A comienzos de 2008, el director suizo Nicolas Rauss asumió la conducción de la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario, cargo al que accedió por concurso algunos meses antes. Con un fuerte nexo con Latinoamérica, y a casi veinte años de su radicación definitiva en Argentina, Rauss fue el responsable de darle un nuevo impulso a la Sinfónica, promoviendo la apertura de su repertorio y, fundamentalmente, el acercamiento a nuevos públicos. El intenso trabajo desarrollando en este tiempo tendrá esta noche su punto cúlmine: a las 21.30 la OSPR ofrecerá un concierto gratuito en el Monumento Nacional a la Bandera (sumando al armoniquista Franco Luciani como invitado), en la que será la despedida de Rauss al frente del organismo después de siete años.

Un período que, según explica el propio Rauss, es más que adecuado. "Creo que es una cifra ideal --reconoce a Rosario/12--. A los directores hay que cambiarlos de vez en cuando. Había un director de Buenos Aires, Jorge Fontenla (NdR: que condujo, entre otras, a la Sinfónica Nacional y a la Orquesta Estable del Teatro Colón) que decía que de los directores titulares la orquesta se cansa de su cara, y el público de su culo (risas). Realmente, creo que los primeros cinco años que hice acá fueron muy provechosos, donde trabajé mucho en el sentido que la Orquesta esperaba. Porque la decisión de cambiar fue una decisión de la Orquesta misma por cambiar su historia y progresar hasta ser una orquesta del nivel que tiene ahora".

Sin embargo, en los últimos dos años, según Rauss, el progreso aminoró la marcha, como consecuencia de su asunción como titular de la Orquesta de la Universidad de Santiago de Chile. "Desde hace dos años estoy dirigiendo esa orquesta de 40 músicos. Desde que tomé esa titularidad aflojé un poquito mi desempeño en Rosario. Eso me genera una autocrítica que me decidió a elegir un solo proyecto. Los primeros cinco años creo que trabajé con bastante energía, pero desde que empecé a trabajar en Chile aflojé un poquito, también porque la Sinfónica de Rosario andaba mejor. Ya andaba el tren. Por eso en agosto tomé la decisión de cambiar. Me dí cuenta que el ciclo había sido redondo y que tenía que venir una escoba nueva, que barra bien", reflexiona Rauss.

Entre otras virtudes, su paso por la OSPR dejará como marca el acercamiento del organismo a compositores argentinos (desde Carlos Guastavino hasta Luis Mucillo o Jorge Horst, entre otros), ya no sólo dentro del terreno clásico, sino además próximos al campo de la música popular (con los nombres de Piazzolla, el mexicano Arturo Márquez o Heitor Villa Lobos como emblemas). De hecho, el registro de Guastavino Sinfónico, disco publicado en 2012 y dedicado a la obra del compositor santafesino, es uno de los hitos de este período.

"La verdad que hicimos por lo menos dos o tres obras de compositores nuevos por año --reconoce Rauss respecto a la selección del repertorio--. Puede ser que alguna vez bien y alguna otra no lo suficientemente bien, pero por lo menos lo intentamos. Y no veo por qué esto no tenga que seguir siendo así. También hicimos repertorio del pasado pero no habitual, hemos abierto bastante puertas de obras que no se habían hecho casi nunca, o que se habían hecho hace muchos años. Hubo una apertura desde esos dos lados y obviamente eso es muy provechoso. Y pienso también que la Orquesta tiene muy buen futuro, porque me parece que con su nuevo director la cosa sólo puede seguir positivamente".

Invitado frecuente de la Sinfónica, el peruano David Del Pino Klinge fue el elegido por la Orquesta para tomar las riendas del organismo a partir de marzo, cuando comience un nuevo ciclo al que Rauss augura como auspicioso: "Creo que entre los invitados que he traído en los últimos siete años es la persona más brillante, más pujante. Tiene una fuerza de convicción muy linda".

Y si bien este nuevo período de la Sinfónica estará lógicamente marcado por los rasgos característicos que le imprima Del Pino Klinge, resultaría vital que el organismo continúe transitando la apertura lograda durante la dirección de Rauss. Una situación de acercamiento sobre la que el suizo analiza: "Hay dos barreras. Por un lado el tema de que la orquesta clásica toca en un teatro donde la gente piensa que no puede ir porque la entrada cuesta mucho o por la vestimenta (cosa que ya no ocurre, porque la entrada cuesta menos que la de un cine y porque uno puede ir con cualquier ropa y nadie le pregunta nada). Y después está otro tema, que la música clásica está poco asociada a Latinoamérica, porque la mayor parte del repertorio no es latinoamericano. Pero eso no tendría que ser un problema. Si uno lo piensa, la mayor parte de los autos que usamos en Argentina no son Torinos (risas). Me parece que en Argentina, Brasil, Uruguay, los países de ese tipo, hay una mezcla entre los primeros habitantes, los que vinieron después, los que llegaron más tarde en el Siglo XX, y ésa es su riqueza. La cultura de todas esas personas tiene un valor. De hecho en este concierto tocaremos un tema que se llama 'Oro americano' de Franco Luciani, que usa un lenguaje andino. Pero Franco se llama Luciani, no tiene un apellido aymará. Y dirijo yo, que tengo un nombre germánico. Y sin embargo hacemos una música cuyo lenguaje tiene que ver con la música andina. Justamente eso me parece interesante, que uno pueda valorar todo sin excluir algo porque uno imagina que no es el del lugar. De hecho la música clásica la puede escuchar el mismo que se sienta en un Renault sin tener remordimientos (risas)".

Después de siete años, Nicolas Rauss afrontará hoy su último concierto como titular de la Orquesta Sinfónica Provincial, ésa que podrá recordarlo como el conductor de su saludable renovación.