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Domingo, 26 de abril de 2009

CULTURA / ESPECTáCULOS › UNA PERSONAL VERSIóN DE CIBRIáN CAMPOY Y ANGEL MAHLER.

El Otelo que llegó a todos

Los experimentados responsables de la puesta le dieron forma a este clásico que si bien sostiene el carácter de tragedia de Shakespeare, la hace más accesible a una platea diversa y poco habituada a intrincadas historias.

 Por Edgardo Pérez Castillo

Un vestuario magnífico, una puesta de luces precisa y la experimentada interpretación de los actores centrales son suficientes para que "Otelo, el nuevo musical" logre cautivar al público. Como respetando el carácter despojado del teatro isabelino, no hay respaldo escenográfico en la personal versión de Pepe Cibrián Campoy y Angel Mahler que, conocedores de la amplitud social y etárea de sus seguidores, le dieron forma a un espectáculo que sostiene el carácter de tragedia de Shakespeare, pero que amolda aquella compleja trama haciéndola accesible a una platea diversa y poco habituada a las intrincadas historias del gran dramaturgo inglés. Responsables de haber convertido al musical en un género masivo en la Argentina, Cibrián y Mahler vuelven a dar muestras de su talento con una obra que esta noche, a las 20, tendrá una última función en el teatro El Círculo de Sarmiento y Mendoza.

Desde el primer cuadro, "Otelo" muestra el esplendor del vestuario diseñado por René Diviú. Convocada por el Dux de Venecia, la corte aguarda la llegada de Otelo, el moro al que, por su valor, se lo asignará conde de Chipre. En sintonía con la obra shakesperiana, Otelo (interpretado por un aclamado Juan Rodó) dispondrá los detonadores de la tragedia al seleccionar a Casio como su mano derecha, lo que disparará el espíritu de venganza de Yago, sólidamente abordado por Diego Duarte Conde.

En un giro propuesto por Cibrián, será Bianca (amante de Casio en el original y prometida de Otelo en esta versión musical) la socia ideal de Yago en su plan por destronar al moro. Pronto, la actriz Lorena García Pacheco logrará transmitir la ambición desmedida de una mujer dispuesta a todo con tal de convertirse en duquesa. El engaño y la traición quedan planteados entonces como elemento central en una historia que presenta a Otelo como un hombre atribulado, forzado a tomar decisiones que, una y otra vez, tendrán sus inesperadas consecuencias. La sorpresiva aparición de Desdémona (Georgina Frere), hija del senador Brabancio (Beto Cuello), dispara nuevas incertidumbres en el moro, que se siente cautivado por esa joven desconocida.

Planteada esencialmente a través de solos y duetos, la presentación de la trama se torna algo extensa, haciendo que el baile cortesano entre Otelo y Desdémona (breve y carente de textos) permita un respiro musical. En su reaparición en escena, García Pacheco refuerza el carácter detestable de Bianca, mientras se establece la alianza de traición con Yago. El contraste logrado en el dueto favorece a la actriz, algo sobreexpuesta en escasos pasajes.

Leal al punto de resignarlo todo por Otelo, Casio -abordado por Daniel Vercelli con una voz visiblemente afectada, en una muestra de profesionalismo destacada Cibrián en el saludo final- reconoce su amor por Desdémona, para terminar encarcelado como consecuencia de la confusión en la que se ha sumergido el moro. Pero será en plena boda, y en una nueva demostración de esplendor visual a partir de la presencia completa de la corte, cuando Otelo se rebele contra la farsa, liberando a Casio de prisión y deshaciéndose de Bianca, en el cierre de un primer acto que se extiende en algunas aclaraciones, quizás como consecuencia de explicitarlo todo.

Como en un verdadero carnaval veneciano, la inauguración del segundo acto será el marco en el que Otelo y Desdémona se reencontrarán para entonces planificar una boda íntima y a espaldas del senador Brabancio. Una vez más, Yago y Bianca intercederán para complicar la situación del moro, usando ahora como herramienta al furibundo padre de Desdémona. Respaldado por el Dux (Sergio Caruso), Otelo manifestará su amor sincero por la muchacha, aliviándose al punto de poder confesar su casamiento al retornado Casio.

En un giro propio de la tragedia shakesperiana, el leal ladero del moro será acusado por Yago como amante de Desdémona. Eso despertará los celos infundados de Otelo, que luego del suicidio de Casio ahorcará a su amada en un acto final donde Juan Rodó brinda el pico de teatralidad del espectáculo, poniéndole el cierre a la tragedia con la muerte de ese Otelo siempre en soledad.

Con la participación de una veintena de jóvenes artistas locales que respaldaron la puesta en su condición de cortesanos, "Otelo, el nuevo musical" se despedirá hoy de la ciudad con el brillo de su vestuario y el oficio ya probado de sus creadores e intérpretes.

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Es en el acto final donde Juan Rodó -como Otelo- brinda uno de los picos de teatralidad.
Imagen: Alberto Gentilcore
 
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