Finaliza hoy en la ciudad de Rafaela la 8ª edición del Festival de Teatro, una movida que a lo largo de seis días de intensa actividad, volvió a validar su posicionamiento como Capital Provincial del Teatro, gracias al compromiso político de sus organizadores y el apoyo fervoroso de un público que acompañó desde los comienzos a este encuentro teatral considerado como uno de los más importantes del país.

Este compromiso ratificado la noche de la inauguración por Marcelo Allasino, que ahora desde su gestión como Secretario de Cultura revitaliza la apuesta por un festival que lo tuvo siempre como organizador y programador, asociando en su discurso el teatro con la política.

"La cultura es política y Rafaela es hoy una ciudad de cultura", dijo Allasino ante una sala colmada de espectadores que se multiplicaron a lo largo de todo el festival, ratificando las palabras de este creador local que destacó también la forma en que este acontecimiento teatral "se instalaba en la conciencia de la ciudadanía, herencia de aquellos gringos que arribaron aquí y construyeron teatros en calles de tierra."

Precisamente, en uno de esos teatros, el histórico Laserre, sede del legendario Centro Ciudad de Rafaela subió a escena para dar por inaugurada la programación uno de los espectáculos de mayor impacto a nivel de dramaturgia y actuación: Salomé de Chacra, última creación del prolífico y talentoso Mauricio Kartun.

Se trata de otra de esas profundas investigaciones que hace el creador de La Madonita, Ala de criados y El niño argentino, últimas producciones en las que el dramaturgo explora, a partir de ingeniosas historias, los ecos de aquellas voces que conforman la otra historia mayor que habla de un país siempre a medio construir.

Inspirado en un cartel que vio en uno de esos lejanos puestos de algún pueblito pintoresco y en el que Kartun creyó leer en lugar de salame de chacra, el nombre que daría origen a su obra, Salomé de Chacra, el autor cruza el mito bíblico con algunos personajes de una imaginaria chacra dominada por un tiránico patrón, rastros de una rancia oligarquía que ostenta su poder a sangre y fuego.

En esa misma sala del Laserre que cumplirá en octubre sus 80 años de labor ininterrumpida, se presentó El cuadro filodramático, un sentido homenaje del santafesino Jorge Ricci a aquellos históricos elencos que forjaron nuestro teatro independiente y que tienen como referente local al emblemático Centro Ciudad de Rafaela que fue el responsable de esta propuesta ganadora del Concurso de Espectáculos Teatrales Locales organizado por el Festival.

Otro creador nacido en Santa Fe y residente ahora en Buenos Aires, Edgardo Dib, fue el responsable de la dirección y la puesta en escena de una producción que tuvo como protagonistas a actrices y actores, herederos de un legado que conforma el patrimonio cultural de una comunidad que reconoce y aplaude a sus hacedores sin la intermediación de la televisión como sucede en las grandes ciudades de este ancho y complejo país.

Esa es otra característica del pueblo rafaelino que forma parte de los cimientos de este Festival: conocer el teatro a partir de su experiencia directa con los elencos y las obras que se presentan; un público ávido que año tras año se prepara engrosando las famosas colas para comprar las entradas desde tempranas horas de la mañana.

Un público que también participa cada vez más activamente en el espacio de las devoluciones con los críticos y periodistas nacionales, donde manifiestan sus opiniones y criterios estéticos acerca de lo que vieron en contacto directo con los elencos participantes.

Una vez más, y como viene ocurriendo en los últimos años, lo más destacado a la hora de la recepción lo constituyen las nuevas formas que adopta una dramaturgia argentina consolidada a partir del trabajo de actrices y actores entrenados en una diversidad estética que deslumbra a los espectadores.

Obras como Alemania, de la Compañía Cooperativa Gitana, escrita y dirigida por Nacho Ciatti, plantea una vez más el tema de la familia como escenario de los grandes enigmas de la historia nacional atravesada por las sombras de una paternidad política que tiñe las relaciones de un país que intenta crecer más allá de sus mandatos históricos.

He nacido para verte sonreír, del talentoso dramaturgo Santiago Loza, constituye un conmovedor relato dramático sobre la desgarrante relación entre una madre y su hijo, prisioneros de sus cuerpos deshabitados, en la notable transcripción escénica del director Lisandro Rodríguez.

Amar, propuesta de alto voltaje poético, a cargo de otro reconocido creador porteño: Alejandro Catalán, es un juego dramático de seres desolados, iluminados y ambientados por los mismos actores, un clima cinematográfico al servicio de la más pura teatralidad.

Doble participación en la programación del festival del creativo y dúctil actor Oski Gusmán, que deslumbró en la comentada Salomé de chacra, de Kartun, y también desplegó su histrionismo en El bululú, un homenaje a ese otro legendario actor que fue José María Vilches.

Por su parte, la reconocida actriz Cristina Banegas, que ya había cautivado al público rafaelino con La Señora Macbeth, de Griselda Gambaro, conmovió ahora con su Molly Bloom por la forma en que dio cuenta de ese complejo texto de James Joyce, adaptado a partir del recurso de un atril, donde la escritura dramática era la partitura para que se luciera Banegas.

La presencia rosarina en el Festival de Rafaela estuvo en las actuaciones de Pablo Palavecino en El susto, 1813, dirigida por Toto Castiñeiras y Miguel Angel Bosco en Amar, de Alejandro Catalán.