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Jueves, 20 de noviembre de 2008

CULTURA / ESPECTáCULOS › SE ESTRENA EL CORTOMETRAJE LA úLTIMA PARADA, DE GUILLERMO STREET

Fantasmas de trenes que se fueron

El realizador rosarino señaló las simetrías entre las historias de antiguos ferroviarios que cuenta la película y las vivencias del equipo en la estación Central Córdoba. "Podemos decir que hicimos cine de barrio", se enorgulleció.

 Por Leandro Arteaga

Mañana viernes, en el horario de las 20 y 21, en Sarmiento 763, y por medio de la gestión del Centro Audiovisual Rosario, se llevará a cabo el estreno de un nuevo cortometraje rosarino. La última parada es el título del trabajo dirigido por Guillermo Street a partir del guión de María Belén Pidone. Ficción que enhebra historias paralelas hasta encontrar un mismo cauce, un mismo destino. De acuerdo con la sinopsis que el mismo film expone: "La película narra la historia de dos ex ferroviarios de distintas generaciones que se encuentran en un momento difícil de sus vidas y deben tomar una decisión, para uno será la salvación, para el otro será un instrumento para encontrarse con el tiempo perdido". Guillermo Street es Realizador Audiovisual e integrante de la planta docente de la Escuela Provincial de Cine y TV de Rosario. También músico. Es por eso que, como guiño personal, ha elegido el seudónimo de Profesor Memo para el bajista que figura dentro del plantel que ha participado en la musicalización de La última parada.

"La idea era que la música la hiciera también yo, pero no daba abasto y la delegué", explica Street. "Parte de la música estaba ya armada por Alejandro Moretti, que me mandó lo que compuso desde Alemania, pero me faltaba una música no tan incidental, sino más tonal, es por eso que se agregó un tanguito, para acompañar al personaje más viejo. Eso lo compuso Tito Méndez".

El personaje "más viejo", interpretado por Carlos Vaccaro, funciona en el cortometraje como síntesis de un pasado reciente. Deambula por sus días con el recuerdo de una familia y un trabajo ferroviario. De allí su visita rutinaria a la antigua estación de trenes Central Córdoba. La estación ferroviaria servirá, narrativamente, como lugar de referencia espacial, hábitat en el que se desenvuelven los diferentes personajes de la película.

-¿Por qué la elección de personajes ferroviarios?

-Es algo que tiene que ver con mi vivencia, porque originalmente el guión no estaba relacionado con los ferrocarriles, sino que transcurría en un barrio. Yo introduje el amigo ferroviario. También porque trabajé en Ferrocarriles durante cuatro años, y tenía un amigo que se llamaba Sixto, igual que el personaje de la película (interpretado por Alfredo Anémola). La primera vez que fui a laburar me presentaron con el mate en la mano. A mí me rajó Menem, soy uno de los tantos personajes como el de la película, lo que ocurre es que en aquel momento yo era joven y el resto no. Ellos fueron los que quedaron con su retiro voluntario dando vueltas como fantasmas del lugar. Esa fue un poco mi mirada. Además, como la intención de la guionista era trabajar en la estación de trenes Central Córdoba -﷓porque siempre le gustó mucho-﷓ pudimos sumar esa parte de la historia con la locación".

El otro eje narrativo de La última parada es el de un pibe (Diego Díaz) que, también, deambula entre diferentes suertes, sean laborales o afectivas, mientras espera el pago demorado del Negro (Roberto Moyano), suerte de jefe barrial ocupado de tareas no demasiado claras aunque sí lo suficientemente malandras. Cuando la oportunidad se presente, será el momento indicado para que las diferentes piezas se desordenen y luego reencuentren en una misma línea argumental.

-Pareciera darse un efecto de causa﷓consecuencia entre las dos historias principales...

-Eso se me ocurrió como manera de encadenar el drama que tiene el personaje, como para encontrar un reflejo, un punto de unión, que me parece era lo que faltaba en la historia original. El tipo, por eso, se queda enganchado con el pibe pensando que era el hijo, por eso está confundido, perdido, y por eso los flashbacks.

Y todo ocurre mientras asistimos a calles del barrio, transitadas por unos y otros personajes, cada uno de ellos con historias personales, todas parte de una misma confluencia de veredas.

- ¿Filmar en la ciudad es un proceso complejo?

- Los costos de producción llegarían a 80 mil pesos que, gracias a la colaboración de mucha gente, son "virtuales". Si no fuera así, sería muy difícil poder sostener un presupuesto semejante. No nos fuimos a Buenos Aires ni al centro de la ciudad para realizar la película. Y eso es algo importante de reivindicar, porque aquí, en la zona donde transcurre la película, hay muchos artistas trabajando. Este barrio tiene algo especial: el edificio (donde coexisten diferentes escuelas artísticas, entre ellas la de Teatro y la de Cine y Televisión), la poblada de la Vigil, son todas cosas que influyen mucho. Podemos decir que hicimos cine de barrio, porque todo fue hecho por la misma zona, lo más alejado fue el bar "El Pae" (lamentablemente desaparecido, situado en Riobamba y 1º de Mayo).

- El estreno, como final de un proceso, ¿qué significa?

- Pasaron más o menos tres años del proyecto. Laburó mucha gente con mucho esfuerzo, fueron muchas horas de trabajo y de música. Quería devolverle el trabajo a toda la gente que colaboró. El momento más difícil va a ser éste, el del estreno. Ojalá que guste, que abra puertas para sostener más espacios de trabajo. Con el apoyo del público y un buen aplauso estamos hechos".

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La película narra la historia de dos ex ferroviarios de distintas generaciones.
 
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