Sábado, 24 de septiembre de 2011 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › EL PRóXIMO MIéRCOLES SE TRATARá LA LEY NACIONAL DE LA MúSICA.
Agrupaciones de músicos independientes analizan el impacto que tendría en la ciudad la aprobación de la norma, que contempla la creación del Circuito estable de música en vivo, donde Santa Fe forma parte de la región NEA.
Por Matías Querol
Voces de las ciencias sociales afirman que la ley siempre llega tarde a plasmar lo que la sociedad ya hizo propio en los hechos. Que la ley no es puramente original, sino que captura en un cuerpo normativo lo que antes parecía vibrar en estado latente. En rigor, las leyes son resultantes de un proceso complejo de construcción entre actores sociales que se organizan para hacer visibles sus demandas. Pues bien, llega el turno de discutir la Ley Nacional de la Música.
A finales del mes de agosto, y a través de un plenario en el que participaron un total de 20 legisladores, las comisiones de Cultura, Educación y Presupuesto del Senado de la Nación dieron el visto bueno para el tratamiento del proyecto el próximo miércoles 28 de septiembre, como iniciativa del senador Eric Calcagno (FPV). Hasta aquí tuvo apoyo casi unánime por parte de los integrantes de dicho plenario; a excepción de la senadora Norma Morandini (FAP), quien solicitó que sea reestudiado en comisión.
El proyecto comenzó a gestarse entre 2005 y 2006, al calor de las movilizaciones de músicos autoconvocados por el rechazo a la reglamentación de la Ley del Ejecutante Musical sancionada en 1957. Mucha expectativa gira en torno a la propuesta. Destacadas figuras del ambiente nacional y organizaciones gremiales de músicos independientes manifestaron su apoyo. A modo de síntesis, lo más relevante que arroja su letra es la creación del Instituto Nacional de la Música (Inamu), tomado como referencia directa del Incaa y el Instituto Nacional del Teatro. Al menos en los papeles, sus alcances parecen no circunscribirse a una lisa y llana tutoría estatal que de reparto de fondos, sino a intervenir como organismo público (denominado en el contenido de la ley como "facilitador" y "no invasivo") en la actividad en un sentido abarcador. Su objetivo primero es propiciar el fomento de la música nacional y garantizar un desarrollo sustentable y equilibrado de la industria. La música en vivo, la producción de música grabada, la formación integral del músico, la difusión, y la promoción cultural y social, son algunos de los tópicos contemplados.
En Rosario funcionan dos asociaciones que nuclean a músicos independientes. Sergio Barrilis, con veinte años de trayectoria en la ciudad, integra la Asociación de Músicos Independientes (Acmi). Daniel Pérez y Andrés "Polaco" Abramowski -líderes de Sucesores de la Bestia y El Regreso del Coelacanto, respectivamente- hacen lo propio en El Qubil. Ambas organizaciones coinciden en lo indispensable de una ley que regule la música como punto de partida, aunque no disimulan cierta cautela con las posibilidades reales de una total aplicación.
Más allá de los pronósticos de cara al futuro, hay acuerdo en cuanto a la necesidad de que el mercado no sea el que imponga por sí solo las reglas de juego: "El espíritu de esta ley es que la música no esté regulada por el mercado exclusivamente. Aspiramos a que haya un marco regulatorio y de promoción para que la música sea también contemplada como un bien cultural; como lo son el cine y el teatro", afirma Abramowski. Por su parte, Barrilis pondera la iniciativa por haber activado la participación colectiva en un medio donde prima la ecuación costobeneficio: "El primer punto es que se haya pensado. Que uno haya puesto a mirarse, a encontrarse, y a entender la función que uno cumple en un mundo económico".
Muchas preguntas asoman -y seguirán haciéndolo- por parte de los actores que fijan posición. Luis Alfonso, director general de Programación Cultural municipal, suscribe a las valoraciones a priori positivas: "En principio la ley es un paso adelante. Es un paso adelante que los músicos se reúnan a discutir estas cosas. Después va a depender mucho de cómo se implemente, de la elección de las autoridades y si serán representativas".
Uno de los puntos que incluye la ley, y posiblemente de los más ventajosos para oxigenar la actividad en Rosario, es la apuesta al Circuito estable de música en vivo. Una de las patas de un esquema federal dividido en cinco regiones del país (Santa Fe comparte la región NEA con Chaco, Corrientes, Entre Ríos, Misiones y Formosa) cuyo fin es garantizar que la música en vivo tenga espacio y reúna las condiciones mínimas que exige para que siga siendo "arte". Abramowski es categórico respecto a cómo las llamadas "cuestiones extramusicales" entorpecen y muchas veces pueden resultar en sequía creativa. Si bien su compañero en El Qubil, Daniel Pérez, reconoce que "saber cómo se hace un afiche no te va a quitar inspiración", cargarse al hombro a través de los años "cuestiones extramusicales" se presume razón suficiente para que muchos decidan abandonar el barco. Los músicos independientes rosarinos bien saben de qué se trata aquello que la ley misma define como "aventura individual", sobre todo en relación a la búsqueda agotadora de espacios (públicos o privados) donde mostrarse, teniendo muchas veces hasta que pagar por un aplauso en boliches o vender ellos mismos sus entradas como una rifa escolar.
No deja de llamar la atención, aunque legitimado por años de furiosa partitura neoliberal, que en el circuito de programadores privados se defina con total realismo a la música en vivo como "un negocio gastronómico a mediano plazo", rebajándola a mero consumo. Sin embargo, los músicos independientes no pasan factura a los empresarios ni al Estado, sin previa autocrítica. Son los primeros en reconocer que durante un tiempo se miraron el ombligo desatendiendo los condicionamientos socioculturales establecidos. "En los 90 si había alguien al que le iba bien era pura envidia", rememora Pérez. "Cada músico debe ser responsable por la forma en que encauza sus iniciativas artísticas. El tiene que saber que se paga al no querer cobrar, o al querer pagar para tocar. Se paga, uno lo paga. Uno está sumando monedas de precariedad laboral a la alcancía de nuestra actividad", define a su vez Barrilis.
El debate que se viene invita a todos aquellos que participan activamente, o siquiera son sensibles a la combinación de sonidos, a conocer de qué va la nueva ley. En este sentido es alentador que el proyecto suba al escenario mayor del Congreso. Y que ayude a cuestionar lo que parecía incuestionable.
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