CULTURA / ESPECTáCULOS › TEATRO. RECORRIDO POR HECHOS Y PERSONAJES TEATRALES DEL 2008 DONDE LA BúSQUEDA
Hay artistas consagrados de la risa, pero también estrategias que maneja buena parte de la desconocida lista de actores, actrices, dramaturgos y directores rosarinos que hace años viene trabajando en experimentaciones, producciones, donde no está excluido el manejo de la parodia, la farsa y otras variantes que potencian la risa para exigir del espectáculo algo más que la simple diversión o el pasatiempo jocoso.
› Por Julio Cejas
Podríamos unir dos informaciones, dos registros acerca de acontecimientos relacionados con la realidad del teatro rosarino, compararlos y confrontarlos para arribar a un interrogante que se plantea casi siempre a la hora de los remanidos balances de la actividad del año que se fue. En orden de importancia y en uno de los tantos episodios aislados que conviene destacar, el actor, autor, docente y director teatral Mirko Buchín fue distinguido este año por el Concejo Municipal de Rosario con la Orden de Ciudadano Ilustre. Este merecido reconocimiento a uno de los docentes de mayor solvencia, formador de actores y directores que todavía hoy reivindican su nombre y sus enseñanzas, se constituye también en un tardío homenaje a aquella generación de teatro independiente local, cuyos nombres parecieran ya desdibujarse ante la ausencia de una continuidad histórica que no pareciera ser reivindicada más allá del accionar siempre consecuente del Movimiento de Apoyo al Teatro Rosarino.
Buchín es en este sentido un representante de una forma de concebir el teatro y su ductilidad como actor, director, dramaturgo y hasta guionista cinematográfico, permite trazar un perfil acerca de la formación integral que tenían los pioneros del teatro local.
Por el otro lado en el habitual balance teatral que hace el diario La Nación en su Sección Espectáculos, destaca en un apartado especial al actor Juan Pablo Geretto como una de las "revelaciones" del año
"Consagrado en Rosario pero no tan conocido en Buenos Aires, hizo una exitosa temporada en El Cubo con su unipersonal `Como quien oye llover', en el que se demostró que no es sólo un transformista, sino un actor que puede hacer pasar al espectador de la carcajada a la lágrima", comenta el periódico porteño.
Si juntamos estos dos materiales -más allá de que Geretto haya nacido en Villa Gobernador Gálvez- cuya foto rubrica las elogiosos comentarios, estaríamos frente a una perspectiva más que alentadora para los artistas de esta ciudad. Quién dudaría de que esta es la ciudad ideal para el sueño de cualquier teatrista local: Nuestros creadores gozan no sólo de los reconocimientos oficiales sino que se posicionan con firmes posibilidades en el mercado nacional, gracias al visto bueno de la siempre legitimante crítica de los medios capitalinos.
Pero si analizamos las diferencias entre las trayectorias de los protagonistas de tantos homenajes podremos trazar un mapa que nos permita prologar un balance hablando del público antes de los resultados y las búsquedas estéticas que siguen atravesando por los mismos dilemas de siempre.
Cuánta gente en Rosario conoce la obra de Mirko Buchin, cuántos han leído sus libros o han visto sus puestas en escena como director, o su trabajo actoral, cuantos han visto por lo menos el film "Chechechela", sin pretender indagar en su trayectoria que se inicia a fines de los años '50.
Pero quién no vio a Juan Pablo Geretto en sus fugaces pero imborrables participaciones en los programas de ese precursor de la nueva y frívola televisión argentina, que es Marcelo Tinelli.
Los más optimistas dirán que lo de Geretto es un éxito auténticamente teatral, porque llenó no se cuántas salas del Broadway con sus dos espectáculos largamente reseñados por este medio.
Algunos artistas del varieté local que sueñan algún día alcanzar este podio, dirán que en Rosario se puede empezar como Geretto desde un pequeño restaurante-concert como fue "La Traición de Rita Haywoorth", para acceder después a una gran sala como la del Broadway que sería como el trampolín para triunfar en Buenos Aires.
Pero siempre desde el humor eso sí, o mejor dicho desde determinado registro de lo humorístico, registro casi siempre ligado a la resignificación de lo que implica hacer reír y la efectividad a la que solo se accede si se tiene en cuenta lo que la televisión define como cómico.
Mirko Buchín confió siempre en el teatro de texto y en sus obras el tratamiento de lo risible no es un fin en sí mismo sino que está al servicio de una estrategia superior que tiene que ver con lo genuinamente teatral.
Esas estrategias son las que maneja una buena parte de la desconocida lista de actores, actrices, dramaturgos y directores rosarinos que hace años viene trabajando en experimentaciones, tragedias, producciones de cruce de lenguajes, donde no está excluido el manejo de la parodia, la farsa y otras variantes que potencian la risa para exigir del espectáculo algo mas que la simple diversión o el pasatiempo jocoso.
Pensemos en la estética del clown y en la trayectoria breve y contundente del Grupo "Los Payasos muertos", que este año profundizó su búsqueda y se embarcó en una propuesta que se acerca al grotesco.
"Descarnados", ("Varieté Trasnochada"), dirigida por Mario Romeu y Adrián Giampani, y "Lalmahumana", coordinada por Giampani, son dos ejemplos de lo que puede producir el serio "humor de narices negras".
Y las integrantes de la Compañía Teatral "El Eslabón Perdido", con el reestreno de "Criadas para nada", dirigida por Cristina Carozza, en una versión donde se cruzan irreverentemente, textos clásicos como los de Genet y las disparatada dramaturgia de Urdapilleta y Tortonese.
Pensemos en el humor cáustico de Plauto, el padre de la comedia latina, en la versión de "El soldado fanfarrón", que volvió a presentar el Teatro de la Universidad (UNR) bajo la cuidada y rigurosa dirección de Aldo Pricco.
O en ese humor siniestro y tan vigente que tienen algunos aspectos de la argentinidad en la propuesta "Argentina Arde", integrada por dos primeros capítulos: "El Secreto" y "La Transa", dirigidas por Pablo Fossa.
Ese tipo de humor que el teatro conoce desde sus orígenes y que no pretende hacerle digerible las cosas al espectador, ese humor que hasta podría componer el retrato de una típica familia de clase media argentina en la reposición de la emblemática "Esperando la Carroza" de Lagsner.
Y si hablamos de humor con cierta altura como no mencionar "Verona", un texto de Claudia Piñeiro que el grupo Rosarioteatro, especialista en el tratamiento de comedias acerca de lo femenino resignifica a partir de la cuidadosa mirada de la directora Mónica Toquero.
En la crítica a ese espectáculo ya destacábamos la importancia de trabajar con materiales tentadores para caer en lo chabacano: "Una propuesta que admite la reflexión sin dejar de lado el divertimento, un tema que se vuelve sobre el espectador para espejarlo más allá de las caricaturas que de estos personajes se hacen en una televisión cada vez más patética".
Ese humor inteligente y comprometido que sin dejar de llegar a los sectores más populares, se permite dar una vuelta sobre sí mismo y hacernos reflexionar como lo hace el negro Fontanarrosa a través de esta nueva versión que Mario Vidoletti adapta de la clásica historieta bajo el titulo de "Inodoro Pereyra y Mendieta Perro".
El humor en el teatro también debería ser declarado "ciudadano ilustre" sin estridencias y con intenciones de conmover a partir de la risa que nos muestra la otra cara despintada del payaso. O bien conformarse con llenar salas disfrazado de "ciudadano de segunda" sabiendo que los públicos educados en las edulcoradas variantes de la risa complaciente, siempre acudirán a la cita que les garantice un "happy end" alejado de toda promiscuidad filosófica.
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