área de Boca e improvisando un dominio que encontró sus réditos cuando el Kily, con un nuevo zurdazo desde afuera del área, clavó la pelota en el ángulo derecho. Y luego fue por más el canaya, teniendo el triunfo en los pies de Costa y Zelaya, aunque Caranta se atajó todo, bancando un resultado que seguía siendo excesivo para su equipo y mientras Riquelme miraba, exhorto, merodeando por la mitad de la cancha.
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