Martes, 7 de febrero de 2012 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › PLASTICA. EXPOSICIóN COLECTIVA EN EL CENTRO CULTURAL PARQUE ESPAñA
Muestra atípica, Confusion migra viene desde Madrid pero
incluye la obra de cuatro artistas plásticos rosarinos:
Eduardo y Rafael Bertone, Martín Bochicchio y Baltazar Rodes.
Por Beatriz Vignoli
El espíritu lúdico, a la vez ácidamente crítico y festivo, del arte funk californiano de los '70, el neoexpresionismo neoyorquino de los '80 y el pop global contemporáneo revive en la exposición Confusion migra, que puede disfrutarse hasta este domingo inclusive en las galerías del Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río), el ruido visual de cuyos túneles de ladrillo le presta un adecuado entorno urbano a obras desbordantes de color, exceso y swing. Muestra atípica, Confusion migra viene desde Madrid pero incluye la obra de cuatro artistas plásticos rosarinos: Eduardo Bertone, Rafael Bertone, Martín Bochicchio y Baltazar Rodes, junto a la videasta, poeta y fotógrafa madrileña Nuria Gil. Ellos integran Confusion Group. En el Parque España de Rosario, el espacio es colmado en virtud de un impulso típico del arte y el diseño de inspiración street art: el horror al vacío, la tendencia a la proliferación. Y hay un mensaje.
¿Es street art? ¿Es "arte skater"? Se parece, sí, por las imágenes, a mucho de lo que está pintado afuera, en las inmediaciones, junto a la explanada o en el túnel que baja hasta el río; pero no sólo es más expresivo y elocuente, sino que basta un recorrido por el sitio web de Eduardo Bertone (http://www.bertoneeduardo.com) para descubrir que este ilustrador freelance y director de arte nacido en 1977 en Rosario, donde se formó como diseñador gráfico, tiene una importante carrera, lo mismo que el grupo, tres de cuyas obras fueron adquiridas el año pasado por el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid (Macma).
La historia es la previsible: con la crisis de comienzos de este siglo, Eduardo y Rafael (también nacido en 1977) emigraron a España, donde fundaron Confusion Group en 2004 junto con Bochicchio, Rodes y Gil. Otro recorrido virtual para saber mejor quiénes son podría empezar por Facebook, en Confusiongroup Colectivo Artístico; seguir via link a http://confusiongroup.blogspot.com y de ahí a http://www.larver.tk, el sitio de Martín Bochicchio (Rosario, 1975).
Si bien todos ellos tienen estilos diferentes, el cohesivo impacto visual de la muestra es como el de una banda de rock que sonara muy bien. Si fueran una banda de rock, los Bertone y Bochicchio serían la base rítmica (bajo, batería, segunda guitarra); además los tres van y vienen con la soltura de un patinador callejero entre la obra artística y el diseño comercial. Rodes, ya desde el nombre, podría ser un teclado con ecos del Romanticismo y Nuria Gil, mujer y extranjera (o la única local, según desde qué orilla se los mire), la cantante.
Gil tiene una obra despareja, con poemas algo naïf que no están a la altura de la lucidez documental de sus fotografías, donde la mirada capta un punctum de dolor humano intolerable. La instalación con stencils tamaño natural basada en las fotos de Nuria Gil de expulsados del sistema deambulando en las calles de Madrid potencia la semiosis de los rostros casi clásicos pintados por Rodes; o la de los coloridos motivos geométricos abstractos, incaicos y tecno de Eduardo Bertone, o los de las máquinas lowfi de Bochicchio, que cantan o ríen al sólo accionar un botón. Las conmovedoras fotos de Gil "contaminan" un mural en blanco y negro de Rafael Bertone: multiplicada en tres formatos, la mirada (¿acusadora, resignada?) de la madre adolescente que lleva a su bebé en una caja plástica vacía de latas de cerveza adquiere la densidad naturalista de un aparecido. Rodes evoca en pintura al Berni realista social de los años 30, mientras Bertone y Bochicchio parecen abrevar en el Berni de los experimentos con materiales industriales. De hecho, en el sitio http://www.paintingcans.com se pueden comprar pinturas realizadas por el grupo sobre latas aplastadas, algunas de las cuales pueden verse también en la muestra.
Como una buena banda de rock, es del tener algo para decir de donde brota la potencia de Confusion. Y lo que dicen, la letra de la canción que cantan, es una permanente reflexión, en lenguaje visual, "sobre la deshumanización del ser humano", como ellos mismos declaran. Los cuerpos fluidos y monstruosos que dibuja o los rostros que construye con desechos de máquinas Bochicchio, o el hombrecito mesa que es un ícono recurrente en Eduardo Bertone, denuncian con lúdica inventiva y humor oscuro un momento del capitalismo: el actual, que desecha gente y donde parece realizarse la simbiosis hombremáquina de las distopías de la ciencia ficción. Emociona un video de Eduardo Bertone, "Papá", que en sólo diez segundos muestra un escenario retrofuturista trash donde un muñequito recibe a su hijo recién nacido de la cadena de montaje.
El más largo de los videos producidos por el grupo, y que se pueden ver desde las cómodas poltronas del tercer túnel, dura apenas cinco minutos y ha arrasado con premios y distinciones en festivales internacionales en España, en Argentina y en Atlanta (Estados Unidos), Nüremberg (Alemania), Santiago de Chile (Chile), Camagüey (Cuba), Bogotá (Colombia) y París (Francia).
Con guión de Nuria Gil, dirigido por ella y Baltazar Rodes, con posproducción de éste y de Simón Rodes, Disculpen las molestias sigue a un ejecutivo de camisa almidonada, traje impecable y lujoso maletín que sube a mendigar al subte de Madrid. "A la crisis la sufrimos todos, pero no todos tenemos los mismos gastos", se justifica ante la indiferencia soñolienta de los pasajeros el actor Francho Aijón, filmado por las cámaras de los cinco integrantes del grupo. El motivo, explica, es que necesita dinero para pagar la cuota del colegio de su hijo y la hipoteca de su casa en un barrio residencial. Es tan verosímil que pasa desapercibido. Alguien incluso deja caer una moneda en el vaso térmico de café que el hombre le arrima.
La escena puede leerse como una alegoría de la utilización de fondos fiscales para "rescatar" a bancos internacionales con ejecutivos de sueldos astronómicos; el escándalo revela su crueldad cuando el espectador se estremece al evocar los verdaderos mendigos, representados en la galería de al lado. El video es cómico, hace sonreír: el humor de Gil es satírico. Son héroes de una picaresca sus desharrapados, en la tradición ibérica de la picaresca, la del Lazarillo de Tormes en novela o Murillo en pintura. La caza de imágenes de Gil por la ciudad no es la deriva hipnótica de una individualista sino un paneo lúcido sobre las condiciones materiales de producción de bienes y la injusticia social que ellas traen aparejada. ¿Por qué, entonces, esos videopoemas con cielos y cables?
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