Se presentó el sábado pasado, en el Club Editorial Río Paraná, Un gato que camina solo (Iván Rosado, 2013), primer libro "solista" del artista rosarino Daniel García (coautor, con Gilda Di Crosta, de Casi boyitas). Acompañan la presentación una muestra de dibujos originales y una pintura mural de dos metros de alto en el Club Editorial Río Paraná, donde se consigue el libro (martes a viernes de 11 a 13 y de 16 a 20, en Catamarca 1427, local 12). Surgido por encargo de sus editores como un libro de dibujos, con ilustración de tapa por su propio autor (quien ilustra desde hace años las tapas de los libros de otra editorial rosarina: Beatriz Viterbo), el libro iba a tener un breve prefacio a los dibujos; cuenta García que aquel texto fue creciendo hasta constituir "una suerte de pequeño ensayo en el cual se habla de los gatos negros, la mala suerte, Rudyard Kipling, el gato Félix, y los orígenes del dibujo animado".

El erudito ensayo acompaña los dibujos en blanco y negro donde García despliega su propia versión de aquel personaje de dibujos animados creado en Estados Unidos por Pat Sullivan y/o Otto Mesmer hace casi cien años. En la no muy confiable marea de datos de la Red, García encontró diversas versiones sobre Félix, el cual "nació con otro nombre, otro carácter y otra figura. En sus comienzos parecía algo así como un zorro o un perro, todo hecho de ángulos, y con su nariz redonda en la punta de un hocico cuadrado. Su fecha de nacimiento está en discusión, e incluso su paternidad es disputada".

Lo que sigue es una serie de capítulos donde, de la mano (o la zarpa, más bien) de Félix y de su precursor, el gato negro genérico, el lector irá recorriendo la historia de la Europa medieval y del arte moderno. Desde las crueles costumbres de la Edad Media (cuando también se pintaron salterios iluminados donde un felino aparecía como figura diabólica), hasta los gatos mimados de hoy o las manifestaciones del arte de vanguardia que estallaron junto con las guerras y las crisis del siglo veinte, el absurdo de los hechos de la vida humana desfila conducido por las diversas representaciones de un animalito de grandes ojos, cuyo encanto y fama son irreducibles a cualquier explicación.

Y el autor no los explica. Guiado por preguntas (Quién es Félix? Por qué se dice que un gato negro trae mala suerte?), se limita a narrar, regalando al lector instantes novelescos de la vida real, tales como la serie de datos históricos que llevarían a sospechar una maldición del gato negro entre los creadores de Félix.