CULTURA / ESPECTáCULOS › EL ESTADO DEL MOVIMIENTO PUNK EN ROSARIO
Entre combinaciones armónicas amplias, el punk subsiste en acá como lo que siempre fue: un subgénero del rock post 1980. Ante esa realidad diversificada, la idea de una escena viva y con identidad hoy es un recuerdo.
› Por Edgardo Pérez Castillo
Nacido como un movimiento marginal y contestatario a mediados de los 70, el punk rock llegó a una Argentina gobernada por una dictadura que veía su ocaso. Claro que el desembarco tuvo lugar en Buenos Aires, y su aparición por el interior del país se vio limitada a inquietudes individuales. Aunque, en definitiva, quizás el punk en Rosario nunca fue más que eso: en el mejor de los casos la reunión de gustos individuales en pos de proyectos musicales compartidos; aunque también la creencia de que en la mera construcción de imagen (crestas, tachas, jeans ajustados, mugre) y en una actitud destructiva radicaba la esencia de un movimiento que, en otros ámbitos, fundaba su irreverencia con ideales políticos. Así y todo, el punk en Rosario se sostuvo como un género siempre vivo, aunque hoy convertido en un condimento más dentro de una escena que parece haber abandonado las ortodoxias de una vez y para siempre.
Porque ya nada es como era en aquellos últimos años de la década del 80, en donde la poca información que arribaba a estos lares era bienvenida. "Rosario estaba más ávida, había muy pocos referentes, incluso a nivel nacional, porque estaban Los Violadores, estaba arrancando Attaque, y había algunas otras bandas que aparecieron en el compilado Invasión 88", recuerda Willy, guitarrista de Bulldog, la banda más popular del punk rock nacido en la ciudad. A punto de brindar una nueva muestra de su poder de convocatoria --el próximo sábado a las 21 en el Galpón 11--, el grupo sin embargo hace tiempo abandonó las estrictas fórmulas del punk primario: "Los mismos Ramones en sus primeros discos hacían punk, pero después ya sonaban mucho más amplios, con su sello típico. Salvando las distancias Bulldog también ya tiene su sello propio, que fuimos armando en estos 17 años. Yo recomiendo siempre que las bandas tengan la cabeza abierta y sean respetuosos y tengan una ideología clara. Hay pibes a los que les resulta que el punk es escuchar GHB, Exploited o aspirar poxyran, pero estamos muy lejos de eso".
Surgidos en 1992, Zona 84 es otra de las agrupaciones referenciales al momento de revisar la historia del punk local. Con un sello personal gestado a lo largo de sus discos, el grupo sostiene una intención de revisionismo en relación a las bandas fundacionales del género. Determinación artística que mañana, a las 21, sostendrán en El Muro (Buenos Aires 912) con un show tributo a las tres décadas de historia punk, recorriendo obras de los Ramones, Sex Pistols, The Clash, Buzzcocks o Stiff Little Fingers.
La propuesta del cuarteto no es otra que la de volver la mirada a los cimientos. Esos sobre los que construyeron su propia historia en épocas en las que el do it yourself artesanal era la única vía de subsistencia. "Creo que en la escena, por llamarla así aunque no sé si alguna vez existió, antes era más difícil hacer las cosas, entonces se valoraban más. Ahora está todo al alcance de la mano, y que sea tan fácil hace que se valoren menos. No quiero ser nostálgico, pero creo que antes había un contenido ideológico más presente en los recitales. No hablo nada más de los contenidos políticos, sino que a nivel de actitud era más interesante, había muchas publicaciones, sellos independientes. El detonante me parece que es ése: ahora en cualquier programa suena punk rock, está en la Mtv, se valora menos y por eso pudo haber perdido contenido".
Los testigos de los olvidados festipunks hoy pueden encontrarse con una oferta que, en líneas generales, parece haber virado hacia lo melódico. Precursora en ese terreno, Asphix hoy alterna sus escasas actuaciones en Rosario con giras por el país y el exterior, aunque sostienen un estrecho vínculo con la actividad local a partir de la producción de shows de bandas internacionales. "Cuando empezamos en el 95 era muy complicado porque no había lugares para tocar. Ahora uno sabe que puede conseguir una fecha en el Galpón 11, en El Sótano o en Willie Dixon y no se suspende. Ahora es todo más profesional, se está valorando más al músico. Y en relación a las bandas, básicamente las que estaban haciendo punk rock se volcaron a lo que llaman californiano o melódico. Hoy en Rosario explotan las bandas de punk melódico", apuntó Nicolás Dacunto, manager del grupo.
Habitué de los recitales en la ACJ, Morrison o Caras y Caretas --espacios emblemáticos para el desarrollo del punk rock en Rosario--, Sebastián, guitarrista de la creciente All the Hats y conductor del sello Basstard Co., lleva aun más allá la cuestión de la cruza estilística, proponiendo a la interacción como la única vía de crecimiento para el movimiento musical rosarino. "En cuanto a lo musical, por ejemplo nosotros estamos por sacar un disco donde está la influencia del punk, pero más allá de las influencias, tiene mucho más que ver con bandas de los 70 y 80, mientras que hoy hay bandas en donde los chicos tienen entre 14 y 15 años, y eso marca una diferencia, porque buscan sonar de una forma más radial o mucho más pop. Y en cuanto a la escena, mientras no haya una consciencia menos individualista, más grupal, que se armen shows entre distintos estilos, va a ser difícil que haya crecimiento", explicó.
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