Desandar el camino del resentimiento es una propuesta multidisciplinaria en la Casa Educativa Terapéutica de Granadero Baigorria, la primera en su tipo en la Argentina, desde 2014. Dependiente del Sedronar y con fuerte apoyo municipal, psicólogos, psiquiatras, médicos generalistas, fonoaudiólogos, nutricionistas, talleristas, asistentes sociales, operadores terapéuticos, protectores, facilitadores, administrativos, pasantes y voluntarios se dan cita diariamente para ser parte de un dispositivo que se pretende abierto y sin internación. Reciben almas del cordón industrial, de Rosario y de una amplia zona de influencia. Los padecientes van desde los 10 a los 60 años y llegan por el teléfono 141, subiéndose a la combi de la institución, traídos por sus familiares o derivados de instituciones diversas. Caen cada vez más, como soldados heridos de una guerra sin fin ni cuartel. Tras un periodo variable de evaluación para diagnosticar su problemática, son luego recibidos en forma gratuita por este organismo, donde la atención es con seguimiento individual.

En efecto, un psicólogo será asignado al ingresante, para hacer luego un minucioso seguimiento, incluyendo los encuentros familiares personalizados y grupales. Exámenes clínicos y vacunas son de rigor. Luego se verá si se requiere medicación diaria y de qué tipo. Las herramientas para trabajar son muchas y variadas, incluyendo habitaciones de varones y mujeres para descansar e higienizarse, cocina con tres alimentaciones diarias, huerta donde el espantapájaros Rafael ya cuenta una sostenida producción de hortalizas varias, comedor, taller musical, sum de entretenimientos y pantalla gigante, un núcleo de acceso al conocimiento, un taller seco y un gimnasio lindero en construcción.

"Hay muchos objetivos en el proyecto", dice la directora Carina Lopez. Deshabilitar el consumo, restituir derechos elementales, sembrar tolerancia. Pero uno muy importante es la dimensión del trabajo y la reinserción en el mundo laboral. En ese mientras tanto, la cocina los recibe a todos y les brinda la capacitación de preparar con alegría sus alimentos. Sin embargo, también se busca sensibilizar a la sociedad, a reaccionar y comprometerse.

Al caer de la cámara, parece que en un campo no lejos del gran Paraná hay un lugar donde acudir, cuando la vida duele y ya no se puede más.