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Miércoles, 12 de junio de 2013

CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA. APOLOGíA LANZARá ESTE DOMINGO SU SéPTIMO NúMERO

Los detectives salvajes

El de la revista es un periodismo callejero, que hace de la curiosidad una ética, de la imaginación terrorífica una herramienta y del merodeo por la ciudad un modo de vida, expresando en sus páginas el malestar en la cultura.

 Por Beatriz Vignoli

"Con la última a la que le saqué fotos no nos hablamos más", confiesa el fotógrafo rosarino Salvador Márquez en "La cámara entrometida", una entrevista que le hacen Julián Alfano y Santiago Beretta. "Los vecinos piden comida hecha, alquilan películas. No salen mucho de sus casas", declara una vecina de barrio Fisherton. La citada entrevista, por Beretta y Juan Freytes, fue en un bar ubicado "entre los distintos territorios que coexisten en Fisherton" y que se diseccionan en la nota, con una mirada alerta ante la soterrada lucha de clases que acecha tras la cruel normalidad cotidiana del lugar.

Al frente de un staff integrado por Alfano, Freytes, Petula, Lucas de Marco, Lucas Collosa y Nicolás Saba, con Javier Aranda, Pablo Feli, Joaquina Parma, Nelly, Matías Moreira y los citados Márquez y Collosa como ilustradores, Beretta coordina la revista Apología, que acaba de sacar de imprenta su séptimo número. La presentación es este domingo 16 de junio, a las 18, en Bienvenida Casandra (Sarmiento 1490). Habrá una charla debate sobre: "El periodismo, ¿cárcel, refugio o aventura?", donde uno de los invitados es Federico Fritschi, quien conduce el programa Más tarde que nunca (por Radio Universidad los días de semana de 17 a 19). También se presentará Inframundo Reviposter, un "fanzine + artes plásticas" creado por el street artist que firma Buscatus, siempre en los muros de esta ciudad.

El de Apología es un periodismo callejero, que hace de la curiosidad una ética, de la imaginación terrorífica una herramienta y del merodeo por la ciudad un modo de vida. Nunca se hace eco de la voz del poder, y sí dedica páginas a expresar el malestar en la cultura ante una sociedad que exige vivir "de casa al trabajo y del trabajo a la Red", como escribe Saba en un poema en prosa, mitad manifiesto y mitad letra punk. El texto se titula "Paredes". Y dice también: "Esquivar es vigilar; la indiferencia es una patrulla custodiando celosa los límites del territorio. El silencio una orden estricta".

La convivencia entre desconocidos en los espacios públicos y la pregunta por lo que molesta "del Otro" (sic) son temas recurrentes en las notas de opinión, una de ellas literalmente al pedo: es decir, dedicada a los gases intestinales con cariño. Se trata, en Apología, de un periodismo literario maldito, heredero de la revista Cerdos y Peces de Enrique Symns, y en cuya construcción convive el modelo finisecular del flâneur (el vagabundo culto) con las ficciones pesimistas y paranoides (no necesariamente paranoicas, corrige Petula) de una lista de ídolos literarios yanquis: William Burroughs, Philip Dick y "Hámster" Thompson. Así lo apoda Petula, el escritor que no quiere dar su nombre, en una digresión ingeniosa al vuelo mientras investiga a unos excéntricos inclasificables con similar afición por el anonimato. "La tela y los tajos" es su crónica en primera persona, una cómica pesadilla anunciada como "sectas en Rosario" y que se deja leer como una parodia del género policial. Ecos de su novela Darwin (Tropofonía, 2011) resuenan entre líneas.

Por su parte Collosa, armado de una PC con conexión a Internet, escribió y dibujó unas estimulantes "Anotaciones sobre el fin del mundo: Drones versus el ejército Creative Commons", donde fantasea un escenario bélico entre aviones sin piloto e impresoras capaces de fabricar copias 3D de sí mismas.

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Una de las imágenes de Salvador Márquez incluidas en la nueva edición de Apología
 
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