La agresión que sufrió Gustavo Alfaro, técnico de Tigre, el pasado sábado, tendrá como sanción la clausura del estadio Gigante de Arroyito por parte de la Secretaría de Seguridad Deportiva de la Provincia, para el juego de la 5ª fecha del torneo. La dirigencia hizo saber la "imposibilidad" de organizar un partido con solo una tribuna clausurada (la platea de Cordiviola), lo que prevé un partido con Temperley a puertas cerradas, castigo que incluso tendrá la aprobación de la Asociación del Fútbol Argentino. "No resolvemos el problema de la seguridad cerrando el estadio", lamentó el presidente Raúl Broglia. Como reacción, la directiva contratará seguridad privada para suplir el cuestionado servicio policial.

Los antecedentes que acumula Central con agresiones a jugadores rivales ya tuvo una duro castigo el año pasado, por parte de la Confederación Sudamericana, que clausuró el estadio para el próximo torneo que dispute Central en el plano internacional (Sudamericana, Libertadores), por el piedrazo que recibió al arquero de Boca Agustín Orión. Ahora la sanción será aplicada por la secretaría de Seguridad Deportiva de la Provincia, a cargo de Pablo Farías.

Las autoridades provinciales en reunieron de ayer por la mañana e hicieron saber que clausurarán la platea de Cordiviola para el próximo partido de Central en el Gigante (5ª fecha, ante Temperley). Los dirigentes no ofrecieron excusas, pero sí aclararon de la "imposibilidad" de jugar un partido en Arroyito con una tribuna sin habilitar, lo que generaría desbordes en los otros sectores del estadio. Conclusión: el partido será a puertas cerradas.

Pero en la reunión la dirigencia canaya elevó inquietudes, algunas vinculadas con las dificultades de trabajar en conjunto con la policía. "Cuando lográs hablar con la autoridad responsable de la policía por una situación, el problema ya estalló", graficó un dirigente canaya. "Te van delegando y nadie resuelve nada. Ya lo sufrimos en el partido con Racing", puntualizó.

Esta relación de conflicto con la policía convenció a la dirigencia de contratar seguridad privada para custodiar todo el interior del estadio, dejando las adyacencias a responsabilidad de la policía, propuesta que fue aceptada por las autoridades provinciales.

La violencia del sábado en el Gigante no solo se originó de las tribunas, sino también en el campo de juego. El defensor Leandro González Pirez, al dejar la cancha por expulsión, arrojó una botella a la tribuna que lastimó a una niña de cuatro años. El padre de la chica desistió de hacer la denuncia porque Gustavo Alfaro tampoco acercó la suya a la comisaría. Y por eso Pirez no fue detenido y pudo regresar junto al plantel de Tigre.