El filántropo y gestor cultural entrerriano Bernardo Conde Narváez Elía, embajador de la paz de la ONG Mil Milenios de Paz, ha integrado múltiples comisiones y asociaciones, colaborando en diversas iniciativas humanitarias, culturales y sociales. Pero es más conocido en Rosario como coordinador del ciclo Arte por la Paz, declarado de interés municipal, que lleva un récord de 14 años de permanencia.

Además existe la obra literaria de Conde Narváez. Catalogado el año pasado como edición de autor, su nuevo libro, Zara se fue, narra un relato autobiográfico centrado en la figura de un animal doméstico que adquiere la densidad de un drama humano. Lo que empieza como el tierno retrato de una simpática perrita mestiza que marca tendencia en moda (porque su dueño, para sacarla de paseo, la viste con pañuelos y remeras de marcas locales chetas, humanizándola ya en ese gesto) se va internando en una novela familiar hasta hacer de Zara (que así se llama la perra, quien ya le fue dada con ese nombre) un cuerpo sacrificial ofrendado a la magia tremenda de lograr lo imposible: repetir una agonía, para deshacer el hechizo que detenía al tiempo.

Los tres animales del relato (tres perros: la mamá enferma, la hija herida y el hijo sano) existen como constelación familiar que encarna, para el único sobreviviente de una familia y sin que este tome plena conciencia de ello, la posibilidad de una reescritura de su historia. Varios indicios en el texto hacen suponer que quien firma el libro es quien lo protagoniza, elevando la obra al rango de confesión.

Ejercicio de sanación del alma, escrito en un lenguaje cotidiano y con una honestidad candorosa que no derrocha justificaciones ni fuerza respuestas, Zara se fue tiene el valor literario de lo que conmueve por su efecto de verdad. Son transparentes las frases de un texto que no requiere de adornos retóricos porque el tropo (el desplazamiento de sentido) es estructural: se halla en el meollo mismo del asunto. Y la frase final, "Esta es tu casa", anuda algo del amor.