Sintetizada casi al extremo, la historia previa a la creación de Bajada de los maestros tendría como primer eslabón la pintada de un mural con efímera visibilidad, para encadenarse luego con: la perseverancia de quienes lo habían impulsado (integrantes de Rotaract, la entidad de clubes de servicio llevada adelante por jóvenes con el auspicio del Rotary Club), el respaldo del Club Universitario, la aparición del artista Gregorio Zeballos y, finalmente, el desembarco de Dante Taparelli, titular de la Dirección de Diseño e Imagen Urbana de la Secretaría de Cultura municipal. El resultado de ese periplo fue la convocatoria a artistas reconocidos de la ciudad (ver recuadro), que dejaron plasmado su arte en el paredón que va sobre la calzada de Avenida del Huerto entre Sarmiento a San Martín, y que hoy a las 19 quedará inaugurado formalmente con ese título que resalta la trayectoria de sus creadores.

En total son nueve obras las que, montadas sobre paneles de chapa enmarcados, fueron realizadas por estos diez artistas emblemáticos, logrando así revalorizar ese espacio público. Para Taparelli, el proyecto permite además repensar los modos de hacer y ofrecer arte en la ciudad. "Me pareció una oportunidad interesante para hacer un antes y un después de cómo se mueve la plástica en Rosario. Todos estos maestros fueron convocados por Gregorio, que convocó a los mejores. Algunos se bajaron porque no se animaban, otros porque no se interesaron, y quedó toda esta gente con una larga trayectoria, para trabajar como temática los Derechos Humanos, el deporte y el arte", explicó a Rosario/12.

Y remarcó: "El pintor trabaja en un laboratorio alquímico. Generalmente su obra no se hace colectivamente, es un ejercicio interno de meditación. Sacar todo ese conocimiento, esa cosa tan sanadora que es la creatividad y la creación, para el público, armando un gran escenario, implica contraponer el arte con esa idea de trabajar entre cuatro paredes. El problema del arte en este momento no es la masturbación interna, sino la visibilidad. Me parece que el arte ahora es como cuando los cines grandes empezaron a morir: eran gigantes vacíos, para poca gente. Esa es la sensación".

Esta tarde, las obras serán descubiertas para darle un nuevo brillo a esa bajada que, además, cobrará vida gracias a un convenio con el concesionario del buffet de Universitario (entidad presidida por Alfredo Fasce, a quien Taparelli destacó como clave para el proyecto), que poblará de mesas las veredas permitiendo con esa presencia una mayor protección de los murales. "Vamos a ver si ahora funcionan los custodios, si funciona el bar, pero de por sí estoy muy contento --admitió Taparelli--. Hay cosas que me emocionan. Además es una oportunidad histórica para que la sociedad se haga cargo. La gente que hace daño está enojada. Entonces, ¿cómo hacemos para desenojarlos?".

Para el director de Diseño e Imagen Urbana, además, las creaciones de estos maestros pasan ahora a convivir con las de artistas muchas veces anónimos que, artísticamente, se apropian de las paredes de la ciudad: "Acá si estás mirando la Bajada de los maestros y cruzás la calle tenés un mural increíble de graffitti en el frente del Centro de la Juventud. Y no están contrapuestos, sino complementados, sin que eso dependa de una reducida corte. El arte es como una avalancha, como una bola de nieve que cada vez se hace más grande y cada vez va más rápido. El arte es una manifestación política, social, es encuentro, develación. Y se lo tenemos que enseñar a la gente, porque el arte es el arma de la conciliación. Uno se hace amigos haciendo arte, que está muy pegado al amor, a la amistad. Esa experiencia la hacen los maestros, para todo el mundo. Encima gratis: es un acto tremendo de generosidad a la ciudad".

En ese sentido, la intención es que el proyecto comience a replicarse. Que la bola comience a crecer. "Esto es demasiado lindo para que se quede sólo ahí --admitió Taparelli--. Es como tener siete mil gallinas y un gallo, y entonces sacás una gallina en vez de meter al gallo con todas las demás. Esto tiene que florecer, porque va a establecer una discusión desde el arte como responsabilidad pública. Con el Estado posibilitando éso, porque ese frente era una boca de lobo, y está enfrente de uno de los centros culturales más importantes de la ciudad, el del Parque de España, con toda la movida de la costanera, con toda la gente yendo a tomar mate al río los fines de semana. Hay una apropiación y creo que hay una responsabilidad de que el arte en este momento se haga visible: ése es el público, no una elite sino la ciudad, turistas que pasan, los encuentros que se pueden dar. Cada uno de estos artistas tuvo un atellier público con escenario. Imaginate si eso después se traslada a Central Córdoba, si empezamos por los clubes medianos para después pasar a otros más chicos, y vamos luego a uno en Barrio Las Flores".

Reconocido por el Concejo municipal como Artista Distinguido el último año, creador de proyectos como el Museo Urbano, el Merco Retro o El Roperito, Taparelli entiende al arte como una herramienta activa para trabajar sobre lo social. "Vos podés sentarte en una esquina a fumarte un porro, a tomar tres cajas de vino, pero cuando vos te juntás para hacer algo relacionado al arte te curás --consideró--. Esa experiencia la tuve con los Carnavales: los pibes que tocaban en la batucada no eran los mejores del barrio, sino los peores. Y teníamos las mejores batucadas. Logramos conciliación, que los grupos se mezclaran en acciones de alegría. Es una acción festiva, sanadora, y además una vez que lo terminaste sigue vivo, sigue haciendo".