Lunes, 9 de mayo de 2011 | Hoy
OPINIóN › 7 DíAS EN LA CIUDAD
Cuando faltan menos de dos semanas para las elecciones internas en la provincia, los principales candidatos a intendente de Rosario han demostrado en el último tramo de la campaña no sólo conocimiento profundo de los temas de la ciudad, sino también experiencia y convicción para una posible gestión. Principales características, puntos débiles y fuertes de cada uno de ellos.
Por Leo Ricciardino
De cara a los comicios internos del próximo 22 de mayo, el debate entre los principales candidatos a intendente de la ciudad de Rosario dejó en claro que los postulantes tienen un nivel de conocimiento vasto de los temas que incumben al cargo que disputan, pero además una visión estratégica de la ciudad hacia el futuro que sólo puede cimentarse desde el punto de vista argumentativo en el estudio profundo de las variadas problemáticas urbanas. Así, Héctor Cavallero, Jorge Boasso, Mónica Fein, Diego Giuliano y Gonzalo del Cerro (que estuvieron presentes el viernes en el debate organizado por La Ocho y el diario La Capital) dieron una demostración cabal de la necesidad de volver a dar estos espacios pautados para la discusión de ideas y proyectos. Es la única posibilidad de romper con los slogans de campaña y adentrarse en el pensamiento profundo de los candidatos.
La estructura de temas como transporte, seguridad, salud y ciudad futura o planes estratégicos, sirvió para que en un tiempo acotado los postulantes pudieran formular sus pensamientos y también responder a preguntas rotativas de un grupo de periodistas que apuntó directamente al corazón de cada uno de los ítems, impidiendo que alguno se escapara de la cuestión y arribara nuevamente al famoso "cassette" de los candidatos, el que repiten una y otra vez durante una campaña electoral.
Uno de los primeros balances que pueden apuntarse tras el cruce público de los postulantes, es que la candidata del oficialismo Mónica Fein posee un volumen político que no está lo suficientemente difundido. Demostró no sólo conocimiento de los temas sino además carácter y decisión a la hora de ejercer la defensa política de la gestión de su mentor Miguel Lifschitz. Precisamente el intendente --quien la impulsó, en su momento para sorpresa de propios y extraños, como prenda de unidad del socialismo en Rosario-- demoró un tiempo considerable en permitir que su candidata adquiriera voz propia en la confrontación ciudadana. Llevó mucho tiempo de presentación, pero en el último tramo Fein ha logrado demostrar que no sólo tiene la preparación política para la disputa, sino también el temple como para hacerse cargo de una gestión compleja. Claro que después lo que determina es el feeling con los electores. En ese punto muchos quedarán convencidos con el impulso que le da Lifschitz y otros harán pesar más su valoración de las condiciones personales de la candidata.
Héctor Cavallero y Jorge Boasso son una especie de clásico rosarino y cualquier postulante de la ciudad debería temerles a la hora de encontrarlos en un debate. Un ex intendente exitoso y un concejal sagaz e inteligente, con casi veinte años en el Palacio Vasallo, no son un partido fácil para nadie. Más allá de la intención de voto de cada uno -que por cierto es alta-, ambos poseen un conocimiento tan profundo de los temas de la ciudad que resulta difícil revertir sus argumentos en el caso que hiciera falta.
Cavallero sabe de memoria hasta el último metro de caño de gas natural colocado en el confín del municipio, la penúltima vuelta de cualquiera de las líneas del transporte urbano de pasajeros, los más recientes metros de pavimentos hechos en cualquier lugar de la ciudad, y los déficits y padecimientos del más lejano de los centros de atención primaria de la salud. Es sumamente complicado hallarlo en una problemática que no conozca de manera cercana. Su personalidad y su carácter militante están intactos a pesar de los años, que parecen haberle otorgado una paciencia extra que le sirve no sólo para olvidar viejos rencores con el sector del socialismo con el que protagonizó la fractura allá por el '95, sino también para valorar muchos de los logros de estos últimos años de gestión en los que tuvo una excelente relación con el intendente Lifschitz, de quien se considera amigo. Es como una especie de patriarca municipal y en condiciones de disputar poder en cualquier terreno.
Boasso es, sin duda, el más productivo de los concejales que haya tenido la ciudad en su historia reciente. No debe haber antecedente de un edil candidato a intendente que pueda basar su campaña política en hechos y ordenanzas tan concretas, que constituyen casi un compendio de una gestión completa. No sólo es agudo e inteligente sino que tiene la vehemencia suficiente para defender a rajatabla su pensamiento. Ese mismo carácter que fue su principal contrapeso político y que parece haber domado con éxito en esta oportunidad. Para llegar al Palacio de los Leones no sólo hacen falta condiciones políticas, conocimiento de los temas y penetración en el difícil electorado local; sino también condiciones sociales y políticas determinadas. Boasso hoy está convencido de que los planetas están alineados en su favor.
Diego Giuliano es uno de los nombres más novedosos en la política local. Empezó su carrera en la gestión pública local y logró convertirse en poco tiempo en un candidato peronista que puede ser del agrado de determinados sectores sociales de Rosario. Una especie de esperanza blanca del PJ local que no ha hallado en muchos años al dirigente capaz de convertirse en una alternativa real de poder en la ciudad y que, precisamente por eso, sigue recurriendo a Cavallero como aliado con posibilidades concretas en cualquier elección. Por eso para muchos observadores, allí se libra otra batalla concreta más allá del resultado de las elecciones generales de julio: quién es el que se transforma en un dirigente con futuro dentro del sinuoso espacio peronista rosarino.
La discusión no es menor, porque además suma elementos ideológicos por más pragmatismo que quieran mostrar los candidatos. Hubiera sido impensable para esta elección que Agustín Rossi hubiese alcanzado un acuerdo político con Giuliano, que cayó en los brazos de Rafael Bielsa más por necesidades estructurales que por convicción política. De hecho Giuliano era uno de los más contentos con el sistema de boleta única, porque le permitía un armado bien local e independiente de los confusos vaivenes provinciales del peronismo, que se hamaca entre el más furioso kirchnerismo y el más tímido reutemismo residual.
Reutemann jamás impulsó, felicitó o abrazó a Giuliano, pero sin embargo éste debe cargar con el mote de reutemista. Con las ventajas y desventajas que eso supone. Con todo, Giuliano es el candidato al que más se le nota su pensamiento profundo. Su fe religiosa (incorporada incluso a sus mensajes de campaña) y su frontalidad para hablar de las supuestas soluciones a la inseguridad, lo revelan como un dirigente que difícilmente pudiera llegar a abrevar en los espacios kirchneristas más militantes. Por eso mismo, no es descabellado que lo llamen reutemista, por más que coyunturalmente comparta ahora espacio con Bielsa. Fue una de las sorpresas electorales de los últimos años y va ahora por la ratificación de ese cetro con la ventaja de ser un hombre joven y con futuro.
Del candidato del radicalismo aliado al socialismo Gonzalo Del Cerro no hay mucho para decir después del debate. Es evidente que no pertenecía al "pelotón" de los que allí discutían y más allá de su gestión como concejal de la ciudad él mismo sabe que su misión electoral pasa más que nada por contener votos radicales para el socialismo, aquellos que no votarían por Boasso en ninguna circunstancia y que aún conservan expectativas en las alianzas dentro del Frente Progresista. Por supuesto que con el traje puesto -como todos- saldrá a competir con lo mejor que tenga, pensando en los acuerdos políticos que vendrán para su sector.
De entre varios de los que allí estaban el viernes, venciendo los miedos y especulaciones frente a un debate político, saldrá el próximo intendente de Rosario. Más allá de las consideraciones personales, políticas e ideológicas sobre cada uno de ellos, lo más importante es que estuvieron a la altura de las circunstancias y demostraron conocimiento y compromiso con la ciudad. Y esto no es poco en la continuidad política de Rosario, que no sólo ha demostrado tener un electorado exquisito sino, además, tener suerte en los resultados de las distintas gestiones desde la recuperación de la democracia.
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