Martes, 2 de agosto de 2011 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › "COMO ALGUIEN QUE ESTá PERDIDO", CUENTOS DE MARCELO BRITOS
Si bien el mundo desencantado que transitan sus personajes se asemeja al de los círculos infernales que recorren John Cheever y Juan Carlos Onetti, la atmósfera y las referencias locales son reconocibles en la exquisita prosa de Britos.
Por Beatriz Vignoli
El 15 de enero de 2004, minutos antes de las cuatro de la tarde, entre las localidades santafesinas de San Gregorio y Cristophersen, una avioneta fumigadora Cessna 300 impactó una de sus ruedas contra un automóvil Honda Civic, decapitando a una de las dos mujeres que estaban en el auto; la fallecida era la esposa del piloto, quien al parecer había hecho un vuelo rasante para saludarla. Vivían ambos con sus dos hijos en un chalet en San Gregorio, localidad donde luego comenzó a circular el rumor de que el fantasma de la mujer hacía dedo en la ruta 14 y deambulaba por la casa. Este triste relato, con un pie en la crónica y otro en la leyenda, sirvió de inspiración al realismo mágico del cuento "Aparecida", de Marcelo Britos, y forma parte de su tercer libro de cuentos, Como alguien que está perdido, que presenta la editorial artesanal rosarina El Ombú Bonsai mañana, a las 19.30, en el Bar Cívico (San Lorenzo y Dorrego).
Marcelo Britos (Rosario, 1970) ya venía investigando "los cucos argentinos" en 2005, año en que publicó una breve nota de ese título en la revista Ciudad Gótica, cuyo consejo editorial integra. Publicó los libros de cuentos Los Dogos (Ciudad Gótica, 2004) y Alexandria (Universidad Nacional del Litoral y Ciudad Gótica, 2007). Algunos de esos relatos fueron publicados en Rosario/12. Su primera novela, Empalme (Editorial Municipal de Rosario, 2010) obtuvo el primer premio de novela en el concurso municipal Manuel Musto del año pasado. Lee parte de ella en sonidosderosario.com.ar.
Los once cuentos que integran las 124 páginas (cosidas por sus propios editores) de Como alguien que está perdido muestran un firme anclaje en las coordenadas de la ciudad y la provincia que habita su autor. Si bien el mundo desencantado que transitan sus personajes se asemeja al de los círculos infernales que recorren los de ese autor con nombre como de marca de whisky que es John Cheever (o, un poco más cerca en el espacio, Juan Carlos Onetti), la atmósfera y las referencias locales son reconocibles. El primero del libro, "Verdún", rescata la melancolía soterrada de clase media que rodea la Plaza Buratovich frente a la parroquia San Miguel; "Alfa Romeo" traduce Carver a los suburbios pobres de Rosario; "Voraz" ubica una tragedia anunciada en la "colmena" de Colón y Mendoza; y el último, "Raro", guía su final excepcionalmente esperanzado y mágico hacia el piano inmemorial de la Escuela de Música de "La Siberia". La conciencia del narrador, creada por la filigrana exquisita de la prosa poética y levemente tanguera de Britos, funciona como un dispositivo de captación de climas internos de sorda desesperación y externos de humedad, frío, desolación o tormenta inminente.
"Natación" narra en tono asordinado una pasión secreta e inconfesable y participa de la lógica contraintuitiva que rige la mayor parte del libro, demostrando así que un escritor de ficciones puede saber más de psicología que los psicólogos; "Sirena" explora el fin de un amor con la furia de la naturaleza como correlato objetivo, y "Alacranes" sitúa en un departamento de pasillo la perversidad de un efecto mínimo causando el máximo de desastre: la lógica del efecto mariposa. "Payaso" es una joya narrativa del recurso del sincronismo y sigue a su personaje por lugares típicos de la ciudad hasta dejar demostrado que un hombre deprimido puede no ser peligroso sólo para sí mismo, sino para otros. Y el mejor, "Miles Davis", ofrece un cuento dentro del cuento donde se desarrolla, entre la ciudad y el campo, un "amor imaginario" que desemboca en la pérdida de la inocencia (de la inocencia de quien menos se esperaba que aún la tuviese).
"¿Esto dónde ocurre? ¿Dónde está ese lugar?", pregunta el profesor al alumno en "Miles Davis". "Es relevante", subraya. "Puedo inferir que es en Argentina". Si bien la voz de Britos es militantemente argentina, a veces parece estar pensando en inglés (abusa, por ejemplo, del adverbio "sólo" como traducción del más elegante "just") pero se le perdonan esos tics librescos de lenguaje. Aunque reniegue hoy de un primer libro de poesía publicado en el 2000, su amistad con el poeta Mario Trejo dio buenos frutos.
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