Lunes, 9 de mayo de 2011 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › NUEVO TRABAJO DE LA DUPLA CREATIVA COHN-DUPRAT
Por Emilio A. Bellon
Querida voy a comprar cigarrillos y vuelvo: 8 puntos.
(Idem. Argentina, 2011)
Dirección: Mariano Cohn y Gastón Duprat
Guión: Andrés Duprat, con la colaboración de los realizadores y el autor del cuento, Alberto Laiseca
Música: Maxi Trusso
Intérpretes: Emilio Disi, Eusebio Poncela, Alberto Laiseca, Daniel Aráoz, Darío Lopilato.
Duración: 88 minutos.
Salas de estreno: Monumental, Showcase y Village.
Film atípico, arriesgado, no sólo por la temática sino por la manera en que fue pensado y construido, Querida voy a... parte de una expresión coloquial, cotidiana, reconocible en todos sus términos para lograr una incursión en la zona de lo mágico y de lo extraño. El film de los realizadores de El artista y El hombre de al lado (uno de los más aplaudidos del año pasado) se atreve allí donde otros films reconocieron ese límite que cierto sentido de normatividad impone.
Relato que incluye la propia participación del autor del cuento, Alberto Laiseca, quien se dirige al espectador con apelaciones y parlamentos que provocan e incomodan, adoptando en algunos momentos una actitud categórica, Querida voy a... es un juego no sólo con el tiempo, sino además sobre la propia obra, sobre sus cruces y misterios.
Historia que se abre en un escenario de cuentos exóticos en el norte de Africa y que por un hecho azaroso, imprevisto, pero no ajeno a las propias leyes del universo, aterriza en Olavarría, un día en el que todos los días son iguales y en donde, como en tantos otros días, hasta las moscas siguen siendo tan molestas por un estado sonámbulo de aburrimiento. Y entonces, un personaje surgido de las páginas de fantasmas diabólicos y ambiciones postergadas, rol que brinda Eusebio Poncela, le propondrá a un mediocre hombre del lugar un pacto que reanima tantos otros pactos fáusticos de la historia de la cultura.
Lejos de la comedia tradicional, Querida voy a.... propone un viaje en el tiempo desde ciertos poderes mágicos y promesa de un beneficio que duerme en una valija, y al mismo tiempo puede pensarse como una propuesta autorreflexiva y crítica sobre comportamientos sociales y conductas elitistas, que en nombre de afanes personales, barren con todo tipo de principios.
Desde una máscara que lo aleja de los sets televisivos y de aquellas comedias seriales, Emilio Disi compone a un aburrido hombre, de un aburrido lugar, que nunca pudo crear nada propio, sujeto a convenciones y a mandatos rutinarios. Como tantos otros. Y ahora tendrá una oportunidad única e inmediata: la que en su travesía de juego retrospectivo estará marcada por ciertas consignas.
Ocurrente y desafiante, la propuesta de Cohn y Duprat apuesta a un espectador crítico, que se permita aceptar esta invitación lúdica, pero no por eso menos comprometida con los interrogantes de la propia conciencia. Por eso allí también está la voz de Laiseca, sus gestos, quien de manera ácida y burlona, impiadosa, aleja al film de todo final conciliador, con reflexiones y comentarios que nos alcanzan.
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