CULTURA / ESPECTáCULOS › "1408", LA HISTORIA DE UNA HABITACION PROHIBIDA EN NEW YORK
› Por Leandro Arteaga
1408 EE.UU., 2007
Dirección: Mikael Håfström.
Guión: Matt Greenberg, Scott Alexander, Larry Karaszewski.
Fotografía: Benoît Delhomme.
Música: Gabriel Yared.
Montaje: Peter Boyle.
Intérpretes: John Cusack, Samuel L. Jackson, Mary McCormack, Jasmine Jessica Anthony, Tony Shalhoub.
Duración: 104 minutos.
Salas: Monumental, Village.
Puntaje: 7 (siete) puntos
¿Cuál otro habitáculo mejor para un fantasma que la sala de cine y su pantalla? Y como si fuera insuficiente la serie de gargantas cercenadas por la navaja de Sweeney Todd, la cartelera local se llena de espectros.
Por un lado tenemos Apariciones, film de espantos sobrenaturales que además de tener intérpretes célebres (Donald Sutherland y Sissy Spacek), asegura la fidelidad con su fuente histórica: la muerte de un hombre a manos de un espíritu en el estado de Tennessee, durante los años 18181820. Irresistible.
Pero aquí nos vamos a detener en el otro título. Aquél que desde lo que prometía el trailer, suponía promesas de sobresaltos, espectros acechantes, y un John Cusack a punto de desequilibrarse. Todo ello bajo la dirección de Mikael Håfström, realizador sueco que pisara Hollywood con Descarrilados (ese buen thriller con Clive Owen y Vincent Cassel) y, por si fuera poco, con el sustento literario de nuestra adorada musa del horror: Stephen King
Si la prosa de King está de por medio, entonces el horror no se vuelve intangible ni lejano. "1408" es el número de la habitación prohibida del hotel Dolphin, edificio gigantesco, emplazado en pleno New York, lugar de desafío para el escritor de libros sobrenaturales Mike Enslin (John Cusack). Espacio que la misma pluma de King visitara reiteradas veces, pero de un modo referencial para la memoria con El resplandor, también fuente literaria para la película de Stanley Kubrick y motivo, el mismo film, del disgusto para siempre del propio Stephen King.
Pero volvamos al número maldito, cuyas cifras suman trece. Signo que es curiosidad inevitable para Enslin, escritor de bestsellers baratos. De todos modos, Enslin parece haber tenido, alguna vez, preocupaciones literarias diferentes. Tiempo atrás, tal el testimonio de alguna edición perdida, eran otras sus motivaciones, alejadas del material de lectura amarillista al que tan afecto supo volverse.
Pero su pasado no sólo guarda aspiraciones literarias diferentes, sino también una historia personal dolorosa, motivo de anestesia alcohólica. De manera tal que la visita a la habitación prohibida será la oportunidad de, por un lado, encontrar nuevo material de escritura pero, por el otro, significará también el desafío de reencontrarse consigo mismo y sus fantasmas.
Porque son muchas las muertes que la habitación guarda. Y nadie hubo de soportar su estadía, según se cuenta, por más de una hora. Una hora es lo que nos aguarda, junto con Enslin, luego de atravesar el umbral. Es así que soportaremos los sustos necesarios, pero también indagaremos en lugares recónditos del escritor, que serán la travesía que deberá enfrentar para decidir, finalmente, su elección final entre las dos posibilidades que enumeramos.
Desde estas premisas, 1408 requiere de la voluntad actoral total de John Cusack. Aún cuando Samuel L. Jackson tenga su participación como gerente de este hotel del misterio, oportuno guardián que alerta pero no prohíbe, es Cusack quien debe sostener el film desde su interpretación. Rodeado de paredes que se resquebrajan en alaridos, al soportar la insonorización repentina y los gritos inaudibles, con temperaturas que van del calor extremo al frío polar, o al tratar de caminar por una cornisa interminable, situación que nos recuerda algún otro cuento del mismo King. Caminar la cornisa de la cordura. La invitación está hecha.
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