Domingo, 16 de junio de 2013 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › "EL EXTERMINADOR DE CABALLOS", DEL DIRECTOR SEBASTIáN VILLAR ROJAS
Rojas sigue indagando en su última producción, como lo hizo en anteriores trabajos, los alcances de las relaciones humanas en el marco de la llamada "Modernidad líquida". Sobrevuelan fragmentos de los 90, en una sociedad con nuevos miedos.
Más allá de la siempre intensa narrativa dramática, plagada de datos e informaciones del tiempo que le ha tocado escribir, más allá de los formatos escénicos tan devotos de exitosas series televisivas al estilo de "Friends" o "Seinfeld"; en "El exterminador de caballos" el escritor y director Sebastián Villar Rojas se plantea una reflexión sobre el amor en los tiempos líquidos.
En una clara continuidad de esa búsqueda ardua y al final exitosa que emprendió en su ópera prima "Moderna" (2011), Rojas sigue indagando en su última producción, los alcances de las relaciones humanas en el marco de la llamada "Modernidad líquida", expresión acuñada por el filósofo y sociólogo polaco, Zygmunt Bauman en el libro del mismo nombre.
Rafael y Marina son contemporáneos y casi continuadores en otros aspectos de la trama accidentada que transitan la recordada pareja integrada por Aleja y Albert en "Moderna".
Para completar el triángulo, una de las figuras preferidas dentro de la estrategia que propone el autor para desarrollar los conflictos dramáticos, es otra mujer, en el caso de "El exterminador...": Marga, amiga de Marina, tan amiga como era Moderna de Aleja.
Todos los personajes que integran el fantástico universo de Villar Rojas, (Pato y Lola en "230001") están anclados a una sociedad que los priva de un trabajo y una vivienda segura sin ser desclasados o pertenecer a los sectores más carenciados de una sociedad que parece tomarlos como conejillos de laboratorio para sus inventos de "movilidad social".
El espacio en el que se plantean las acciones de "El exterminador de caballos", es el típico reducto histórico y tantas veces utilizado en las obras de los últimos años: El living de una clase media a medio construir. La clase, no el espacio escénico.
Rojas, seguidor entre tantos otros, de los pasos del teatrista porteño Rafael Spregelburd; se propone indagar, escudriñar y hacer estallar el modelo aristotélico de construcción dramática, pero eligiendo un espacio más local, anclando sus criaturas en una Rosario que más allá de sus particularidades, miró y sigue mirando a una Buenos Aires que no deja de cautivarla.
Fragmentos de los 90, sobrevuelan el aire de una fragmentada sociedad que se llena de nuevos miedos cada vez más cotidianos y no menos patéticos, siempre con la risa tonta a flor de piel, una piel plagada de ositos de peluche como el cuarto de Marina, o atiborrada de objetos de un pasado frívolo que destruyó a esa misma clase en un alocado "uno a uno", como las raquetas que atesora Rafael, soñando en un revival que los vuelva en rentables "fetiches de culto".
Con un final de escenas que el público aplaude rigurosamente, esta comedia hilarante no tiene pausas, salvo esos apagones que a manera de un cortinado lumínico sirven para organizar un material que no se priva de tocar los temas más insólitos.
Pero el amor vuelve a merodear y ahora con la posibilidad de llegar en el formato de una pastilla que promete el amor eterno a quien la tome,soluciones mágicas para otro enigma que no pueden resolver los protagonistas de esta tragicómica obra de un dramaturgo que crece como director y potencia los tiempos de su propia escritura.
Merodeando un universo atiborrado de grupos terroristas, un judío que se hace llamar Nazi, Goldman ,un excéntrico millonario que promete cumplir todos los sueños de Marina, algo del mundos skakespeareno se filtra a través de historias trágicas como las de "Romeo y Julieta" y las picardías del Puck de "Sueño de una noche de verano", precursor del primer recurso para garantizar el amor para siempre de quien, en ese caso recibiera en los ojos el jugo de una flor mágica.
Impactante friso poético que mixtura sociología,filosofía, cienciaficción,y un mundo a imagen y semejanza del planeta de un romántico como Villar Rojas que no puede dejar de ilusionarnos siempre con un final conmovedor.
El equipo actoral seleccionado por el director,resume todo este comentario en la ductilidad, la entrega y el compromiso para llevar adelante semejante carga de una dramaturgia que se está construyendo a medida que nuevos actores dan cuenta de la grafía de Villar Rojas.
Marina Lorenzo, Juan Pablo Biselli y Lumila Palavecino,conforman este alucinante trío que dan vida a Marina, Rafel y Marga, respectivamente, conformando la base ideal para un planteo que requiere presencia corporal y matices para ir de la comedia al drama.
Capítulo aparte, la feliz reaparición de uno de esos actores que prestigian la escena local: Luciano Matricardi, cargándose varios personajes,con inéditos registros, haciendo equilibrios en la cuerda floja de una partitura compleja a la que recrea con virtuosismo.
"El exterminador de caballos",una de las obras más impactantes del año, seguirá en cartel los sábados de junio a las 20.30 en el Cultural de Abajo (Entre Ríos 599).
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