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Lunes, 19 de enero de 2015

CULTURA / ESPECTáCULOS › UN LUGAR EN LA CUMBRE, EN EL MADRE CABRINI

Lección del Free Cinema Inglés

Obra clave del Free Cinema Inglés, movimiento que nos llevó a una considerable nota a mediados de agosto del 2014, a propósito de un ciclo que se transmitió por Canal 7, en su espacio de medianoche Filmoteca, el film de Jack Clayton, Un lugar en la cumbre, estrenado en nuestro país con el nombre de Almas en subasta, podrá verse hoy, a las 20.30, en la sala Madre Cabrini, al término de la exhibición del mítico western de John Ford, Pasión de los fuertes (My Darling Clementine), del '46, con Henry Fonda, Linda Darnell, Víctor Mature, entre otros. Para numerosos críticos, una de las obras más relevantes de este consagrado director.

Un lugar en la cumbre, film que se dio a conocer en 1959, momento en el que el cine francés abre espacio a los realizadores de la Nouvelle Vague, permitió abrir un debate sobre cuestiones muy veladas en la tan conservadora sociedad inglesa de aquellas décadas. En su primer largometraje, Jack Clayton, a la edad de treinta y ocho años, mira hacia los espacios urbanos periféricos, pone en crisis los tabués sexuales y coloca el tema del arribismo, pendulando entre dos clases sociales, en primer plano.

Basado en la novela de John Braine, que había pasado a ser una obra de referencia entre los sectores más progresistas, Un lugar en la cumbre, cuyo título original es Room at the top (que remite al barrio de Londres de mayor resonancia y prestigio) nos retrata al personaje de Joe Lampton, interpretado magistralmente por Laurence Harvey, en su ambición por ascender en la escala social, valiéndose de vínculos por conveniencia y permanentes estrategias de simulaciones. En el cartel, la notable, sensible, admirable, Simone Signoret asume el rol, en el mundo del teatro, de una mujer casada pero no comprendida, insatisfecha. Pero igualmente, la mirada del joven está dirigida, desde sus intereses, hacia la joven hija de un empresario, rol que interpreta Heather Sears.

Un lugar en la cumbre fue aplaudida en numerosos festivales internacionales. Y por su labor en este film, Simone Signoret fue premiada tanto por Cannes como por la Academia por su labor en este film en el rubro "Mejor actriz". En la dirección fotográfica encontramos a Freddie Francis, en este más que recomendable film rodado en blanco y negro y la banda sonora fue compuesta por Carlo Nascimbene.

Si en el film del '50, Ambiciones que matan (A place in the sun) de George Stevens, de temática similar, nos permite ver en su plano de apertura al personaje que interpreta al admirado Montgomery Clift en una ruta, haciendo señas para que alguien lo acerque a la gran ciudad, en la que calibrará sus intereses entre dos mujeres (roles a cargo de Shelley Winters y Elizabeth Taylor); aquí, en esta obra maestra, en ese plano inicial, a bordo de un tren en plena travesía, lo que vemos son los pies enfundados en medias, de un joven que por su postura, por su mirada, declara su arrogancia y acusa, por igual, su mediano nivel socio económico. Ambos films van anudando una trama de engaños y desocultan simultáneamente a una sociedad marcada por el conformismo, el desamor, las alianzas oportunistas.

Dos años después, Jack Clayton estrena el que tal vez es el film más logrado, más gótico y admirablemente tensionante, que se haya realizado sobre el clásico de Henry James, Otra vuelta de tuerca, conocido como The innocents, en su versión original y estrenado en nuestro país dos años después, con el nombre de Posesión satánica. Fue en 1965 cuando en el cine Empire pudimos conocer su excepcional drama basado en una novela de Penelope Mortimer, The Pumpkin Eater, con el título de Esclava y seductora, guión de Harold Pinter y las destacadas actuaciones de Anne Bancroft, Peter Finch, Maggie Smith y James Mason.

Recordemos que el Free Cinema Inglés tuvo muy presente a la escuela documentalista inglesa y que al igual que las renovadas cinematografías de esos años, manifestada en todas las latitudes, se alejó del concepto de cine de producción y de estrella, mirando hacia los teatros independientes, las cuestiones sociales, los grupos marginados, los mandatos impuestos por la tradición británica. Este grupo en el que se destacan los nombres de Tony Richardson, Karel Reisz, Lindsay Anderson, Basil Dearden, el mismo Jack Clayton, entre otros, abrirá espacios a futuros realizadores, ya desde mediados de los '70, a Ken Loach, Stephen Frears, Mike Leigh, por nombrar los más reconocidos.

Entre los años 1956 y 1959 los integrantes de este movimiento denominado Free Cinema Inglés dan a conocer seis manifiestos. Y en uno de ellos, publicado en mayo del '57, leemos: "Esta especie de pseudoliberalismo snob y desdeñoso es el enemigo más pernicioso y destructivo de la fe en lo que creemos. Nosotros nos posicionamos en su contra (...) En primer lugar, mirar a Gran Bretaña con honestidad y afecto. Saborear sus excentridades, atacar sus injusticias; amar su gente. Ver el cine como un medio para expresar nuestras lealtades, nuestros rechazos y nuestras aspiraciones. Este es nuestro compromiso."

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