Lun 24.09.2012
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › CINE. MAñANA, A LAS 20.30, SE EXHIBE LAS DOS INGLESAS EN EL MADRE CABRINI

Una película para volver a disfrutar

El título de François Truffaut se organiza en torno a una relación triangular entre un hombre, encarnado por Jean Pierre Leaud y dos hermanas, interpretadas por Kika Markham y Stacey Tendeter. Como siempre, elude los lugares comunes.

› Por Emilio A. Bellon

En la función de mañana, a las 20.30, y debido a la convocatoria del ciclo François Truffaut que presenta semanalmente la entrañable sala Madre Cabrini (avenida Pellegrini 669), presentará uno de los films más malditos de su director, esto es, una de las obras que junto a La Habitación Verde y Una chica tan decente como yo colocaron a su realizador en una situación de riesgo, por una insospechada respuesta por parte del gran público y de un gran sector de la crítica. Se trata del film de 1971, Las dos inglesas, cuyo título original Las dos inglesas y el continente fue modificado a la hora de su distribución internacional, al igual que su duración original, como suele ocurrir cuando los films de origen europeo son comercializados por empresas estadounidenses.

Basado en la novela epistolar de Henri Pierre Roche, igualmente autor del texto base de su film del 61, Jules et Jim; el film que mañana podremos admirar nuevamente se ubica en ese cruce de miradas entre dos mundos, el de Inglaterra y Francia en el despuntar del siglo XX, en el que tiene lugar la gran exposición de las esculturas de Rodin y en el que las pasiones asoman, como en tantos momentos de su tan cautivante filmografía, desde el discurso epistolar y el diario íntimo.

Como en Jules et Jim, y en otros films de este tan querible y tan recordado creador, en Las dos inglesas y el continente las relaciones triangulares organizan la misma trama del relato. Y en este caso, con guión del mismo Truffaut y Jean Gruault y dirección de fotografía del eximio Néstor Almendros (este film como Adele H, El Niño salvaje, La Habitación Verde, corresponde al Capítulo de las Velas), es el actor Jean Pierre Leaud (alter ego del mismo director) quien en su rol de Claude Roc abre su juego de seducción ante dos hermanas, Anne y Muriel Brown, interpretadas respectivamente por Kika Markham y Stacey Tendeter. Enamoradas de él, primero una y luego la otra, marcados los tres por las prohibiciones y convencionalismos de su época, el film de Truffaut nos ofrece una visión poética y pesimista; pero no por eso privada de arrojo, de tono confesional, lo que despertó la ira de los censores y el enojo de cierto público.

Como en tantos films de su realizador, aquí sus personajes caminan tras los pasos de las hermanas Bronte y hacen suyas las palabras de Arthur Rimbaud en su deseo de reinventar el amor. Film que elude los lugares comunes de los films de época, la ñoñería del cliché victoriano y descubre la fisicidad del amor corpóreo, de las pasiones, del dolor, del goce y de la ausencia, Las dos inglesas fue reconsiderado posteriormente en reseñas en homenaje a su director, en los años posteriores a su fallecimiento.

Al tomar conciencia Francois Truffaut de su tumor cerebral en 1984, pocos meses antes de morir, dos proyectos necesitaba concretar: completar su libro de entrevistas con su gran maestro Alfred Hitchcock, por lo que comenzó a revisar esos diálogos de ese último período y que forman parte de ese último capítulo de ese gran libro de cabecera que permanentemente se reedita. Y de manera simultánea, restaurar a su metraje original, Las dos inglesas, tal como la habían concebido originalmente y en la que en la primera secuencia podemos ver, en este film estrenado ya hace cuarenta y dos años, a sus dos hijas, Eva y Laura al lado de un columpio.

Es la misma voz de François Truffaut la que asume la voz del narrador, de este sublime film. Y tal vez podamos ver en una frase del propio libro que el mismo director recupera en el film, una de las expresiones claves de toda su Poética: "La vida está hecha de fragmentos que no siempre se corresponden entre sí".

En su libro Días de una cámara, el eximio iluminador Néstor Almendros cita particularmente a François Truffaut, quien por otra parte prologa este libro, abriendo interrogantes sobre la figura del artista para ir caracterizándolo a él. Y entre tantos expresa: "¿Cómo enlazar entre sí los elementos naturales y artificiales, los de fecha precisa y los intemporales, en el interior de un mismo fotograma?".

Al referirse de manera amplia a su labor en este film, Almendros narra que con Truffaut intentaban captar la luz de ese período en relación con los dispositivos escénicos, a través de la luz pictórica de aquellos años: no ya los colores saturados, ni demasiados vivos; sino los intermedios, los malvas, los sienas, los naranjas.

En ese diálogo permanente, surgía entonces la necesidad de pensar a las escenas rodadas en Francia con ecos luminosos de las pintura de Monet y Renoir, sin que por ello se tratara de copiar; mientras que las de Gales, rodadas en Normandía, debían rodarse a la caída de la tarde para que su efecto se asimilara a una luz más nórdica.

En este film, uno de sus preferidos, Almendros ensayó por primera vez "la iluminación de época con lámparas de petróleo". Y en su interior se disimularon, como se ve en la secuencia del baile de La noche americana, luces eléctricas a los fines de crear determinados subrayados.

Y como en tantos otros films de François Truffaut, la partitura estuvo a cargo de George Delerue, nombre identificable de su filmografía desde los días de su segundo largometraje, Disparen sobre el pianista (1960). Con él conversaban en tanto cinéfilos sobre films, bromeaban. Y cuenta, Delerue, que no siempre leía el guión para componer la banda sonora: François le refería momentos, situaciones, escenas...

Días después de escuchar lo que él había compuesto, Truffaut solía hacerle llegar alguna carta o dejarle algún mensaje de agradecimiento para comenzar a trabajar, ampliando, después. Por eso, cuando el fallecimiento de François Truffaut, en octubre del 84, George Delerue declaró apesadumbrado: "No puedo creer que ya no me voy a volver a encontrar con él en una sala de montaje, que no voy a escuchar más esa frase que repetía ante cada film que estábamos haciendo: "Ha llegado ahora la recreación. Hablemos entonces de la música".

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