Martes, 20 de octubre de 2009 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › "DIáLOGO DE ARTISTAS: SCHIAVONI, MUSTO, SCHIAVONI" EN IVáN ROSADO
En el espacio de arte Iván Rosado, en barrio Echesortu, sobresalen una mesa de ediciones independientes de arte y poesía, una particular galería de arte, tres pintores del siglo que se dedicaron a buscar la luz especial de Saladillo y un libro ilustrado.
Por Beatriz Vignoli
Hasta el jueves por la tarde (de 16 a 19), podrá visitarse la exposición "Diálogo de artistas: Schiavoni, Musto, Schiavoni" que se presentó en el espacio de arte Iván Rosado, ex Josefina Merienda, Mendoza 6304. Llegarse hasta el local de dos habitaciones sobre una arteria comercial en pleno barrio Belgrano recompensa con creces el tiempo invertido. Allí, el espectador se encuentra con varios milagros: una mesa de ediciones independientes de arte y poesía, en una galería de arte que rechaza el rótulo de galería, que no les cobra porcentajes a los artistas vivos ni vende obras de los artistas muertos; tres pintores del siglo pasado que se dedicaron a buscar la luz especial del barrio del Saladillo; un coleccionista de 26 años que afirma que el arte de aquellos pintores es punk, y un libro ilustrado que acompaña la exposición. Con un nivel académico inigualable, el libro, que lleva el mismo título de la muestra, es fruto de años de investigación de Sabina Florio, doctora en Humanidades y Artes con mención en Historia por la Universidad Nacional de Rosario. Pasen y vean: esto es Iván Rosado.
En la sala de adelante, compartiendo espacio con CDs de música bajada de Internet o fotos de Johnny Rotten y Joey Ramone, se destacan obras de tres maestros de la pintura rosarina. Un cuadro sin título de Manuel Musto (Rosario, 1893/1940) representa un árbol solitario en manchas de los más variados tonos de ocres; otro suyo se titula "Sendero". Frente a ellos, Augusto Schiavoni (1893/1942) se retrata de traje blanco, corbata roja y cabello negro sobre un fondo verde. Sus paisajes intimistas dialogan con los de María Laura Schiavoni (1912/1988), hermana de Augusto, depositaria de su legado y pintora por derecho propio, autodidacta cuyos paisajes irradian metafísica y poesía. Salvo dos de las pinturas (que fueron prestadas por la galería Krass) las demás pertenecen a la colección de Maximiliano Masuelli y Ana Wandzik, los gestores de "Iván Rosado". A las fechas de nacimiento y muerte de María Laura tuvieron que salir a buscarlas en su lápida del cementerio. No figuraban en ninguna historia del arte local. "Yo soy un fanático de la colección", dice Masuelli a Rosario/12. "Guardo imágenes que aparecen en las subastas sabiendo que después a eso no lo ves más; entonces me meto en todas las subastas que hay en Buenos Aires, las guardo en Internet, me las archivo. Tengo un catálogo de imágenes. Y con el tema de las subastas pude relacionar cosas, que no son las narraciones del arte conocidas", agregó.
En 2003, con apenas 20 años y siguiendo una tradición familiar, Masuelli comenzó a coleccionar. Ese año, junto con Ignacio Argarañarás y Josefina Ieraci, fundó el espacio "Josefina Merienda" en este mismo local de Mendoza al 6300, propiedad de su abuelo, también coleccionista de arte. El lugar estuvo cerrado tres años. La chispa que encendió la reapertura fue el encuentro sentimental entre Masuelli, artista plástico y músico punk, y Wandzik, artista contemporánea autora de una serie de "compilados situacionales", egresada de la Escuela de Bellas Artes. Ambos cultivan un arte muy ligado a la vida, un arte que no sólo es forma sino que se vincula de modo inextricable a lo significativo de la experiencia cotidiana compartida. Esta búsqueda, como sostiene Florio en su tesis de doctorado y en su libro, estuvo presente también en los Schiavoni y en Musto, a quienes Masuelli, coincidiendo con Wandzik, redefine como precursores del punk: "Nos conocimos en el Club del Dibujo. La primera salida que tuvimos, yo le contaba sobre Schiavoni y ella me dice: ¡Hagamos una muestra sobre Schiavoni y el punk rosarino!".
A su interés por este autor Masuelli lo reconoce inspirado por las investigaciones de Florio, con quien hizo clínica de obra. Florio participó además en el espacio Josefina Merienda de principio a fin, exponiendo allí su obra como artista (entre otras, una escultura titulada "Cargamentos", de 2001) e historiando su desarrollo en su ensayo "Espacio de arte Josefina Merienda, una experiencia fuera del centro" (Iván Rosado, marzo de 2009). Con la reapertura del espacio, Wandzik aplicó sus saberes en diseño para producir con Masuelli lo que ambos llaman "fanzines eruditos". "Cada publicación nos tarda 25 minutos en la impresora. La hacemos en casa, entre nosotros dos. Hacemos 30, al otro mes hacemos 20". La producción es por demanda y las ventas sí van a Iván, lo mismo que las de cerveza en las inauguraciones. Es el espíritu bohemio de los artistas modernos rosarinos de antes, quienes según Masuelli también tenían "esta cosa del punk, del correrse del centro, de ir al Saladillo, estudiar no en París sino irse a Italia".
O como escribe Florio: "Los artistas amigos vivieron solos, compartieron un modo de estar en el mundo y un registro temático". En su libro, Florio historia la manera de autorretratarse de Augusto Schiavoni, que no respondía a un realismo mimético sino a un simbolismo moderno y a una construcción de la propia figura de artista. Sobre el pelo negro, que es casi una firma, Masuelli cuenta que "cuando retrata a María Laura las repite mucho, esas dos entradas, y cuando retrata a la madre, también". Él trata de dejar estos rasgos, que "se note que es mi hermana, que se note que es mi madre". A Schiavoni se lo trata como a un raro, un ingenuo, y hasta cuando se hacen citas de su obra en otras obras se sigue mostrando esa cosa de ingenuidad. No se lo toma por sus temas. La pintura que tiene acá Musto, o lo que hace Schiavoni, no son temática puntual de la época. Muy pocas personas en esa época pintaban una sola persona parada, o sentada, o un árbol solo. Musto pintaba un árbol solo. Y lo que tiene el punk es que son dos minutos, son dos notas, y, capaz, un estribillo que diga "Demoliendo la estación". Esa cosa. No explayarse como podía hacer (Bernardo de) Quirós, el gran pintor de entonces, o (Fernando) Fader. En un tema punk.
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