Viernes, 24 de agosto de 2012 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › MUSICA. DEGRADE PRESENTA SU NUEVO DISCO EN EL PRíNCIPE DE ASTURIAS
El cantante Nahuel Marquet profundizó en las cualidades de la flamante obra del grupo, que ofrece aquí un altísimo nivel
Por Edgardo Pérez Castillo
Cuando, en 2007, Degrade editó su tercer disco de estudio, el notable La hora azul, se disparó cierta sensación generalizada de que, finalmente, la banda tendría el reconocimiento masivo que sus canciones merecían. Probablemente, esa demanda intangible tenía más que ver con presiones externas que aquellas que podía imponerse el propio grupo, que poco tiempo después se vería afectado por cierta incertidumbre. "En un momento Degrade dejó de ser. El año 2010 fue raro... fue como una diáspora", recuerda hoy Nahuel Marquet, fundador del grupo junto a Emiliano "Pato" Cattaneo, las dos piezas fundacionales del proyecto que hoy se completa con Tito Barrera (batería), Lisandro Sague (bajo), Pablo Giulietti y Guido Benvenutti (guitarras). Proyecto que, a casi veinte años de su formación, acaba de lanzar Degrade, disco donde la banda sostiene el altísimo nivel de su anterior obra discográfica, y que esta noche a las 21 se presentará en el Teatro Príncipe de Asturias del CCPE (Sarmiento y el río).
"Después de editar La hora azul, de la gira que hicimos con ese disco, de dos años de haberlo tocado, llegó un punto de divergencia. Y estuvo bueno, porque cuatro años después tuvimos la necesidad de un nuevo disco --apunta Marquet a Rosario/12--. Además, el hecho de ponerle al disco el nombre de la banda tiene que ver con que Degrade es muy importante en nuestras vidas. En una banda con tantos años llega un punto en que hay una diseminación en otros proyectos, pero en este caso teníamos la necesidad de hacer un nuevo disco de Degrade".
Luminoso, policromático y poético, Degrade se conforma por once canciones que responden a la histórica faceta pop y melódica de un grupo que, además, sigue ofreciendo momentos de rock intenso. Según el compositor, la novedad también está dada por un aprovechamiento de recursos: "Logramos una síntesis musical. Si bien Degrade ya la venía teniendo, creo que más que nunca los instrumentos entran de otra manera en este disco. Todo está como más entretejido, más compacto. Cada instrumento entra para decir una cosa que tiene mucho sentido. Nada está porque sí. La frase 'menos es más' a veces, en la música, uno no la entiende de entrada".
- La valoración del silencio tiene que ver con una madurez musical.
- Claro, pero es muy difícil entender éso. Más con músicos como nosotros, que venimos de estudiar en la Facultad de Música, que hemos desarrollado una técnica para tocar. Porque hay también otro recorrido, en la historia del rock hay muchas bandas que empezaron siendo muy básicas y terminaron siendo como progresivas, que se han ido complejizando. En nuestro caso fue a la inversa: arrancamos siendo muy fans del rock sinfónico, donde el ideal podían ser Génesis o dentro del rock argentino Charly García, y de a poco fuimos yendo hacia la valoración del silencio, la pausa. En ese sentido creo que el disco es más maduro que los anteriores. Y, de verdad, creo que ningún disco de Degrade me había hecho tan feliz. Ojo, no es que esté viviendo una etapa de balances (aunque fui padre hace poco tiempo y hay una cosa de valoración), pero siento que este es un disco muy esperanzador, que me alegra. Al mismo tiempo tiene una carga emotiva muy fuerte. En ese sentido, estos días pensaba cuál era el impulso de cada uno de nuestros discos. Ratitas (NdR: debut del grupo, de 1999) tuvo que ver con una búsqueda medio desaforada, adolescente, donde todas las canciones nos parecían bien. Ya en Agua (2001) había una cosa más oscura, pero moderna. Me parece que es un disco re importante, que abría un poco el juego, con una cuestión poética más cercana a Rimbaud, Baudelaire, los poetas malditos del siglo XIX. Y en La hora azul empezó a aparecer un poco más la idea de la luz, la madurez como banda, teniendo las cosas más claras.
En ese repaso por la historia discográfica del grupo (que incluye también al Ep Arida), para Marquet el flamante Degrade representa "la sinceridad absoluta, un disco que no tiene miedo de hablar del paso del tiempo y del concepto del cambio". Si de cambios se trata, tanto Cattaneo como Marquet parecen haberse despojado de la obligación del triunfo (entendido según los patrones de la masividad), dejando de lado el peso del "deber ser" para dejar paso al fluir natural de la voz del grupo.
Para el cantante, hay un contexto que favorece este cambio de óptica: "Creo que cambió el paradigma. Antes teníamos una idea errónea, de cultura de masas, había que llenar estadios. Como compositor esa idea me hizo mal, me hizo querer repetir canciones como 'Valentín' o 'Espina'. Por éso el cambio creo que es un concepto fundamental en nuestra historia, porque cuando tuvimos que hacer un tema que fuera sucesor de 'Valentín' no quisimos hacerlo, sino que sacamos un disco más oscuro. En otro momento quisimos entrar en una sintonía de bandas como Catupecu, subirnos a esa maquinaria más power. Ahora escucho cosas que grabamos en ese momento y suenan increíbles, pero creo que nuestro fuerte siempre fueron las canciones".
- Lo que parecería indicar que Degrade, como banda, tiene una entidad y una voz en sí misma.
- Sí, totalmente. Porque si escuchás los proyectos en los que cada uno de nosotros participa, no tienen que ver con lo que hacemos cuando nos metemos en la esfera de Degrade. Por éso me parece que hicimos este nuevo disco, por esa necesidad. Obviamente requiere mirar mucho hacia atrás, pero es un recorrido que me hizo bien ver.
- Mencionabas antes la cuestión poética. En este disco hay un decir más directo, más limpio. ¿Fue una decisión deliberada?
- No, me pasa también con cosas que escribo por fuera de las canciones. En otro momento tenía más que ver con el juego con el concepto, el sonido de las palabras, con la poesía más literaria, con los poetas malditos, una poesía surrealista. Ahora pasó más al frente la cuestión emotiva, hay algo más claro que decir. Por ahí escucho los otros discos y siento que no tenía el interés de tener un discurso claro y conciso, eran más impresiones, experimentación con la lengua, con las palabras. En cierto modo tiene que ver con la experiencia de la paternidad. Es más llano pero, al mismo tiempo, para mí tiene una carga de emotividad y de amor por la canción. Suena un poco trillado, pero más que nunca creo en la canción, en canciones que cambian el mundo cercano. Hay canciones que cambian el mundo en un sentido más macro, pero yo hago canciones para que cambien mi mundo cercano, para generarme un espacio más sano, como cuando uno embellece su casa o se cuida físicamente. Siento a la canción como un objeto que modifica la realidad. Antes quizás la veía como un hecho estético, artístico, ahora lo pienso como una cosa mucho más tangible: hay menos distancia entre la canción y yo. O tal vez sea porque pongo el disco y mi hija de dos años sale a bailar por la casa.
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