Martes, 1 de abril de 2014 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › LEGAJO, MUESTRA COLECTIVA POR LOS 10 AñOS DEL MACRO
En el año 2000, el Museo Castagnino decide ampliar su patrimonio incorporando obras de una selección de artistas que, recomendados por prestigiosos críticos argentinos, son convocados para donar obras.
Así se formó la primera Colección de Arte Contemporáneo, cuatro años antes de la inauguración del Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (Macro). Legajo, en los pisos 4 a 6 del Macro es una exposición colectiva que conmemora los diez años de la institución a través de una sólida y contundente antología, muy bien montada, de obras pertenecientes a aquel núcleo fundacional, reunido a comienzos de este siglo cuando todavía no existía el edificio de los silos Davis.
Legajo se inauguró el viernes 21, junto con Colección, otra muestra que también trata de momentos iniciales, arte nuevo y museos atópicos.
Ese viernes también se presentó en la planta baja del Macro el CD Imperio, el tercer disco experimental de cut & paste de samplers del artista plástico Daniel García (con sus videoclips creados por el autor en una técnica similar) y quedó inaugurada en el piso 7 la videoproyección Dobles, de Leticia El Halli Obeid. Ambos autores formaron parte de aquel grupo inicial de veintisiete artistas.
Voices of Ancient Children (1995) es el videoclip animación que realizó Pablo Rodríguez Jáuregui para el tema homónimo del trío de guitarras Los Gauchos Alemanes, sexta pista de su segundo disco, Little Beast (1997), grabado cuando lo formaban el rosarino Fernando Kabusacki, Hernán Núñez y Steve Ball, de la League of Crafty Guitarists fundada por Robert Fripp. El videocollage digital combina diversas imágenes retro, coloreadas en tintes saturados ácidos: postales de Rosario y cine expresionista alemán o japonés. El efecto es hipnótico y de una dulce melancolía. Comparte sala con Asunción de Nuestra Señora de los deseos (1996), óleo de Aurelio García que combina imaginarios del arte religioso barroco neocolonial y la ciencia ficción retrofuturista, y con Un poco de alegría (2000), acrílico en la técnica de aerógrafo que el rosarino Daniel Scheimberg pintó en Costa Rica, a comienzos de su período figurativo actual.
En la sala de obras tridimensionales pueden verse las esculturas plásticas pulidas de Eladia Acevedo, las cajas de Nicola Costantino y las de Jorge Orta, una instalación de Noemí Escandell, una talla en madera y elementos vegetales por Fabiana Imola y tres libros de artista incluidos en resina, por Diana Kleiner. Obras gráficas de Hugo Cava, Claudia Del Río y Raúl D'Amelio, además de un tríptico de dibujo y foto por Dolores Zinny y Juan Maidagan, dan cuenta de la diversidad de propuestas innovadoras de entonces.
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