CULTURA / ESPECTáCULOS › PLASTICA. ENCUENTRO NO TAN FORTUITO, EXPOSICIóN COLECTIVA EN EL CEC
Con curaduría de Roberto Echen, la muestra incluye a la inquietante videoinstalación Eros, de la productora Studio do Gozo, una escultura monumental del dúo de artistas FaurePaziencia, y dos objetos escultóricos de Carlos Herrera.
› Por Beatriz Vignoli
Un actor porno enmascarado entra, violando la privacidad, a una mansión burguesa moderna. Trae un misterioso CD. Se echa en la alfombra, se entrega al onanismo contemplando una reproducción del David de Miguel Angel ante el televisor, donde hay un sugestivo faux documentary sobre protozoos; encuentra un vaso de whisky y sumerge su pene en la bebida. Después se toma un trago. Camina hasta la heladera, la abre, se lubrica con mayonesa y sodomiza un pimiento rojo que se estremece, pulsátil y anhelante. Sus movimientos no son los de un vándalo común, sino que ostentan la serena precisión de un ritual.
El dueño de casa (Alexis Muiños) no tarda en aparecer. Encuentra el CD y se sienta en el sofá a mirar de qué se trata. Mientras el enmascarado acecha, el dueño de casa es aleccionado por el CD, desde donde un ano parlante le dicta consignas: "Violar la burguesía. Violar las instituciones. La naturaleza es erótica. El arte debe ser erótico". Lo que estamos viendo es el video Exaltar la profanación, de la productora rosarina Studio do Gozo. Lo miramos sentados en ese mismo sofá; reconocemos de a poco, en la penumbra, el decorado de la película. A lo largo de los 24 minutos que dura el video (dirigido por Serafín Mesa) formamos parte de ese juego de cajas chinas que es la videoinstalación Eros, no apta para menores, de modo que todo esto sucede en un discreto box cerrado con una cortina.
A lo largo de su hasta ahora breve existencia, Studio do Gozo acredita una laureada trayectoria por festivales internacionales, con provocadores videos que conjugan la música electrónica de Xboy Pop (seudónimo de Muiños) con la "videodanza" de Serafín Mesa y su experimentación en efectos especiales animados. Los guían un activismo gay en el espíritu de la liberación sexual de Wilhelm Reich, una estética posporno a la manera del cineasta canadiense Bruce LaBruce y un misticismo orgásmico semejante al de los delirios de Daniel Paul Schreber. La videoinstalación puede disfrutarse hasta el 15 de julio en el Centro de Expresiones Contemporáneas (Paseo de las Artes y el río) y forma parte de una muestra colectiva curada por Roberto Echen, Encuentro no tan fortuito, que incluye una escultura monumental (abstracta pero sugerente) del dúo de artistas emergentes FaurePaziencia, y dos objetos escultóricos de Carlos Herrera, de su serie de "Autorretratos".
Carlos Herrera nació en Pérez en 1976. Se formó y desarrolló una sólida obra en Rosario, donde fue brevemente director del Castagnino; vino desde Buenos Aires (donde vive, trabaja y expone actualmente) a la inauguración de la muestra, que se celebró el miércoles pasado a todo show. Además de un recital de Dani Umpi (músico y artista uruguayo con galería en Buenos Aires), se presentó un ensamble de percusión dirigido por Mauricio Palavecino; María Cecilia Morini coordinó Deshechos, una intervención de videoarte y danza; las marcas Benita, Bunny Bones y Lo veo lo quiero desfilaron moda, y quedó inaugurada la mini galería del primer piso del CEC, con una muestra de fotografías de Alina Loiudice, titulada Mi Despedida.
El viernes, Herrera compartió con alumnos de la carrera de Bellas Artes algunas experiencias de su formación como pintor. También mostró dos films que fueron inspiradores para su trabajo y su vida: Soñar soñar (1976), de Leonardo Favio, y un documental sobre los hipocampos. La charla formó parte del ciclo "Tardecitas de ego", en el espacio Viamonte. Allí el autor de Autorretrato para mi muerte reveló que Echen le ofrecía todo el galpón del CEC, pero en algún momento de las conversaciones surgió la idea de abrir el juego a cuatro artistas más jóvenes. Herrera contó además cómo desarrolla su obra: lentamente, a lo largo de varios años.
Estas dos esculturas con objetos encontrados que presenta en Rosario tienen fecha de 2006 porque la idea viene desde entonces, incluso de antes. En una comunicación por email, el artista anticipó a esta cronista: "Son motores de autos embadurnados con grasa blanca. En ellos y entre la grasa, prendas de indumentaria personal, medias, camisetas y objetos personales, un anillo, un reloj, una cadena, etcétera, componen estos autorretratos. Una suerte de bodegones de mi cuerpo. Recuerdo a la pintura, al fin".
El título de estas dos esculturas de Herrera, Disciplina, es convenientemente ambiguo. Remite a la compartimentación académica entre las artes y también a ciertas prácticas sadomasoquistas. La videoinstalación por Muiños y Mesa (con su video que transforma a un despreocupado exhibicionista en terrorista sexual) arroja luz sobre esta segunda acepción. Es como si las esculturas de Herrera proporcionaran, pero desde el lugar escurridizo de la metáfora, los fotogramas de lo elidido en la película: su escena de descarga seminal. La grasa es un material que no se seca, no coagula, no muere. No por nada fue uno de los materiales predilectos del escultor y performer alemán Joseph Beuys, faro del arte contemporáneo.
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