DEPORTES › CENTRAL VOLVIó A PRIMERA CON UN TRIUFO POR 2 A 0 ANTE QUILMES
El Chino fue el autor de los dos goles en un partido que mostró al equipo de Russo intenso, que buscó ocupar todos los espacios en la cancha. Domínguez fue el eje del circuito creativo y asomó una rápida descarga hacia los laterales.
2 Central: Caranta; Ferrari, Peppino, Donatti, Schulze; Encina, Domínguez, Carrizo, Lagos; Medina, Luna. DT: Miguel Angel Russo.
0 Quilmes: Peratta; Abecasis, Martínez, Leyes, Bontempo; Garnier, Pérez Godoy, Leandro Benítez, Carrasco; Caneo; Telechea. DT: Nelson Vivas.
Goles: PT 42m y ST 35m Luna (C)
Cambios: ST 17m Boghossian por Garnier (Q), 22m Niell por Medina (C), 29 Ballini por Lagos (C), 32m Diellos por Caneo (Q), 33m Lema por Martínez (Q), 37m Abreu por Luna (C)
Cancha: Rosario Central.
Arbitro: Darío Herrera.
No pudo haber sido mejor el regreso de Central a Primera. Jugó un buen partido, ganó claramente y los hinchas empezaron a ponerle mote de ídolo al Chino Luna, autor de los dos goles del partido. El nueve tuvo pocas prácticas con sus compañeros, pero un par de apariciones esporádicas bastaron para dejar bien en claro que es un jugador con mucha clase. Un marco espectacular acompañó al canaya en su regreso a Primera. El Gigante fue de los pocos, sino el único, estadio que se vio colmó, en virtud de la determinación de AFA de permitir solo el ingreso de socios locales. El recibimiento fue inolvidable y el equipo dentro de la cancha estuvo a la altura de las circunstancias.
Porque de entrada rememoró al campeón del Nacional B. Sostuvo la base en nombres y juego. Domínguez fue el eje del circuito creativo y asomó una rápida descarga hacia los laterales que desacomodó en varias oportunidades a la frágil defensa de Quilmes. Desde el minuto uno, Central fue un equipo intenso, que buscó ocupar todos los espacios de la cancha y no dejar jugar con tranquilidad al visitante. Lo logró gracias a una presión asfixiante.
Más allá de la superioridad, la situación más clara provino de una pelota parada, un tiro libre de Encina que superó a un inseguro Peratta y dio en la base del palo izquierdo. Justo a la media hora, Donatti convirtió de cabeza tras un centro desde la derecha, pero Herrera lo anuló insólitamente acusando una falta inexistente. El canaya merecía la ventaja, pero no disponía de claridad para resolver en los metros finales. Luna, el refuerzo, tenía hasta ese momento inconvenientes para acoplarse al habitual sistema de juego del equipo de Russo.
El partido era entretenido, pero dependía absolutamente de Central. Caneo, encargado de la creación en Quilmes, no salía de la incomodidad que le proponían el medio y la defensa local. Y justo cuando caía el cierre de la etapa, Luna demostró sus credenciales. Recibió un pase quirúrgico de Nery, la paró de pecho, superó a un marcador y le pegó de zurda al segundo palo de Peratta. Golazo para comenzar un camino de idilio con el pueblo canaya, que rápidamente lo retribuyó con un "Olé, olé, Chino, Chino...".
Era previsible que Central se retrasara en el segundo tiempo. Y así ocurrió. Pero en mayor medida por el adelantamiento de Quilmes, sobre todo con las subidas siempre certeras del lateral derecho Abecasis, que complicó y mucho al debutante Schulze. La visita fue en busca del empate, pero tuvo escaso peso ofensivo en el centro del área. Todo lo bueno que se generaba por la banda se dilapidaba ante la poca cantidad de jugadores que aguardaban en el área.
El partido recuperó intensidad y ante la imposibilidad del cervecero, Central tomó algo de tranquilidad. Russo buscó aire con Niell y sostuvo a Luna como nueve. No obstante, el equipo se sostenía con la mirada panorámica del crack Domínguez. Pero Abecasis seguía siendo la preocupación. Ni Lagos ni Schulze podían controlarlo. El pibe, ex River, se movía con soltura y a la media hora le envió un centro a Carrasco, que devolvió el palo. Russo tomó apuntes y sacó a Lagos y metió a Ballini, de mayor marca.
Quilmes jugó sus cartuchos con mucha dificultad. Mucho más no tenía. El DT canaya acertó en profundizar la marca y, de pelota parada, tuvo su premio. A falta de diez minutos, Encina envió un centro y otra vez Luna, esta vez de cabeza, la clavó arriba ante un inmóvil Peratta. En apenas un partido, el ex River se convirtió en ídolo. Merecido para todo el pueblo canaya que sufrió en demasía durante tres años.
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