Jueves, 24 de marzo de 2011 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › CINE. ENTREVISTA AL DIRECTOR DEL DOCUMENTAL NUESTROS DESAPARECIDOS
La obra de Juan Mandelbaum utiliza como eje la desaparición de un propio ser querido. Esta noche, en El Cairo, el realizador participará del estreno nacional de un trabajo que fue financiado por el Sundance Institute Documentary Fund.
Por Leandro Arteaga
"Cuando apareció su nombre en una lista de desaparecidos comencé a investigar para confirmar que efectivamente se trataba de ella. A partir de ahí empecé a pensar en otras historias, las de gente que yo conocía y que había desaparecido también, que nunca se habían contado. Me surgió la necesidad de hacerlo, y como yo hago cine - éste es mi medio -, empecé a pensar en una película que contara estas historias, todas únicas, desde mi punto de vista", apunta a Rosario/12 el realizador Juan Mandelbaum, quien se encargará de presentar su premiado film Nuestros desaparecidos hoy, a las 20, en Cine El Cairo (Santa Fe 1120), con función a repetirse el día de mañana en mismo horario.
Nuestros desaparecidos es un film producido por Geovisión - donde Mandelbaum se desempeña como director creativo -, y cuenta con financiamiento del Sundance Institute Documentary Fund, que dirige Robert Redford. El documental de Mandelbaum - que ha recorrido distintos países y festivales, siendo merecedor del Premio a los Derechos Humanos en Docúpolis (Barcelona), así como del Premio del Público en el Chicago Latino Film Festival, entre muchos otros- comienza a gestarse a partir del momento en que el realizador, radicado en Estados Unidos, descubre que Patricia Dixon, novia de su juventud en Argentina, fue una de las personas secuestradas y desaparecidas durante la última dictadura militar.
"A partir de la película yo vuelvo al país para encontrarme con la historia de Patricia y con todas las otras historias que decido contar. Me encuentro con los sobrevivientes y filmo los lugares donde estuvieron detenidos, de donde desaparecieron. Lo que comenzó siendo un viaje al pasado fue algo que, en verdad, estuvo siempre muy conectado con el presente y con el futuro, porque una parte importante de esta historia son los hijos que tuvo esta gente que desapareció y que yo conocía. Hacer la película me significó un viaje de tres años. La exhibí en Estados Unidos con un interés particular porque es una realidad que allí no se conoce, incluyendo el papel decisivo que tuvo Estados Unidos en ello. A partir de allí se dieron una serie increíble de coincidencias, de cosas que fueron apareciendo, casi mágicamente, como si Patricia nos estuviera guiando en el proceso; algo que siguió aún después de terminar la película. Hubo gente que apareció, que se contactó, después de más de treinta años.
¿De qué manera fuiste encontrando la estructura narrativa?
Para mí era muy importante que la película tuviera una conexión muy íntima con la persona con la que dialogaba. Fueron conversaciones muy tranquilas, pensadas, sentidas. De alguna manera fui también contando mi propia historia, como para ir enhebrando los distintos aportes, a la manera de un hilo conductor, por medio del cual llevar al espectador de la mano pero sin considerar que mi historia fuese la más importante. Al mismo tiempo hubo también un cuidado muy grande en temas como el material de archivo; encontramos material en España y en Estados Unidos que, creo, nunca se ha visto en la Argentina. Incluso en Argentina encontré cosas inéditas, como una entrevista con Henry Kissinger saliendo de una reunión con el General Videla en 1977, algo bastante impresionante. También hubo mucho cuidado con el montaje, con la estructura de toda la película, así como con la música, compuesta por un amigo mío, Gustavo Moretto, que hizo un trabajo increíble.
¿Qué te pasaba internamente durante el rodaje? Te lo pregunto por lo delicado y sensible que me resulta pensar que el móvil tuvo que ver con un ser querido.
Es una pregunta muy importante, que la voy respondiendo de a poco, a medida que pasa el tiempo. Creo que si bien la película me conectó mucho con el recuerdo de Patricia, fundamentalmente lo hizo con el de todos, por eso se llama Nuestros desaparecidos; no son los desaparecidos míos ni los tuyos, sino los de todos, más allá de la posición política que uno tenga. Me he encontrado con gente a la que la película la ayudó a entender el dolor tan enorme que ha causado la represión que sufrimos. Para mí, personalmente, hacerla fue durísimo.
¿Es cierto que el estreno en nuestro país se demoró por los temores que despertó la desaparición de Julio López?
Lo de Julio López tuvo un efecto muy fuerte en muchas de las personas entrevistadas, y particularmente en una de ellas, quien me pidió no pasar la película por un tiempo. La historia de esta persona fue luego contada públicamente por ella misma a través de un libro, a partir de ahí resolvimos estrenarla. Es decir, se trató de un proceso en donde realmente se respetó lo que sentían los entrevistados, algo esencial en todo momento. Muchos han participado conmigo en las proyecciones, en todo el mundo, en la India, en Cartagena, en Los Angeles, y lo interesante es que en lugares como Sudáfrica se conectaron mucho con la historia porque, habrá que decir, no tenemos exclusividad en este tipo de represión. Pienso que ahora es un buen momento para pasarla. En el estreno voy a estar con gente que aparece en la película, y espero poder compartirla, discutirla y pensarla con el público de Rosario. Que la primera proyección sea allí es algo que me alegra muchísimo, así como me provoca mucha curiosidad ver cómo la reciben. Además, en Rosario también hay conexiones con las historias que la película retrata.
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