Sábado, 18 de abril de 2015 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › MUSICA. FEDERICO PECCHIA PRESENTARá RACIMO DE LUZ EN ROSARIO
Marcado por diversos ritmos americanos, el tercer disco del músico bonaerense está marcado por la mirada sobre su entorno.
Con apenas treinta años de edad, Federico Pecchia lleva ya tres discos editados y un reconocimiento creciente dentro de la música popular argentina. Influenciado inicialmente por el folclore nacional, y marcado ya por las diversas rítmicas latinoamericanas, el joven cantante, guitarrista y compositor bonaerense llegará esta noche a la ciudad para presentar su última producción, Racimo de luz, obra marcada por una personal mirada sobre su entorno. Así lo reconoce el propio autor, que desde las 21 interpretará sus obras en El Aserradero (Montevideo 1518) junto a Emiliano Luraschi en vientos, Ezequiel Ferraro en batería y Martín Koiffman en bajo.
Desde esa formación de cuarteto, el cantante y guitarrista propondrá una recorrida por ritmos diversos, en lo que ya se evidencia como una característica propia de Pecchia, que en Racimo de luz abre aún más el juego de las sonoridades. "Hay una estética mayormente latinoamericana, hay cumbias colombianas, un aire de bolero, un son cubano, un latin jazz", apunta el compositor en diálogo con Rosario/12, y amplía: "Las estéticas elegidas van de la mano de que puedan contar las historias. Me parece que en esta idea de la Patria Grande nosotros también tenemos que tomar partido. Me encanta el folclore argentino, vengo de ahí, pero también me parece que la música latinoamericana es muy rica. Uno lo que hace es canalizar éso. Quizás lo que se espera es que los artistas que estamos comenzando nos plantemos desde un lugar, que nos definamos como folclorista, cumbiero, candombero. Pero no es algo de lo que me pueda hacer cargo, no me sale. Y como vienen las ideas de las canciones, inclusive de los discos que vendrán, no me veo encasillándome en un marco".
Sobre esa base musical diversa, en su tercer disco Pecchia va desgranando historias con una clara posición ideológica, apelando al humor y la ironía como herramientas que le permiten esquivar lo panfletario. "Me sucede en los discos que lo que trato de hacer, primero, es plantear el concepto de lo que uno tiene para decir, las cosas que a mí me preocupan como ciudadano o como docente, porque en la semana tengo muchos proyectos de orquestas barriales, proyectos en barrios carenciados --explica--. Tiene que ver con pensar qué es lo que tengo para contar sobre mi aldea. Yo vivo en Garín, a 38 kilómetros de Capital, entonces tiene que ver con qué se puede contar para el resto del mundo desde el conurbano bonaerense. Y realmente hay muchas cosas. Este por ahí es un disco que tiene un tinte social muy fuerte".
En esa misma línea, el compositor y letrista reconoce: "El disco es una voz contundente frente a varias cosas que a mí, como ciudadano de esta parte del mundo, me preocupan. Son manifestaciones propias de un joven que pisa esta parte del mundo. Yo no soy de la generación que vivió la dictadura, no tuve que pelear por Malvinas, pero eso no quiere decir que no nos tengamos que comprometer con la situación, con el momento sociopolítico actual. A través del humor, la ironía, las canciones plantean tener una postura frente a lo que está pasando".
Así, si en "Son de clases" el músico perfila la exasperación de las clases acomodadas ante el crecimiento de los sectores postergados y en "Don Evaristo" propone un sarcástico perfil del argentino-reaccionario-medio, en "No pegues" y "Baboso argentino" el foco está puesto en la violencia de género y la utilización de la mujer como objeto.
Compuesta previamente para la campaña Unete de la ONU, al momento de su registro en Racimo de luz "No pegues" contó con la participación del grupo vocal Mullieris, en una lista de invitados que en "Chacarera del árbol" sumó la voz de Piñón Fijo. Aunque llamativa para un público poco habituado al repertorio infantil, la convocatoria resultó más que significativa para Pecchia, que apunta: "Trabajé seis años en jardines de infantes. Con eso me pagué mi primer disco. Y la música de Piñón siempre anduvo por los pasillos de los jardines desde que empecé a trabajar. No podías irte de una clase sin cantar una de Piñón porque los nenitos te mataban. Algún día se lo pude decir a Piñón, por medio de un amigo que tenemos en común, y cuando salió esta canción, 'La chacarera del árbol', que habla de los niños, del sentido de que el niño entienda a los adultos cuidando al árbol, esta cosa del compromiso del niño y el adulto, esta cosa de juego que tiene el tema, sentí que Piñón podía cantar eso. Y cuando le conté la historia, cuando le conté mi historia, enseguida empatizó y me dijo que le encantaría cantarla conmigo. Después de eso sí nos hicimos amigos y hasta es un gran consejero en muchos de los pasos que voy dando".
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