CULTURA / ESPECTáCULOS › PLASTICA. ARTE DE SANTA FE, HASTA EL 23 DE MAYO, EN EL MUSEO CASTAGNINO
La complejidad de los procedimientos de recepción que exige esta exposición, integrante del programa Argentina Pinta Bien, se incrementa por la recurrencia de los espectros o fantasmas de la tradición que recorren estos artistas contemporáneos.
› Por Beatriz Vignoli
Hasta el 23 de mayo puede visitarse en el Museo Castagnino (Oroño y Pellegrini) la muestra Arte de Santa Fe. La misma forma parte del Programa Argentina Pinta Bien, emprendimiento diseñado en el año 2003 por la Fundación YPF, el Centro Cultural Recoleta -dependiente del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires- y su Asociación Amigos, para difundir la obra de artistas contemporáneos de las distintas provincias del país. La cuidada exposición incluye a 76 artistas vivos de distintas generaciones y localidades, en lo que busca ser un panorama representativo de la provincia de Santa Fe.
Tres curadoras de Buenos Aires (Florencia Battiti, Cecilia Fiel y Adriana Lauría) hicieron un intenso trabajo de campo mediante el cual buscaron y seleccionaron a artistas de diversas ciudades como Santa Fe capital, Rosario, Reconquista, Avellaneda, Esperanza, Rafaela, Elisa y San Jerónimo Norte, entre otras. El catálogo de la muestra refleja su inmersión en el campo. Si bien no participaron curadores locales, la curadora Adriana Lauría refiere en el catálogo al trabajo de colegas locales y admite muy éticamente que les antecedieron en la detección de tendencias.
Diálogos con los artistas y visitas a sus talleres permitieron realizar una selección, entre obras de autores conocidos, de piezas poco conocidas para el público. El prestigio fue un criterio al seleccionar. El heterogéneo pero sólido conjunto es inabordable en apenas 100 líneas; esta primera nota trata sólo de la planta baja.
El montaje arma un relato, organizando el heterogéneo material de las obras según sus imágenes, la amplitud de la visibilidad de los autores y las líneas estéticas que representan, y no tanto por técnica u origen. La arquitectura del Museo las contiene y jerarquiza. El Museo tuvo una fuerte participación, no sólo en el diseño de montaje sino en el aporte de piezas de su propia colección patrimonial de arte contemporáneo. Preside la planta, en la sala central detrás del hall, un "paintant" de Fabián Marcaccio (Rosario, 1963). La monumental instalación pictórica, fechada en 1997, pertenece al Museo. Formado en Filosofía en la Universidad Nacional de Rosario, Marcaccio compone a partir de conceptos filosóficos de Gilles Deleuze. Se radicó en Nueva York a mediados de los 80 y es quien más reconocimiento internacional ha obtenido de entre estos casi 80 autores. Lo flanquean Leandro Comba, con unos sensibles objetos en madera, y Laura Glusman, quien fotografía el paisaje de la provincia en toda su belleza y horror.
Al hall central lo comparte el gran maestro local de la pintura abstracta (o, mejor, "concreta"), Eduardo Serón, con otro pintor muy reconocido y aceptado de la generación intermedia, Daniel García, y con un artista abstracto de comienzos de este siglo, Marcelo Villegas. Ocupan los lugares más visibles del hall dos esculturas en cerámica y una pintura de Carolina Antoniadis. Nacida en Rosario en 1961, Antoniadis explora un suntuoso lenguaje pictórico de campos planos de color puro, inspirado en Matisse. Vive en Buenos Aires, donde perteneció en los 80 al grupo de la X, apadrinado por Enio Iommi. Justamente es Iommi el representante de los maestros de la vanguardia en este piso. Presenta instalaciones con juguetes y otros objetos, circa 2002, que comentan ácidamente la realidad nacional del momento.
Si se camina desde el centro invirtiendo el recorrido, sigue una sala de soportes con forma, a mitad de camino entre la pintura y la instalación, donde conviven obras de Nico Sara, Pedro Iacomuzzi y Leandro Yadanza. En el pasillo, con humor irreverente, Aurelio García cita en su particular lenguaje pictórico de base gráfica digital una obra canónica del período realista de Juan Pablo Renzi y se refiere a la tradición local de la vanguardia. Alterando su título a queja, refiere a autores que no están muy representados aquí (excepto por Puzzolo, en la planta alta): los que formaron parte de Tucumán Arde. "Todavía nos arde", malinterpreta deliberadamente García. La parodia como "mala lectura" es también el procedimiento literario aplicado por Lewis Carroll, en Alicia en el País de las Maravillas, al personaje tradicional de Humpty Dumpty. Tal es el "hombre huevo" que, como bien señala Adriana Lauría en el texto de catálogo, protagoniza la tira de Max Cachimba "Cómo ser un pelotudo" y sus óleos de la serie Destino incierto que la acompañan. El placer intelectual se despliega a pleno para el espectador culto. La complejidad de los procedimientos de recepción que exige esta muestra se incrementa por la recurrencia de los espectros o fantasmas de la tradición que recorren estas obras.
En otra sala, Silvia Lenardón reescribe al maestro Juan Grela. Lo fotográfico de la pintura y lo pictórico de la fotografía barajan de nuevo disciplinas. Entre nosotros se titula la serie de virtuosos y sugerentes óleos de Javier Carricajo, tres de cuyas piezas se encuentran aquí (el resto puede verse en la muestra PicFic). Los óleos miniaturistas de Diego Vergara hacen renacer el surrealismo de la mano del gótico. Bárbara Sandoz en foto y una pintora de Resistencia, Georgina Moschino, reformulan géneros tradicionales.
Con ojos y cámaras nada inocentes, Ariel Trevisan y Adrián Villar Rojas encuentran el arte geométrico o la ciencia ficción en lo cotidiano. Lila Siegrist dialoga con los fantasmas de la tradición del Modernismo regional (Gambartes, del Grupo Litoral, etc.) en sus fotos de interiores burgueses que expresan su preocupación extra artística, como operadora cultural, por indagar en las prácticas de mecenazgo de las clases altas: pero en la superficie de su relato, el personaje sobrenatural es la esférica luz flúo que simboliza lo contemporáneo.
Eugenia Calvo también fotografía con gran cuidado interiores exquisitos, donde el peligro acecha y los objetos ubicados como trampas generan suspenso. La santafesina Rosana Storti recrea el interior doméstico desde sus fotos de juguetes para niñas y un santafesino exitoso, Marcos López, dialoga con Rembrandt.
Le hace eco, más surreal (al otro lado del hall), Sergio Fasola, quien compone cómicas escenas que recuerdan a la tira Nelly, de Mira y Langer, por lo satírico de sus alegorías y lo grotesco de sus personajes. Enzo Mansilla registra a lo August Sander o Carlos Serrano (otra influencia sobre López) cuerpos reales cargados de sus propios signos. Dos performers, Cintia Romero y Leticia Santa Cruz, registran su propio accionar. La canción surfer del video de Santa Cruz es tan pegadiza que queda martillando en el cerebro varios días. Gonzalo Gatto, de Santa Fe capital, parodia el género popular de la estampita religiosa en sus fotos de estudio. Sorprende el rosarino D'Amelio con sus recientes fotos intervenidas de atmósfera noir donde retoma el expresionismo de sus comienzos. Otra rosarina también sorprende: en un video muy hipnótico, Graciela Sacco (que viene explorando la cercanía tolerable entre los cuerpos) conjuga antagonismo y erotismo al proyectar sobre una pantalla oval lentas imágenes flotantes de rostros de hombres de perfil, que acercan y luego alejan sus bocas como peces.
Luján Castellani potencia el sentido de su singular técnica al aludir a las redes sociales tipo Facebook, tramando jirones de fotos de rostros anónimos que forman una inmensa telaraña. Se hacen cargo de la auto representación un intimista video autobiográfico documental de Ana Gallardo, un autorretrato de Nicola Constantino y los marcos hechos cruces por Mariana Tellería, en una instalación cuyo ambiguo título ("Estás en todos lados") evoca rituales obsesivo compulsivos afines a cierta idea popular de la locura y del fanatismo religioso. Tanto María Elena Machuca, de Resistencia, como Alfonso "Ponchi" Insaurralde, de Santa Fe capital o Carlos Herrera y Andrea Ostera, de Rosario, "dibujan", cada cual en su técnica, abriendo el arte al azar de las líneas y planos que les brindan la tecnología o la naturaleza. Carlos Trilnik, pionero en video arte, aplana el paisaje hasta lo abstracto en sus fotos. Y quizás cierto sentido del paisaje litoraleño habilitó la inclusión de unas fotos de peces por Raúl Cottone.
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