Mar 03.11.2009
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › MUESTRAN OBRAS DE ADOLFO NIGRO EN ICARO Y UN LIBRO ESCRITO DE A DOS

Artista contra la fuerza del hábito

Además de la exhibición, la publicación en coautoría con Rodolfo Hachen aporta una nueva mirada, al ubicar al rosarino en el espectro surrealista, debido a su noción de estructura.

› Por Beatriz Vignoli

El sábado 17 de octubre se inauguró en el Instituto de Artes Contemporáneas de Rosario (ICARO, 1º de Mayo 1117) una muestra de objetos artísticos de Adolfo Nigro. Se la puede visitar de 10 a 12 y de 17 a 20 (más información al 4488671). El artista, reconocido y querido hijo pródigo de la ciudad, presentó además un libro a cuatro manos acerca de su obra: Contra la fuerza del hábito: En torno a la obra de Adolfo Nigro (2009), escrito en coautoría con el director de ICARO, el escritor y docente Rodolfo Hachén, quien además tuvo a su cargo la edición, en el marco del proyecto de publicaciones que impulsa desde el Instituto de Artes Contemporáneas de Rosario.

"Contra la fuerza del hábito: En torno a la obra de Adolfo Nigro" se titula también el ensayo de Hachén incluido en el libro. El autor aporta una nueva mirada sobre la obra del artista rosarino. Lo reubica en el espectro surrealista, al postular que Nigro entiende la noción de estructura desde el collage. Este trabajo de Hachén se sitúa sobre un horizonte teórico importante. La influencia del surrealismo en Nigro fue señalada por Nelly Perazzo en una monografía de comienzos de los 90. Otra influyente crítica e investigadora de arte, Andrea Giunta, había desarrollado la idea del objeto artístico como signo en su ensayo "El objeto en la obra de Adolfo Nigro", publicado inicialmente en 1990 y reeditado en 2003. Hachén cita pasajes del mismo y hace nuevos aportes desde una perspectiva interdisciplinaria que abarca la literatura psicoanalítica, la antropología, la semiología y las teorías de la comunicación. Rodolfo Hachén es magíster en Teoría Lingüística y Adquisición del Lenguaje. Dirige el Departamento de Etnolingüística de la Carrera de Antropología de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario.

Adolfo Nigro nace en 1942 en esta ciudad ribereña donde, según Perazzo, "su mirada hacia el río le descubre la idea de cambio, de lo errático, de ir y venir, de no detenerse". Y resume Hachén: "El itinerario de Adolfo Nigro sabe de puertos. Nacido en Rosario (Argentina) desarrolla gran parte de su proceso creativo en Montevideo (Uruguay) y descubre un horizonte desconocido en Barcelona (España). Actualmente, Buenos Aires lo contiene. Este paisaje cosmopolita pobló su obra de exilios. Sus barcos (marcados siempre por la U de Uruguay) invitan, como sus escaleras, a la fuga".

Otro utensilio recurrente para Adolfo Nigro es la red. En esta muestra, puede verse una obra reciente titulada "Red de Marzo". Rodolfo Hachén la describe así: "es un objeto, un objeto de arte, una obra de Adolfo Nigro que, como una mariposa ahorcada y aún tibia [sic], cuelga de la nada, dibujando sombras fantasmales. La red es una malla que retiene, apresa, captura, pesca, Marzo es uno de los doce meses del año que en nuestra geografía de referencia se asocia al comienzo del otoño, al fin del esplendor del verano y al preludio de la crueldad del invierno. Es un mes de pérdidas más que de florecimientos. Quien no supiera que el 24 de marzo de 1976 tuvo lugar en la Argentina el golpe de Estado que desencadenó la dictadura militar más sangrienta de nuestra historia, podría darle a esta mención una connotación casi romántica y nostálgica".

La denuncia política directa es un dato novedoso en la obra de Adolfo Nigro. Ésta se basa en un constructivismo lírico y evocador, a veces crítico, pero hasta ahora nunca unívoco. Hay una raigambre modernista y formalista fuerte en sus pinturas y dibujos, donde la idea de composición es reemplazada por el concepto de construcción: se subdivide el plano como si de edificar contra la fuerza de gravedad se tratara. Guiadas por un horror al vacío, proliferan formas que sugieren una fauna y una flora fantásticas, surgidas en puntos compositivos estratégicos a partir de la fragmentación de pequeñas áreas. Esto evoca la geometría simbolista de Joaquín Torres García, de cuyos discípulos Nigro aprendió en Montevideo. Contrastando con la austeridad del maestro uruguayo, alienta en la obra del rosarino un gusto por el capricho formal al que podría situarse dentro del barroco americano. La voluntad de construir una selva, o una urbe utópica, informa el gesto americano de Adolfo Nigro como dibujante y pintor (en ese orden).

Pero sus collages y objetos son otra cosa. Si bien mantienen con sus obras más tradicionales un aire de familia, la extrema síntesis expresiva de los mismos revela procedimientos de condensación semejantes a los de ciertas corrientes de poesía vanguardista, como el creacionismo. Si el parentesco de Adolfo Nigro con el surrealismo se daba en sus pinturas a través de la imagen de la "selva de símbolos" (imagen alegórica que Benjamin, crítico pionero del surrealismo, tomó del poeta Charles Baudelaire), en sus objetos éste se produce por medio del montaje de fragmentos iluminados por intuiciones al azar. Un ethos del bricolage para el buen salvaje del siglo veinte guía a las líneas de fuga que constituyen el vector contramodernista de la producción de obra en Adolfo Nigro. Esto es así si se considera con Hal Foster al surrealismo como un contramodernismo; "el surrealismo, al cual ve Nigro ya en 1968 como la salida al realismo", escribió Nelly Perazzo, según quien "las ideas surrealistas lo instan a crear una nueva imagen en base a otras. En ese momento resulta determinante su lectura de las obras del poeta chileno Vicente Huidobro".

Nigro logra "observar la realidad para no copiarla", según escribe Hachén en el libro. "El mandato de negar para crear fue una enseñanza inmediata de [su maestro José] Gurvich. El planteo de la ruptura como superación, un dictamen, a distancia, de Picasso. El collage, un ejemplo inequívoco de otra manera de entender las estructuras. La `estructura` que Torres García ofrecía a sus alumnos le llegó a Nigro disfrazada de compás áureo. Pero no estamos hablando de una noción rígida de estructura sino de una lógica dinámica que libera a la composición artística de la sinrazón. Los objetos evocados no adquieren valor en cuanto entes aislados sino en virtud de sus relaciones", concluye Hachén. Coincide en esto con la noción de sintaxis en el texto de Giunta.

Por este doble linaje constructivista y surrealista de su obra, es posible pensar que los collages y objetos de Adolfo Nigro apuntaban desde siempre en la dirección de la posibilidad de enunciar un sentido referencial débil o fuerte. En lo constructivista, la reunión de enseres encontrados, más la carpintería lúdica por la cual se los ensambla, figuran el campo de pruebas de la lógica de sus formas en lo real. Nancy Rojas ya señalaba en 2003 la conexión entre estos assemblages y los juguetes de Torres García, como asimismo el diálogo con los del poeta y artista Hugo Padeletti. Pero a diferencia de los collages de Padeletti, donde se mantiene la autonomía de la obra, en Nigro el material introduce signos que crean una tensión al límite de la ruptura de la autonomía, ruptura que en "Red de marzo" es ya inequívoca. Por eso los objetos de Adolfo Nigro tienen mucho de una poesía contemporánea inscripta en lo material. Traen presencias fragmentarias de lo cotidiano y desde allí señalan ausencias por vía de la metáfora.

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