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Dos gauchos perdidos en un rancho enclavado en una geografía desolada -Sosa y Páez- animan su soledad con el fuego de la espera. Dos hombres que esperan la llegada de una mujer que los salvará del naufragio, una historia con ciertas reminiscencias existencialistas de aquella clásica espera que Samuel Beckett planteara en su célebre "Esperando a Godot", algo de esto se filtra en "La china", texto de Sergio Bizzio y Daniel Guebel, según la versión del director Damián Ciampechini.

La obra que está a punto de finalizar una temporada exitosa, se puede ver los sábados a las 22 en sala Amma (Urquiza 1539) y cuenta con los trabajos destacados de Cristian Galati y Ricardo Pagliario, soportes vitales de un espectáculo cuya puesta en escena intenta emular en parte la estética de aquellos emblemáticos almanaques ilustrados por Molina Campos.

Algo de ese expresionismo se filtra en las estampas de estos gauchos que son también una caricatura de aquella imagen bravía y masculina que siempre se tuvo de estos verdaderos "centauros", como se los denominaba en épocas donde se libraban otras batallas.

Otra es la lucha a la que se enfrentan Sosa y Páez, los dos con la marca de un impedimento físico que no es más que la proyección de sus ocultos deseos, en todo caso la pactada espera de ese ser mitológico no es más que un pretexto para desarrollar una relación que descubrirán a puerta cerrada.

El trabajo de Ciampechini, responsable junto a Galati de una atractiva escenografía, se nutrió de un buen diseño de vestuario creado por María Jose Liaud y un sugestivo planteo lumínico para enmarcar los climas de diferentes pasajes, desbaratado en algunos instantes por el regodeo con las proyecciones, uno de los pocos aspectos que no están a la altura de la composición estética planteada por la dirección.