Aun sacando de foco su actual masividad (ese cristal que, frente a cualquier análisis, todo lo distorsiona), La Vela Puerca es la banda que cambió definitivamente el rumbo del rock uruguayo. Heredera de un movimiento visceral que fueron alimentando grupos como Trosky Vengarán, Buenos Muchachos y Abuela Coca, LVP logró ampliar las fronteras estilísticas con una propuesta desfachatada, ésa que se plasmó en el ska punk de Deskarado, el disco debut editado en 1998. Desde entonces, y cada tres años, mutaron hasta convertirse en una agrupación creadora de canciones puras, ésas que nutren a El impulso, placa que esta noche a las 21.30 presentarán en el Anfiteatro Municipal, en un show que tendrá el plus de contar con la potente banda española Marea como invitada.

Y aunque el concierto incluirá seguramente viejos hits, será precisamente el cuarto disco del grupo el que marque el pulso de esta nueva visita. Así lo adelantó Sebastián Teysera en su entrevista con Rosario/12: "Como siempre va a haber de todo un poco, pero ahora vamos animándonos a tocar algunas canciones más de El impulso que no veníamos tocando. Porque ahora, considerando que el disco hace casi un año que está en la calle, a esta altura ya se pueden tocar ciertas canciones de ese disco que no veníamos tocando".

- En ese sentido, y casi paradójicamente, si uno repasa la historia del grupo y sus discos, a medida que La Vela Puerca crecía a nivel popular los discos se fueron volcando más a lo introspectivo, no son tan directos como los primeros hits del grupo.

- Exactamente. Creo que eso fue por la cantidad de años que hay entre uno y otro. Si bien durante estos casi 13 años no hemos parado de tocar, creo que nos tomamos cinco meses de vacaciones. Entre cada disco hay como tres años, y en ese tiempo uno ha visto cosas, siente las cosas de otra manera, se anima a escribir de otra manera, a hablar de otras cosas y desde otro punto de vista. Entonces en verdad cuando llegaba el momento de sacar un disco nos dábamos cuenta que realmente estábamos desfasados con el disco anterior. La decisión que más natural salió, y que creíamos era la correcta, fue mostrar a la banda en ese momento en que se estaba componiendo un disco y ser honestos con nosotros, como para después salir a tocarlo y que sea creíble. Y nos pasó eso.

- Si se lo piensa como un desfazaje, quizás el más notorio se da con la aparición de A contraluz (del 2003), porque El impulso tiene una cercanía con ese disco.

- Exacto, porque nosotros sentimos A contraluz medio como una bisagra. Teníamos ganas de hacer algo más tipo El impulso, pero también consideramos que el cambio tenía que ser en degrade, de una forma más leve, no tan radical. Entonces A contraluz es un disco que tiene canciones como "Zafar", "Haciéndose pasar por luz" o "Escobas", que son canciones más de De bichos y flores, y después otra parte donde ya se veía por dónde íbamos a ir, como "En el limbo". Pero no creíamos que en ese momento fuera justo, ni para nosotros ni para la gente, hacer un disco como es El impulso.

- En un punto no deja de ser llamativo que todos en el grupo estén en el mismo tren de cambio. Porque si se comparan su primer disco y el último sí hay una diferencia importante, y que todos hayan tomado eso con naturalidad, desde afuera, llama la atención.

- Internamente en un momento aprendimos que somos una banda que hace canciones y que todos trabajamos para la canción. Al ser el que compongo las canciones, el rol de cada uno es acompañarlas, y como desde hace años todos tenemos en claro que la canción es la que manda, la historia es hacer muchas canciones para que todo el mundo encuentre su lugar, participe y pueda trabajar las canciones. Pero el cambio se dio con naturalidad porque la canción es la que manda.

- De hecho son muchas las bandas que después de muchos años de trayectoria, y más allá del núcleo o género musical donde hayan surgido, siempre se terminan acercando a la canción. Hoy en día las grandes bandas hacen esencialmente canciones...

- Bueno, nosotros creo que arrancamos de una, porque al no ser músicos eruditos lo más fácil que nos salió fue la canción. Hacíamos un montón de asados y fogones donde tocábamos nuestras canciones y decidimos empezar de una así.

- Aunque en un primer momento a ustedes se los podía ubicar dentro de una escena ska-punk...

- Claro, pero eso se dio porque, por ejemplo, cuando de pronto en un lugar todo es negro vos querés hacer algo blanco, un poco de contra. Y en aquella época el rock en Uruguay, si bien a nosotros nos encantaba, era muy oscuro, entonces decidimos hacer otra cosa, algo más arriba. Influenciados más bien por el primer concierto que vimos de Abuela Coca. Yo nunca había visto a la gente agitando y bailando con una banda. Realmente nos llamó la atención ese tipo de relación con la gente y ésa propuesta de una banda, y agarramos por ahí. Pero siempre con la idea de ser lo más libre posibles, una historia medio Titâs (NdR: la notable y ecléctica banda brasileña surgida a principios de los 80) donde cada disco iba mutando. No sé si tan así, pero sí lograr una libertad musical, que te encasille sí como una banda que hace canciones. Porque por ejemplo a mí rapear no me nace, no lo sé hacer, pero dentro de nuestras limitaciones buscamos ser lo más amplios posibles.

- Decía que en el rock uruguayo todo era oscuro, pero en algunas letras de El Impulso y de A contraluz hay una oscuridad que está presente.

- Sí, tienen una oscuridad pero creo que va más por lo sensitivo y lo emocional. Y si bien tenía su poesía urbana, era algo mucho más directo hacia las consecuencias de la dictadura. Pero sí, El impulso tiene una especie de nostalgia oscura y unos personajes bastante desgarradores que hacen su propia catarsis pero que tampoco encuentran respuesta.