Domingo, 5 de julio de 2015 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › LES LUTHIERS VUELVE AL AUDITORIO FUNDACIóN CON UN GRAN éXITO.
Martín O'Connor recuerda la primera vez que vio en directo a Les Luthiers: transcurría la década del 70 y él rondaba los 10 años de edad. En la intimidad, discos en vinilo y los especiales que Canal 13 solía dedicar al grupo humorístico alimentaban cotidianamente una devoción que el pequeño O'Connor replicó de sus padres, de quienes heredó además su vínculo con el arte: hijo (y nieto) de actores, Martín O'Connor se convirtió pronto en un nombre respetado de la comedia musical argentina. De hecho, fue en 1991 cuando debutó sobre un escenario rosarino, como parte del elenco de la emblemática Drácula. Hasta que el destino, con algunos vericuetos, le permitió cumplir el sueño del pibe, cuando en 2012 se sumó como reemplazante estable de Les Luthiers, junto a quienes el próximo fin de semana brindará tres funciones de Viejos hazmerreíres en el Auditorio Fundación (el viernes y sábado a las 21, y el domingo a las 20).
En concreto, el primer contacto entre O'Connor y el quinteto histórico de Les Luthiers tuvo lugar a fines de los 90, cuando participó de una audición que, finalmente, quedó en manos de Horacio "Tato" Turano. Casi una década más tarde, desde la producción de LL volvieron a convocar al actor y cantante, que acababa de firmar un contrato para un rol protagónico en El fantasma de la ópera. Hasta que, finalmente, en 2012 las idas y vueltas llegaron a su fin. "Cuando Marcelo Trepat, que estaba como reemplazante, decidió bajarse para irse a vivir a Córdoba, me preguntaron si estaba libre. Me reuní con Lino Patalano (NdR: productor del grupo), después con ellos y así comenzó mi historia en Les Luthiers, lo que significa para mí una cosa inimaginable. Y de hecho ahí me enteré que en aquella primera audición que había hecho en 1998, 1999, les había gustado mucho lo que había hecho, pero que entonces mi aspecto daba muy joven. ¡Era un nene en aquella época!", relata O'Connor a Rosario/12.
De cara al regreso a la ciudad de Viejos hazmerreíres (espectáculo de "grandes éxitos" que en 2014 tuvo su estreno en Rosario), el reemplazante se reparte con Turano la responsabilidad de ocupar el espacio de Rabinovich, uno de los preferidos por el público, que estará ausente con aviso. Ante tamaña responsabilidad, O'Connor tiene en claro cuál es su rol: "En este caso el hecho de que Daniel se esté recuperando de su enfermedad hace que tomemos la batuta con Tato y formemos un sexteto que se ha consolidado mucho. Y desde un primer momento la idea es no imitar a nadie. Cada uno tiene su personalidad y su forma de trabajar. Obviamente hay un texto, un formato de espectáculo y de personajes que respetar, pero cada uno le pone su personalidad. Más en mi caso, porque por ahí Tato, que reemplaza más la parte musical, no tiene que imponer tanta personalidad, sí los gags y su impronta. En mi caso, desde la actuación, sería imposible ser Daniel Rabinovich. El es único, irrepetible. Entonces uno trata, con su personalidad, de ser lo más gracioso posible y de congeniar, que gracias a Dios sucede en el escenario. De hecho hay una muy buena química con Marcos, lo que hace que la dupla fluya, guardando siempre esto que digo: Daniel, para mi gusto y opinión, es irreemplazable".
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