1 Vélez: Sosa; Peruzzi, Sabia, Domínguez, Papa; Allione, Gago, Cerro, Insúa; Copete, Pratto. DT: Ricardo Gareca.

2 Ñúbel: Guzmán; Cáceres, Heinze, Vergini, Casco; Pablo Pérez, Mateo, Cruzado; Figueroa, Scocco, Maxi Rodríguez. DT: Gerardo Martino.

Goles: PT: 3m Casco (Ñ) y 40m Scocco (Ñ). ST: 37m Ferreyra (V).

Cambios: ST: Desde el inicio Ferreyra por Copete y Romero por Allione (V), 19m Orzán por Cruzado (Ñ), 29m Tonso por Figueroa (Ñ), 33m Bernardi por Pablo Pérez (Ñ) y Rescaldani por Insúa (V).

Arbitro: Néstor Pitana

Cancha: Vélez

Por tratarse de los dos mejores equipos del fútbol argentino del último año, la definición de la serie entregó la emotividad que se espera ante tanta paridad entre uno y otro. Ñúbel fue a la búsqueda de la revancha y en 45 minutos revirtió lo que había perdido en el Coloso del Parque, en la ida. Vélez enfureció, encontró reacción y descontó en el complemento, y el partido se encaminó a un desenlace lleno de tensión, entre un Vélez que empujaba a pura desesperación frente a Ñúbel que hacía lo que podía. Pero en el balance la lepra fue superior, y con un golazo de Milton Casco y otro de Ignacio Scocco hizo prevalecer sus buenos momentos de fútbol para dar el golpe en el Fortín y clasificar a los cuartos de final de la Copa Libertadores, instancia que no juega desde 1991.

El triunfo de Vélez en el Coloso no fue congruente al desarrollo que tuvo el partido. Al menos Ñúbel había reunido merecimientos para no perder. Los mismos que repitió ayer en Liniers y que llevaron en 45 a minutos revertir la serie.

Porque así como en la ida la lepra falló en la definición, ayer el equipo fue letal: primer avance colectivo, corrida de Casco, y gol del ex Gimnasia y Esgrima en definición por abajo tras pared con Figueroa.

Después del tanto apareció lo mejor de Ñúbel, agigantado en confianza y animado para desplegar su fútbol agresivo, con Figueroa muy participativo. Situaciones fortuitas salvaron a los locales, hasta que Gago y Cerro lograron imponerse en el medio y Ñúbel retrocedió a la fuerza.

Pero con la lepra sin poder salir de su campo, el equipo de Martino encontró contención en su defensa, con Guzmán sin mostrar dudas en los centros, y los centrales rápidos para no dejarse anticipar.

Lo que no tuvo Vélez fue orden en sus avances. Sus llegadas eran desprolijas, sin sorpresas. Porque en su desesperación Vélez se ocupaba por llegar rápido al área de Guzmán, sin apoyarse en el toque de la pelota para descubrir espacios. Es por eso que la situación más peligrosa fue una media vuelta de Pratto que Guzmán desvió con esfuerzo. Mientras que Heinze, de un tiro libre, dejó pasar el segundo al entrar en soledad y estirar el pie derecho, en remate cruzado que se perdió por el segundo palo.

Pero sobre el final de la primera parte la perdió Sabia en la salida ante Scocco, y el goleador leproso señaló el segundo, tras rebote del arquero en primera instancia, que obligaba a los locales a señalar dos tantos para revertir la serie, que desde entonces tenía por primera vez a Ñúbel ganador. Hasta aquí, la lepra había jugado mejor que Vélez.

Pero en los segundos 45 minutos los de Liniers dominaron claramente, aunque ya sería tarde. Primero, porque el descuento de Ferreyra, con media vuelta en el área menor, llegó cuando faltaban ocho minutos para el final. Antes, defensores leprosos y arquero habían despejado todo, a veces con suerte, y en la mayoría con reacciones rápidas.

El tanto de Ferreyra puso a Vélez a un gol de la clasificación. Martino enloquecía en el banco porque Ñúbel no lo definía de contragolpe. El Tata saltaba de un lado a otro, hasta que escuchó el final y se fue al vestuario, con la mano en la cabeza y la sonrisa en la cara. No podía creer que Ñúbel esté entre los ocho mejores de Sudamérica.