Si la construcción de las grandes bandas del rock argentino actual comenzó a consolidarse en los 80 (con Sumo, Soda Stereo y los Redonditos de Ricota a la cabeza, pero también con Los Fabulosos Cadillacs y, más tarde, La Renga o Los Piojos), los 90 sirvieron para que todo comenzara a explotar hacia nuevos rumbos. Los rótulos precisos comenzaron entonces a tambalear con la aparición de bandas que arrojaban canciones viscerales, experimentales, renovadoras. Así llegaron Los Brujos con su "Kanishka", Illya Kuryaki y el rap de "Es tuya Juan", Todos tus muertos y su "Gente que no", Babasónicos con "D-Generación" o Peligrosos Gorriones con su "Escafandra". Por allí andaban también Los 7 delfines, o Los Visitantes que habían reencauzado la ya auspiciosa etapa de Don Cornelio y la Zona.

Detrás de esas canciones aparecían discos valiosos, que anunciaban una búsqueda que, según el caso, se prolongaría en el tiempo, se correría hacia nuevos senderos, o terminaría desapareciendo para dejar sólo un buen recuerdo. En el caso de los Peligrosos Gorriones, el periplo duró tres discos y poco menos de una década, tiempo suficiente como para dejar una marca firme. Evidencia de ello es la buena recepción que el cuarteto ha logrado desde que, a fines de 2009 y después de diez años, decidieron regresar.

Esta noche, a las 22, el grupo llegará al Club Imperial (San Martín y el río) como parte de un retorno que, quizás, incluya la edición de un disco que, según delineó el cantante y bajista Francisco Bochatón, llevará el sello distintivo de la banda. En ese marco, el músico explicó a Rosario/12: "Estamos empezando a poder funcionar juntos de una manera nueva, porque a pesar de que nos conocemos hace tanto tiempo la situación es nueva".

- En el tiempo que la banda estuvo separada cada uno transitó por carriles independientes. ¿Eso empieza a traslucirse cuando van apareciendo nuevos temas?

- Al principio sí, pasó un poco éso. Después se empezó a volver a una matriz que el grupo siempre tuvo. Al principio cuando nos juntamos parecía que cada uno ponía lo que traía de sus proyectos. Después siento que fue transformando, mutando. Todo confluye en una cosa nueva, y es natural. Yo no me lo imaginaba pero era obvio que tenía que suceder, y es más que positivo.

- Habla de una matriz y, si bien siempre tuvieron una estética que los identificó, la del primer disco no es exactamente la misma que la del último. ¿Se puede empezar a pensar en una nueva matriz sonora a partir de este regreso?

- Sí, hay un sonido que es nuevo. Ahora tenemos una forma de tocar mucho más clara que antes. Y tiene que ver con una situación muy 2010. En aquella época por ahí los sonidos eran un poco más limitados, la variación que se podía utilizar era menor a la que tenemos ahora. Igualmente cuando hablo de la matriz me refiero no necesariamente al sonido que tiene cada disco, sino a la matriz general de la banda. Con algunos refinamientos esa matriz es la misma que tenemos hoy.

- ¿Hay un público nostálgico de aquel Nuevo Rock Argentino, cree que no han aparecido más propuestas dentro de la línea de lo que ocurrió a principios de los 90?

- Creo que sí. No hay bandas que estén haciendo algo que me resulte interesante. Me encantaría que suceda algo que tenga que ver con una explosión artística que se condiga con el 2010 y no tener que recurrir a lo que pasó en los 90. Pero lo cierto es que en esa época hubo un surgimiento de tres, cuatro o cinco bandas que hicieron cosas que pudieron abrir un abanico. Cada una con su estilo te mostraban una manera diferente de ver la música, que era totalmente nueva para el país. Hoy no escucho éso, escucho cosas muy pasteurizadas. El mundo cambió y me parece que hay una tendencia muy negativa. Los procesos de las bandas están muy marcados por lo económico, es una época muy capitalista para el arte.