Finaliza hoy en la ciudad de Santa Fe la octava edición del "Argentino de Teatro", organizado por Universidad Nacional del Litoral, con un marco de público que confirmó las expectativas de los organizadores y volvió a ratificar lo acertado de una programación que mostró la producción de una buena parte del teatro argentino de los últimos años.

Con una fuerte presencia de trabajos que llevan el sello de nombres destacados de la dramaturgia y la creación teatral porteña como Rafael Spregelburd y Claudio Tolcachir, la actriz y directora Cristina Banegas, figuras que por la diversidad de sus trayectorias y el reconocimiento de la crítica, volvieron a despertar la admiración y el aplauso sostenido del público santafesino.

En el caso de Spregelburd con dos propuestas muy distintas, que más allá de sus logros, dejó algún espacio para la polémica en algunos puntos oscuros de resolución dramática en "Apátrida" (Doscientos años y unos meses"), con una notable idea disparadora y de investigación que no alcanzó a asociarse con el abrumador dispositivo escénico y la resolución actoral que el propio autor y director asume en escena.

Es en "Todo" donde este prolífico creador asume una poética donde se cruzan tres perturbadoras fábulas morales con una dinámica que nos lleva a recorrer los intrincados laberintos filosóficos a los que Spregelburd nos tiene acostumbrados y que se potencia a partir de la labor actoral de Andrea Garrote, Mónica Raiola, Pablo Seijo, Alberto Suárez y el propio director.

Buenos Aires tiene mucho teatro y del bueno: una propuesta por creador es un acierto del festival, salvo en el caso de estos dos productos que más allá de estar avalados por el mismo nombre, no generan la misma reacción en el espectador.

Mención aparte para el dramaturgo y director Claudio Tolcachir, el mismo que nos deslumbró con "La omisión de la familia Coleman", volviendo a demostrar su interesante manera de ver el teatro, con "Tercer cuerpo( la historia de un intento absurdo) ",un drama coral con historias que se cruzan en un espacio que se derrumba.

Otro acierto en la búsqueda de una trama que enlaza seres desolados y un equipo actoral que asume el riesgo con actuaciones memorables, siempre bajo una precisa y medida dirección.

En otro registro y con lo que significan en la historia del teatro argentino, los nombres de Alberto Ure y Cristina Banegas, el rescate de "La familia argentina", única obra que escribió Ure y dirigió una de sus actrices preferidas, es todo un homenaje al legado estético y ético del gran maestro.

Una vez más destacamos el cuerpo de los actores al servicio de estas búsquedas : Luis Machín, Claudia Cantero y Carla Crespo, son parte de esa extraña familia que también marca una época histórica de una Argentina que bien podría volver a narrarse a partir de estos documentos teatrales, no es casual que el teatro de estos últimos años insista en el rol de las familias como espejamiento del deterioro social y político por los que atravesó el país.

Pero hay otro teatro que pudo verse y que es mérito del "Argentino de teatro", desde su primera edición: trabajos que se hacen fuera de los alcances de la buena difusión y prensa que siempre legitima a determinados productos, acercándolos a un público que ratifica esas propuestas, el teatro de grupos menos conocidos y que tienen la oportunidad de mostrarse en espacios como el que ofrece Santa Fe.

Así pudimos reencontrarnos con un genuino intérprete del mejor teatro popular, como es el mendocino Manuel Ernesto Suárez y su autobiográfico "Lágrimas y risas", subtitulado como "relatos de un actor del subdesarrollo", un viaje fantástico que narra las desventuras de un artista que como tantos otros amasaron su caudal creativo a fuerza de los continuos destierros a los que los confinó el país, tanto por causas políticas como económicas.

Allí está ese "teatro salvaje" del que hablaba Jorge Ricci, un unipersonal que el propio actor arma y desarma de acuerdo al espacio en donde se encuentre, un entramado que mezcla su historia personal con textos de otro mendocino, el escritor Juan Draghi Lucero, y fragmentos de relatos de autores como Juan Rulfo, Darío Fo y García Márquez.

Otro unipersonal de fuerte impacto en el público, fue "Feroz", perturbadora experimentación a cargo del sanjuanino Ariel Sampaolesi, que utilizó su cuerpo como herramienta narrativa de una historia teñida de ciertos tintes arltianos y mucho de realismo mágico.

Las rosarinas Romina Tamburello y Camila Olivé, dirigidas por Paola Chávez, en esa radiografía de familia matriarcal que es "Mujeres de ojos negros", primer trabajo escrito por Tamburello, una propuesta que muestra el buen nivel actoral y de creatividad generados en la ciudad de Rosario en estos últimos años.

El cordobés Maximiliano Gallo, otro actor, dramaturgo y director, integrante de las últimas generaciones teatrales nacidas en Córdoba, sorprendió con "Simulacro y fin",obra basada en la reconstrucción de los lazos familiares a partir de la muerte de uno de los hijos.

Un hallazgo tanto desde la dramaturgia como en la selección de actores provenientes de diferentes escuelas, el talento de la reconocida Eva Bianco junto a Eduardo Rivetto, Analía Juan y Lucía Márquez, aunados en una experimentación no exenta de riesgo y que propone diferentes lecturas.

Esta noche el cierre, estará a cargo de "La penúltima oportunidad", con dramaturgia y dirección de Rafael Bruza , último estreno de la Comedia Universitaria que habitualmente pone su broche de oro a todas las ediciones del Argentino de Teatro.