Sábado, 19 de septiembre de 2009 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › EL GRUPO SARNA CON GUSTO PRESENTA "FAUSTO", UNA OBRA PARA ADULTOS
Es la historia del gaucho que tiene la oportunidad de asistir a un teatro para presenciar una ópera, haciendo su propia interpretación de lo que ocurre sobre escena. Humor y dramatismo se alternan en una puesta dirigida por Raúl Bruschini.
Por Edgardo Pérez Castillo
Al cruce de clases que propone Estanislao del Campo en su Fausto, el grupo Sarna con Gusto le sumó otra convivencia, la de títeres y actores en un mismo escenario. Esa combinación permite darle un mayor vuelo a la historia del gaucho que tiene la oportunidad de asistir a un teatro para presenciar la ópera de Charles Gounod, haciendo su propia interpretación de lo que ocurre sobre escena, en medio de un ámbito que parecería pertenecer a los intelectuales y la alta sociedad. Así, humor y dramatismo se alternan en una puesta que tiene como director a Raúl Bruschini, y que se presentará esta noche a las 22 en La Escalera, 9 de Julio 324.
Adriana Felicia, fundadora del grupo, relató el proceso de creación de una obra destinada al público adulto. "Habíamos leído el texto hace un tiempo y teníamos muchas ganas de trabajarlo, entonces lo buscamos a Raúl para que lo dirigiera. A partir de marzo comenzamos a trabajar la propuesta, haciendo una versión libre del texto, extractando algunas partes y tratando de levantar las partes más activas", recordó.
Bruschini admitió sentirse atraído por la propuesta de dirigir al grupo: "Desde el vamos la propuesta fue interesante. Particularmente me interesó revalorizar un poco el texto de Estanislao del Campo, un autor que no ha sido muy representado, y que viene a hablar desde otro lado con respecto a la gauchesca. Además la idea de sumarme a un grupo que ya viene trabajando, que tiene su propia dinámica, me pareció más interesante. En un primer tiempo lo que hice fue releer el texto y plantearles un proceso de trabajo con el que estuvieron de acuerdo. Tratando de buscarle una vuelta y reversionar el texto original. Y sabiendo que dentro del grupo contaba con posibilidades de manejos de otras herramientas teatrales, como los títeres, traté de aprovechar éso y robarle un poco de los textos de los gauchos, cayendo en la idea del globito del cómic, porque en realidad queda como una representación dentro de otra. El relato de los gauchos se mantiene, pero las escenas de los títeres es esta imaginación de los gauchos por las cosas que han visto".
En ese marco, Felicia explicó que "se trabaja en la misma proporción con títeres y actores, que se van mixturando dentro de la obra". "En este texto los títeres nos permiten proyectar la imagen que el gaucho está contando --amplió--. Estanislao del Campo plantea qué es lo que sucedería si un gaucho presenciara una función de una ópera, y plantea cómo el gaucho entiende a pesar de que es una ópera escrita en francés, cómo puede percibir lo que sucede entre los personajes, la pasión entre los personajes. Prácticamente lo único que él entiende son sus nombres, entonces está el hecho de cómo el gaucho lo pone en palabras. Y el gaucho no está tomado como un tonto, al contrario, es quien tiene la crítica de la sociedad. Pone en boca del gaucho todas las reflexiones inteligentes, y el títere lo que trabaja es justamente la proyección de todo lo que el gaucho va contando".
Al respecto, Bruschini consideró que "estos inserts de las imágenes de los títeres empiezan a multiplicar el sentido del texto de los gauchos, ha abierto los planos de la dinámica escénica dentro de la obra". Una puesta que respeta las líneas humorísticas, pero que también abre paso a otras reflexiones. "El humor está trabajado a lo largo de la obra. No es un humor hilarante, pero sí hay una comicidad a partir del texto del gaucho. Eso también va combinándose con la tragedia del Fausto de Goethe, que a su vez está trabajado en la ópera de Gounod. Incluso diría que esta estructura tiene como un sistema de matrioska: la obra dentro de la obra. Una cosa va remitiendo a la otra, está trabajado de esa manera. Y el lenguaje de los títeres es simbólico, no hay palabras sino sonidos que remiten a los nombres mismos de los personajes", concluyó Felicia.
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