Aunque en su amplia trayectoria Carolina Peleritti obtuvo reconocimiento como modelo, primero, y actriz, poco tiempo después, su principal formación estuvo vinculada con el canto. Aunque deberían transcurrir veinte años para que Peleritti decidiera hacer su presentación formal como cantante, para comenzar a vincularse así con algunas figuras referenciales del folclore argentino y latinoamericano, terreno en el que la artista irrumpió luego de un extenso proceso de búsqueda tanto personal como artística.

"Para mí tiene que ver con la música con que me crié, viene de la infancia, más allá de que uno después crece y escucha otras cosas", recuerda Peleritti en diálogo con Rosario/12. "Cuando uno va teniendo la posibilidad de estudiar la voz con un maestro, de ir viendo un repertorio, siempre la pregunta era qué quería cantar realmente. Y la verdad es que esa pregunta no se contestaba. En esa búsqueda, en ese descubrimiento que tiene que ver con la voz, un día fue como si hubiera redescubierto algo que ya estaba. Fue como volver a meterme en aquel lugar y cuando empecé a probarme cantando esas zambas y chacareras que escuchaba, me dí cuenta que por ahí iba la cosa".

A través de un amigo en común, Peleritti forjó una amistad con Jaime Torres. Poco después, finalmente se concretaría su debut oficial en escena, como invitada del gran charanguista, y nada menos que en el Tantanakuy. "Para mí significaba un salto, porque era algo que me daba mucho pudor. Que alguien como Jaime, que sabía que estaba descubriendo y haciendo una búsqueda personal, me invitara a cantar me generó muchas sensaciones. Realmente ahí empezó a completarse una idea, una situación. Para mí los procesos siempre son muy internos. Desde los 18 años que estudio canto y estoy relacionada con la música. Más allá de mis trabajos como modelo, o incluso cuando en ese momento estudiaba con Norman Briski porque me gustaba la actuación, creo que la música tiene que ver con una sensibilidad, con lo que fui escuchando desde chica y que me va a acompañar siempre. Y que haya elegido el folclore no significa que eso lo tuviera absolutamente incorporado, porque no vengo de una familia de folcloristas, pero sí tiene que ver con la búsqueda que uno va eligiendo".

De allí el título de su espectáculo, Muy dentro de mí, que el próximo sábado presentará en la terraza de Plataforma Lavardén junto a Marcos Di Paolo (guitarra y arreglos), Gaspar Tytelman (percusión) y Diego Wainer (contrabajo), y sobre el que apunta: "Realmente es algo que viene muy desde dentro mío. Y también tiene que ver con el descubrimiento de la voz. Es como haber descubierto una identidad, un origen. El folclore tiene que ver seguramente con mis raíces. La verdad es que el proceso es muy íntimo, muy tímido, pero que en algún momento eso tenía que salir. En algún momento hay que sacarlo todo pa"fuera".

﷓ Aun cuando es evidente que la conformación del repertorio ya se acota al circunscribirlo a la música popular y folclórica, hay allí una enorme cantidad de obras para elegir. ¿Hay un patrón que te fue guiando en la selección de los temas"

﷓ Mirá, realmente al ser la primera vez que armo un repertorio, generalmente de antemano uno ya escucha y va guardando, eligiendo temas. Entre los autores que he elegido hay desde tradicionales como Atahualpa, o una recopilación que me acercó Leopoldo Deza sobre el Chivo Valladares. Y allí descubrí cosas de la mejor manera, porque por más que hayan sido obras transitadas por otros artistas, realmente uno descubre cosas. Tener la posibilidad de encontrarme con ese material del Chivo y descubrir la "Vidala del llanto", que por ahí me decía Leopoldo que casi no está cantada, o cantar una zamba de Dino Saluzzi, que me parece un músico increíble, o el querido Fandermole, de quien encontré temas preciosos para cantar. O del Negro Aguirre... Son todos autores referentes, contemporáneos o tradicionales, y en todos hay belleza en su música, en su poesía. Tiene que ver con esa sensibilidad, con lo que a uno le emociona y le gusta de las letras y las músicas para poder meterse y traspasarlas.

Si de referentes se trata, desde su decisión de desembarcar formalmente en la música Peleritti pronto se rodeó de figuras sustanciales. Y si en su labor como actriz pueden destacarse roles protagónicos en teatro junto a Norma Aleandro, en cine bajo la dirección de Eliseo Subiela o Lucía Puenzo, y apariciones centrales en destacadas ficciones televisivas, en su faceta como cantante (y además del citado padrinazgo de Torres) la artista fue una de las coanfitrionas de La Jaula Abierta, ciclo que se extendió durante todo 2010 en San Telmo y que compartió con Lidia Borda, Teresa Parodi, Dolores Solá y Rita Cortese. A ellas se suma también la cercanía con artistas como Víctor Heredia, Melania Pérez y Chiqui Ledesma.

Para la cantante, esos respaldos "son como regalos". "La verdad me siento muy feliz con ese abrazo de gente que hace esto hace muchos años, me da confianza", apunta con timidez Peleritti, que no se pone plazos para pensar en registrar un primer disco, pero que sigue sorprendiendo a los incautos con su formada y sensible faceta como cantante.

Una faceta que, asegura, seguirá alimentando: "Donde más puse estudio y dedicación fue en el canto. El trabajo con la voz ha tenido que ver con un descubrimiento. No dejo de estudiar y de asombrarme de lo que sucede con la voz, algo tan misterioso y tan emocional. Y ahí estoy, metida en el misterio. Es increíble, porque es intangible, es algo muy poderoso, muy profundo. He conocido mi identidad a través de la voz que va surgiendo. Y a medida que voy cantando voy descubriendo eso, porque no es que de chica ya me decían "qué lindo que cantás". No, cuando era chica casi ni hablaba. Fue realmente como sacar agua de un pozo muy profundo".