Sábado, 8 de febrero de 2014 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › MUSICA. ROLO DIORIO SE PRESENTARá ESTA NOCHE A LAS 22 EN EL ASERRADERO
Radicado en Madryn desde hace más de dos décadas, el músico actuará junto a Laura Hatton, Rodolfo Gorosito y Sergio Sainz
Nacido y formado en Buenos Aires, desde hace más de veinte años Rolo Diorio reside en Puerto Madryn, ciudad que ha ido moldeando la mirada poética de un artista que, a lo largo de más de treinta años de trayectoria, esquiva las presiones en función de priorizar su vínculo con la música. Productor, docente y compositor, Diorio llegará esta noche a las 22 a El Aserradero (Montevideo 1518), donde recorrerá temas de su último disco (Fusión, que incluye la participación como invitados de Daniel Maza y Raúl Carnota) y repasará anteriores creaciones. Como valor agregado, estará acompañado por tres artistas de peso: la cantante Laura Hatton, el guitarrista Rodolfo Gorosito y Sergio "Muerto" Sainz en contrabajo, guitarra y voz.
Esas presencias tendrán incidencia además en la extensión del concierto, según apunta el propio Diorio a Rosario/12. "Va a ser un show largo, porque le doy a los invitados un lugar de excepción, que sin dudas merecen", adelanta el cantante y guitarrista, que agrega: "Rodolfo es un monstruo, se toca todo. Nos conocimos no hace mucho a través de otros amigos, que estaban de vacaciones por Madryn y como yo también tengo mi parte de productor, les armé una presentación. Y se vinieron fascinados con el lugar, con la gente. Nació una amistad muy rápida, y automáticamente cuando yo venía para Buenos Aires me dijo que tenía que invitarlo. Te imaginás que un tipo así te pida que lo invites? Es un placer enorme. Y Sergio Sainz es un amigo de hace muchos años, con quien incluso hicimos muchas giras a dúo por la Patagonia, tocando sus canciones y las mías".
Asimismo, el músico establece vínculos también desde su rol como productor de conciertos en Madryn. "Siempre trato de compartir escenario y producciones --explica--. Tuve la oportunidad de llevar por primera vez a Aca Seca, a Franco Luciani, a artistas de un nivel superlativo, con una juventud y un talento enorme. Eso también me ha formado, aún siendo bastante mayor que ellos en edad, me ha formado como productor y como persona, porque me he encontrado con artistas tremendos. Ahí hay toda una parte humana, personal, que en particular a mí me llena mucho, me da sustento para seguir en esto desde un lugar profesional pero, a la vez, donde el corazón está latiendo todo el tiempo a un ritmo copado".
En ese marco, Diorio también se reserva la posibilidad de vincularse con la música sin presiones: "Tiene que ver con disfrutar al máximo lo que uno hace. Tengo 53 años y hace más de 30 años que me dedico a hacer música. Por suerte hoy, y no sé si es por vivir allá o también por el complemento de ser docente, me pongo en el escenario desde un lugar de mucho disfrute, lo cual se transmite y genera toda una energía muy copada con el público. Yo disfruto mucho, tengo muy buen humor. Eso me nutre a mí de una energía de mucha ida y vuelta con la gente. De hecho mucha gente se sorprende, porque por ahí no me conoce, porque no soy un tipo muy difundido. Me agrada éso, poder trabajar en un lugar sin presión. No sentir la necesidad artística de estar en determinados lugares masivos (como Cosquín, por decir un nombre hoy tan en danza) para que me escuchen. Es algo que, la verdad, no disfrutaría. Yo veo cómo lo sufre mucha gente amiga, conocida, que está en ese entorno. Es bravo, porque te desalienta mucho, y si hay algo que no quiero es que me desaliente la música".
Desde el formato de canción como base central, Diorio transita géneros urbanos para darle forma a creaciones que se ven impregnadas por el entorno sureño en el que recaló allá por 1987. Esa influencia es reconocida por el propio creador, que concluye: "Se nota totalmente. El primer tema de Fusión, que sería como el corte de difusión del disco, se llama 'Los ojos negros del mar', que es una metáfora sobre dos ballenas. Siempre cuento en el show que me parece que la palabra ballena, y más como la decimos los porteños, no es una palabra muy poética, y haber encontrado esa metáfora tiene que ver justamente con el aire que uno respira allá, la mirada azul del mar. Hay una geografía tan diferente a ésta que, cuando uno se acostumbra, es muy difícil dejarla. Disfruto mucho ir a Buenos Aires, recorrer el país tocando, haciendo lo que más amo, y compartiéndolo también con mis hijos, pero sin embargo siempre quiero volver a ese aire".
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